El alma desparramada
Ante la riqueza de la obra del fot¨®grafo Bill Brandt es inevitable pensar en la multitud de im¨¢genes que circulan en este ¨¦poca
En los ¨²ltimos a?os las im¨¢genes pululan por todas partes sin freno de ning¨²n tipo. El m¨®vil se ha convertido en una compa?¨ªa inseparable y lleva incorporada una c¨¢mara, por tanto, ?por qu¨¦ no disparar? De manera fren¨¦tica, y en cualquier direcci¨®n y a cada momento: el cartel que se ve por la ventana, el cruas¨¢n del desayuno, el salto de la gata, el agua que hierve con las patatas, el flequillo torcido por un golpe de aire, una frase del libro que se lee, ese tipo gracioso que sale en la televisi¨®n. Atrapados, congelados, pillados in fraganti: los paisajes, las cosas y las gentes. ¡°A diferencia de otras im¨¢genes visuales, la fotograf¨ªa no es una imitaci¨®n o una interpretaci¨®n de su sujeto, sino una verdadera huella de este¡±, escribi¨® el cr¨ªtico de arte y narrador brit¨¢nico John Berger en Mirar. As¨ª que el mundo se llena ahora de huellas (verdaderas) de millones de personas a cada instante.
Tanto exceso produce v¨¦rtigo, y es otra se?al de un mundo que se transforma al hilo de la digitalizaci¨®n, el acceso generalizado a internet y la facilidad de disponer de un mont¨®n de artefactos que un d¨ªa fueron prohibitivos. A principios del siglo XX no todos pod¨ªan comprarse una c¨¢mara fotogr¨¢fica, hoy la tienen los m¨®viles, que ya son casi m¨¢s imprescindibles que el cepillo de dientes. Es posible disponer, adem¨¢s, de un mont¨®n de filtros y de aplicaciones diferentes que permiten jugar con las im¨¢genes: las llenan de colorines, las vuelven tenebrosas o divertidas, las oscurecen o las abrillantan y les dan esplendor, las camuflan, las distorsionan, las embellecen, las recortan y mezclan, las parasitan.
Todav¨ªa se puede ver estos d¨ªas en Madrid en la Fundaci¨®n Mapfre, en el contexto de PHotoEspa?a, una exposici¨®n dedicada a Bill Brandt (Hamburgo, 1904-Londres, 1983), uno de los maestros de la fotograf¨ªa. Hizo de todo y todo lo hizo bien, siempre con un punto heterodoxo y una frescura y originalidad sorprendentes. Sali¨® a la calle para atrapar las vidas de las gentes en momentos cargados de alegr¨ªa y de tensi¨®n ¡ªun paseante sutil atento a los ruidos y los dolores de su tiempo¡ª, invent¨® situaciones con la ayuda de amigos y familiares para explorar el esp¨ªritu de una ¨¦poca cargada de agitaciones pol¨ªticas y sociales ¡ªlos a?os treinta¡ª, se acerc¨® a los paisajes para llenarlos de emoci¨®n, hizo retratos extremadamente elaborados con el af¨¢n de sacar lo que cada cual tiene de m¨¢s personal, fotografi¨® los ojos de un pu?ado de grandes artistas, sus desnudos alcanzan un orden natural y abstracto que los proyecta fuera del tiempo.
Brandt no dej¨® de experimentar, y su obra sigue siendo una invitaci¨®n para mirarlo todo con otros ojos. Frente a sus fotograf¨ªas, que fueron el resultado de un largo aprendizaje y de horas y horas de pruebas, es inevitable pensar en la catarata de im¨¢genes que hoy se producen de manera espont¨¢nea y a toda velocidad. No hay nostalgia de ning¨²n tipo por un pasado que ya se fue, solo la conciencia de esos abruptos cambios: antes se dejaban pocas huellas, hoy se derraman por doquier y en cantidades industriales. En algunas culturas alejadas de la ¨®rbita occidental se cre¨ªa que cuando te hac¨ªan una fotograf¨ªa te robaban el alma. En nuestra ¨¦poca, las almas se fragmentan y se desparraman de manera incesante. Vaya usted a saber lo que esto pueda significar.
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