Palabras y hechos
Crear un centro para repartir a los afganos refugiados no puede ser un acto aislado
Se trata de una gota en el oc¨¦ano, ya que la crisis de refugiados a partir de la victoria de los talibanes puede adquirir enormes proporciones, pero la puesta en marcha de un centro de acogida para los colaboradores afganos de las instituciones europeas y sus familias en Torrej¨®n de Ardoz resulta un gesto tan necesario como encomiable. El presidente Pedro S¨¢nchez visit¨® ayer las instalaciones con la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, y el del Consejo, Charles Michel, y otras autoridades que pusieron las palabras adecuadas al esfuerzo de coordinaci¨®n y solidaridad asumido por Espa?a. Desde este lugar se centralizar¨¢ el reparto de los que vayan llegando entre los distintos pa¨ªses miembros de la UE. Despu¨¦s de 20 a?os de presencia en Afganist¨¢n, los gobiernos europeos no pueden dejar de intentar dar refugio a sus colaboradores y a sus familias. La tarea est¨¢ adquiriendo tintes dram¨¢ticos en el aeropuerto de Kabul, por lo que resulta ejemplar el esfuerzo de los militares, de los polic¨ªas y de los diplom¨¢ticos espa?oles sobre el terreno.
Frente a las palabras escuchadas en Torrej¨®n, sin embargo, la crisis pone de manifiesto, una vez m¨¢s, el doble lenguaje de Europa cuando se convierte en polo de atracci¨®n de millones de personas, de pueblos y comunidades afectados por las persecuciones y la desesperanza. Pocas horas antes del acto celebrado en la base a¨¦rea madrile?a, un ministro griego visitaba la zona fronteriza en la que se ha levantado una nueva valla para comprobar la situaci¨®n ante la posible llegada masiva de refugiados afganos. Los nuevos sistemas de vigilancia intentar¨¢n impedirles el paso por el r¨ªo Evros, con la intenci¨®n de evitar una nueva crisis como la de 2015, cuando un mill¨®n de personas entraron en el pa¨ªs, la mayor¨ªa procedentes de Siria. La vigilancia electr¨®nica se ha reforzado con nuevas torretas, c¨¢maras t¨¦rmicas y una verja de cinco metros a lo largo de 27 kil¨®metros. Tanto Turqu¨ªa, que ha advertido de que no quiere ser ¡°el almac¨¦n¡± de refugiados de Europa, como Grecia han dialogado para pedir a las autoridades europeas que se ayude a los pa¨ªses lim¨ªtrofes con Afganist¨¢n para contener las oleadas que se pueden producir. Ir¨¢n ya est¨¢ instalando centros de refugiados en su frontera. Y la propia presidenta Von der Leyen reconoci¨® ayer la necesidad de establecer rutas seguras para los refugiados. Pero es hora de convertir las palabras en hechos.
El desaf¨ªo, por tanto, es colosal, y encuentra a una Europa acostumbrada a la distancia entre las palabras y los gestos de solidaridad, como los de ayer en Torrej¨®n, y unas pr¨¢cticas que revelan con demasiada frecuencia los l¨ªmites de esta buena disposici¨®n. Todos los gobiernos sufren en mayor o menor medida, adem¨¢s, la presi¨®n de la ultraderecha, que lanza ruidosos mensajes xen¨®fobos ante la inmigraci¨®n, como hace Vox en Espa?a. La actuaci¨®n del Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez volvi¨® a ser esta semana objeto de una campa?a de descr¨¦dito de poco vuelo, centrada en la interrupci¨®n o no de las vacaciones del presidente y hasta en el hecho de que se lo viera en alpargatas, lo que solo ha mostrado la obsesi¨®n del PP por erosionar cualquier acci¨®n de gobierno. Tras las escaramuzas verbales de d¨ªas anteriores, Pablo Casado apoy¨® ayer la actuaci¨®n gubernamental como ¡°pol¨ªtica de Estado¡±. A todos los niveles, europeo o espa?ol, es tiempo de remontar el vuelo y buscar soluciones de altura.
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