Las ¨²ltimas horas del uribismo
La calle da al movimiento del expresidente ?lvaro Uribe el golpe a su permanencia en el escenario electoral
En medio de la protesta, la degradaci¨®n de esta, las violaciones a los derechos humanos, aparece el retiro de la reforma tributaria que rebos¨® la copa de la indignaci¨®n en Colombia y empiezan las b¨²squedas de una ruta para el consenso, de los acuerdos, de los espacios para escuchar. No puede ser otra la v¨ªa por ahora, adem¨¢s de encontrar dentro de las muchas propuestas que se han hecho, un texto t¨¦cnico sensato que permita solventar las principales necesidades econ¨®micas por las que atraviesa el pa¨ªs. Pero ese no es el fondo. Y el fondo requiere visibilizarse o de lo contrario, como las violencias que se reciclan, el estallido no va a parar.
¡°Que somos gente de bien¡±, dijo el presidente Iv¨¢n Duque en una alocuci¨®n en el s¨¦ptimo d¨ªa de protestas en Colombia, cuando muchas ciudades est¨¢n sin comunicaci¨®n entre s¨ª, desabastecidas de alimentos y ox¨ªgeno, por los bloqueos de los indignados de diversos sectores. No es f¨¢cil saber a qu¨¦ se refiere. Pues la llamada gente de bien reconoce sus faltas, castiga a quien viola los derechos de los otros y no los aplaude.
Voy por partes, porque en este mar de violencias de uno y otro lado, hay varias explicaciones a lo que nos est¨¢ pasando y consecuencias. Una de esas, es que el uribismo est¨¢ al frente de sus ¨²ltimas horas. El golpe a su permanencia en el escenario electoral se lo est¨¢ dando la calle. El presidente de la Rep¨²blica no cree que sea la gente de bien, que tiene hambre o necesidades, la que les est¨¢ hablando, sino una violencia que se escuda en justificaciones pol¨ªticas, sin decir qui¨¦nes son, porque sus frases son incompletas o porque teme se?alar culpables pues no sabe siquiera qui¨¦nes son los violentos a los que se refiere. Y si lo sabe, prefiere hablar por los lados y no de frente.
Y es importante decir que est¨¢ equivocado, porque de su aproximaci¨®n dependen las verdaderas soluciones. La protesta es contra su gobierno y es un cobro de cuentas cocinado a fuego lento ante la decisi¨®n de burlar la paz territorial, ante el discurso del Centro Democr¨¢tico de confrontaci¨®n, de ese partido que niega a las v¨ªctimas de las violencias pasadas y presentes, y que ha hecho una construcci¨®n pol¨ªtica para evitar desde siempre la distribuci¨®n de la tierra, que ni siquiera pudieron conservar sus financiadores de entonces, porque ahora est¨¢ bajo el control de otras bandas criminales del narcotr¨¢fico.
Y por eso su discurso pol¨ªtico pretende meter en la misma red, en la misma bolsa, a los anarquistas y a grupos violentos con los taxistas, comerciantes, estudiantes o camioneros, esos s¨ª gente de bien. Diferenciar los m¨®viles implicar¨ªa reconocer que esta nueva protesta naci¨® despu¨¦s del asesinato de Javier Ord¨®?ez en septiembre pasado por parte de un polic¨ªa, y que la reforma a la instituci¨®n no se hizo. Es reconocer que no hay gobierno ni conciencia para entender que llegaron a gobernar un pa¨ªs que estaba en un quiebre profundo, luego del acuerdo de paz con las FARC y necesitaba de un liderazgo mayor para sanar las heridas.
