Seis minutos de emoci¨®n para Colombia
La llegada de un candidato como Alejandro Gaviria partiendo de la premisa de que no debemos seguir creyendo que Colombia no tiene futuro plantea la ilusi¨®n de un pa¨ªs distinto, pero sobre todo justo
La pol¨ªtica no tiene que ser cruel, no tiene que ser oscura, dijo Alejandro Gaviria al lanzarse a la presidencia de Colombia. Pero hasta ahora lo es, la pol¨ªtica es cruel y muy oscura. Es el lugar de las vanidades y de la corrupci¨®n. Ha sido por d¨¦cadas el espacio de los o¨ªdos sordos. El trampol¨ªn de los arribistas y hasta refugio de narcos. Han sido contados los intelectuales, los hombres de honor, que han logrado conquistar los cargos a los que han aspirado para servir y cuando lo han hecho, llega otro a destruir lo alcanzado para privarlo de reconocimiento, para no avanzar, porque entre el lodo es m¨¢s f¨¢cil sostener la lucha, que en el trabajo colectivo.
El resultado de esa crueldad es un pa¨ªs que vuelve a sangrar, sin dolientes como el que estamos viviendo en los territorios de Colombia donde el hambre es diaria, los cr¨ªmenes diarios, el narcotr¨¢fico alimento de todo y las fuerzas armadas y de polic¨ªa envueltas en una corrupci¨®n sin precedentes. Colombia es a pesar de esa pol¨ªtica de la que se ha abusado tanto. No gracias a ella, y pretender hacerla distinta resulta en tiempos de miedo y con los ojos puestos en nuestros hijos, una apuesta que se agradece.
La llegada por lo tanto de un candidato como Alejandro Gaviria partiendo de la premisa de que no debemos seguir creyendo que Colombia no tiene futuro plantea la ilusi¨®n de una Colombia distinta, pero sobre todo justa, esa que, en un discurso de seis minutos cargados de emoci¨®n, propone construir por los caminos de la reconciliaci¨®n, por la v¨ªa del respeto, con las comunidades a las que no creo que a¨²n les llegue su discurso, con las empresas a las que les env¨ªa el mensaje de cambiar y luchando contra la acumulaci¨®n del poder. Y todo sin hacer una sola menci¨®n al actual gobierno. No parece tener espejo retrovisor, lo que obliga a mirar al futuro.
Cuando en un pa¨ªs como Colombia en menos de un mes aparecen en el escenario electoral estas figuras, como en su momento Juan Carlos Echeverri con su Coj¨¢mosle ganas al futuro, cuando desde las instancias judiciales se recupera la senda para habitar la pol¨ªtica desde el Nuevo Liberalismo que asesinaron con Luis Carlos Gal¨¢n y que ahora cobijar¨ªa por ejemplo a su hijo Juan Manuel Gal¨¢n, cuando desde Los Verdes se debaten mecanismos para elegir al mejor de tres y enfrentarse con otros candidatos como Sergio Fajardo y Jorge Robledo, hay un movimiento que puede transformar el debate democr¨¢tico.
Lo anterior plantea a los ciudadanos un desaf¨ªo: cerrarles las puertas a todos los otros que ya tuvieron una oportunidad y la convirtieron en cueva de ladrones o a los que siguen proponiendo un cambio lleno de trampas como terminaron siendo los CLAP en Venezuela o las revoluciones de entonces en Nicaragua y esos otros que prefieren desconocer la constituci¨®n para buscar los amnist¨ªas para sus propios pecados.
Alejandro Gaviria en su ideario de 60 puntos puso literalmente los puntos sobre las ¨ªes reconociendo que no importa las fronteras de la miseria en la que viven tantos y tantos colombianos, hay temas y valores que deben estar en la agenda diaria m¨¢s all¨¢ del discurso. Para quienes resulta un candidato demasiado moderno, liberal, el demasiado, sobra. Lo que necesitamos es que lo sean. De otra manera nunca daremos el salto cualitativo que empieza por la argumentaci¨®n que s¨®lo se garantiza con educaci¨®n. Ahora bien, del relato esperanzador a las soluciones el trecho es largo y profundo. Gaviria, el candidato favorito del establishment progresista, debe ahora conectar con un pa¨ªs que es mucho m¨¢s que eso.
Faltan nombres por incluir en la lista de opciones, pero a hoy, con casi 50 candidatos, el reto mayor es que el Centro no vuelva a perder el norte pues son la ¨²nica esperanza para romper con el fanatismo de izquierda que representa Gustavo Petro y en la derecha, el Centro Democr¨¢tico.
Y entre m¨¢s pronto se defina la figura que desde ese Centro liderar¨¢ las banderas de la restauraci¨®n del pa¨ªs en todos sus cimimientos rotos, mejor. La situaci¨®n de Colombia no da espera, los debates entre quienes aspiran a gobernar deben darse desde ya, para que pongan sobre la mesa c¨®mo desde sus visiones, responder¨¢n en temas concretos como nuestra relaci¨®n con Venezuela, qu¨¦ har¨¢n con el ELN, con el fracking y los p¨¢ramos y la deforestaci¨®n, c¨®mo van a garantizar que en Colombia no asesinen a un l¨ªder m¨¢s, qu¨¦ le van a decir al familiar de un drogadicto cuando les vendan la idea de que con la legalizaci¨®n lo solucionamos todo sin ni siquiera tener en Colombia una cl¨ªnica para la atenci¨®n de adictos, qu¨¦ har¨¢n distinto en Buenaventura y Tumaco, y en la Guajira sedienta, cu¨¢l es la reforma judicial y pensional a la que van a apostarle.
Y mientras responden a todo eso, habr¨¢ que asegurarse de que quien obtenga un voto sea el que no se deje manosear por las cuotas burocr¨¢ticas, el que sea capaz de conformar listas al congreso coherentes con la palabra empe?ada. Ser¨¢ la ¨²nica forma de pasar de 6 minutos de emoci¨®n a la posibilidad ¨²nica de empezar de nuevo, de recuperarle a la presidencia la dignidad del cargo y al sistema democr¨¢tico la virtud de jugar una partida en la que pierdan los populistas y los clanes pol¨ªticos-paramilitares en los que se aceitan las maquinarias cada cuatro a?os.
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