Proveedores de seguridad
Que la ciudadan¨ªa se sienta segura en todos los aspectos es el resultado de una acci¨®n pol¨ªtica coordinada dentro y fuera de nuestras fronteras
El ruido que escucho mientras escribo es el propio de una animada terraza de verano. La cafeter¨ªa cambi¨® de nombre hace tiempo, pero a m¨ª todav¨ªa me cuesta renunciar al original M¨®naco cuyo pretencioso significado me sigue fascinando. El ambiente es relajado mientras los clientes leen el peri¨®dico y disfrutan del primer caf¨¦ de la ma?ana. Solo el anuncio de un concierto a trav¨¦s del bando municipal interrumpe las conversaciones. Unos segundos en silencio permiten tomar nota de lugar y hora. La escena resulta reconocible para cualquiera que haya agotado veranos en un pueblo y describe una realidad que, al margen de elementos costumbristas, se define anodina, por obvia y natural. Pero ni es tan obvia, ni mucho menos natural en otras partes del mundo. Las noticias que llegan de Afganist¨¢n sirven para confirmarlo.
Que la vida transcurra con cierta despreocupaci¨®n y un m¨ªnimo de tranquilidad es posible ¨²nicamente cuando hay seguridad. Un bien p¨²blico que no surge por generaci¨®n espont¨¢nea, ni se mantiene sin la inversi¨®n adecuada. Algo que parece necesario recordar cuando se disfruta de ella, aunque sea muy evidente si desaparece. En suma, vivir con seguridad en cualquiera de sus m¨²ltiples manifestaciones (econ¨®mica, jur¨ªdica, institucional o f¨ªsica, entre otras) es el resultado de una acci¨®n pol¨ªtica coordinada dentro y fuera de nuestras fronteras, que exige un firme compromiso, adem¨¢s de recursos suficientes y permanentes en el tiempo para hacerla sostenible. Tambi¨¦n es preciso dise?ar procedimientos de control adecuados si se quiere garantizar su eficacia. Por ello, los Estados democr¨¢ticos dotados de estructuras institucionales s¨®lidas y con una ciudadan¨ªa cr¨ªtica son los sujetos pol¨ªticos aptos para proveer seguridad, sin comprometer hasta l¨ªmites inaceptables el ideal de libertad personal. Algo que en modo alguno est¨¢n en disposici¨®n de garantizar esos otros sistemas de corte iliberal.
Tambi¨¦n la Uni¨®n Europea, por su condici¨®n de organizaci¨®n internacional de integraci¨®n y su vocaci¨®n de actor global, es un sujeto pol¨ªtico y jur¨ªdico que dispone de instrumentos suficientes para poder contribuir significativamente en t¨¦rminos de seguridad. As¨ª, las consecuencias que previsiblemente arrojar¨¢ el polvor¨ªn de Afganist¨¢n constituyen una oportunidad para validar esta afirmaci¨®n despu¨¦s del estrepitoso fracaso de la Comunidad Internacional sobre el terreno. No me detengo ahora en subrayar el bochorno que representa un pa¨ªs gobernado por talibanes tras veinte a?os de presencia internacional, si bien resultar¨¢ necesario recabar explicaciones m¨¢s s¨®lidas que las ofrecidas hasta ahora sobre lo ocurrido. Con todo, la urgencia de atender a la dimensi¨®n humana de la tragedia que representa en lo inmediato la llegada de refugiados me hace insistir ahora en la necesidad de que la Uni¨®n Europea, y tambi¨¦n Espa?a, acierten al administrar una respuesta adecuada para cada una de esas personas que han aterrizado en nuestro pa¨ªs. No se trata solo de un ejercicio de solidaridad internacional, es una expresi¨®n de ese pragmatismo basado en principios que orienta la acci¨®n exterior de la Uni¨®n y que deber¨ªa contribuir ¡ªcon conversaciones con los talibanes o sin ellas¡ª a hacer del mundo un espacio m¨¢s esperanzador en t¨¦rminos de seguridad humana.
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