La CIDH ha dejado claro cu¨¢les son las obligaciones internacionales del estado sobre seguridad interna y est¨¢ndares interamericanos que disponen las tareas de las fuerzas armadas. Debe ser extraordinaria, regulada, fiscalizada y subordinada. No es menor que las Naciones Unidas, el departamento de Estado, los congresistas estadounidenses y la Uni¨®n Europea, en un solo d¨ªa se expresen sobre lo que han calificado como brutal y excesivo en el manejo de la protesta. Precisamente porque hay un t¨¦rmino que se llama proporcionalidad, que deber¨ªan tener claro las autoridades llamadas a responder desde la institucionalidad.
?Y por qu¨¦ es importante poner los puntos sobre las ¨ªes en este momento? Porque si desde las salas de redacci¨®n, que ahora son nuestras casas por la pandemia, nos dedicamos a reportar j¨®venes asesinados por polic¨ªas, sin descubrir las caras, las identidades de los violadores de derechos humanos, no habremos hecho nada.
Si no somos capaces de decir asimismo que en la violencia con armas largas hay una amalgama de saqueadores, milicias del ELN, y de las disidencias y de otras delincuencias del tr¨¢fico de armas y el narcotr¨¢fico, pero no exigimos a quienes eso denuncian, la evidencia, estamos alimentando la narrativa del ministro de defensa, seg¨²n la cual todo es un complot pol¨ªtico criminal. Lo que nos corresponde es cuestionarlo por los abusos de los hombres a su cargo, y las razones por las cuales esas delincuencias son capaces de desestabilizarlo todo sin que las fuerzas del orden puedan evitarlo.
Las voces que se ofrecen a servir en momentos de crisis, muchas de las cuales, tambi¨¦n contribuyeron a ella, no est¨¢n entendiendo que Colombia tiene una realidad muy compleja en este momento, resultado, como le escuch¨¦ a la periodista Mar¨ªa Alejandra Villamizar, ¡°de una democracia maquillada en un pa¨ªs que, como muchos otros en Am¨¦rica Latina, no da respuesta real a los problemas de la gente, d¨®nde no se hace poca pol¨ªtica, pol¨ªtica real¡±. No es sino mirar a El Salvador de Nayib Bukele.
Y si el mensaje no ha sido entendido por el uribismo, que adem¨¢s en sus bases m¨¢s radicales terminaron por no rodear a su propio presidente y a develar sus incapacidades, el Congreso y su escaso trabajo por la gente con contadas excepciones, y las cortes cooptadas por los gobiernos de turno, y los partidos pol¨ªticos incluyendo a la Colombia Humana y su nueva permisividad al clientelismo, los de Cambio Radical, los liberales y todos los variopintos matices, tendr¨¢n que entender que el pa¨ªs est¨¢ incendiado por todos ellos, tambi¨¦n.
Esos espacios anunciados por Iv¨¢n Duque para escuchar a la ciudadan¨ªa resultan un escenario abstracto, si no es con las organizaciones sociales, con los l¨ªderes sociales. Y eso parte de reconocerlos como interlocutores, como gente de bien. No puede seguir ofreciendo un pa¨ªs con un futuro, si no es capaz de reconocer el pasado, el conflicto, y si no sale de su presente autista, porque lo que s¨ª es seguro es que por lo menos para el uribismo, las oportunidades en Colombia se acabaron. Tampoco pueden los partidos de la llamada Coalici¨®n de la Esperanza, condicionar los di¨¢logos cuando de estos mismos debe salir un m¨ªnimo de acuerdos humanitarios para que el ox¨ªgeno llegue a los hospitales donde cada d¨ªa casi 500 colombianos siguen muriendo de Covid. No es tiempo de condicionamientos ni plazos.
A nosotros no nos pidan m¨¢s indiferencia. Son ustedes, gobierno, los que deben lograr la calma, mientras nosotros investigamos por qu¨¦ la inacci¨®n del Estado, qui¨¦nes son los v¨¢ndalos, a qui¨¦n le sirve lo que est¨¢ pasando, c¨®mo podemos responder con la verdad a una informaci¨®n que le sirva a la gente en medio de este dolor de patria.
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