La encrucijada afgana
La comunidad internacional habr¨¢ de escoger entre alguna forma de contacto que alivie el drama de la sociedad afgana bajo el r¨¦gimen talib¨¢n o abandonarla a su suerte
No ha pasado ni un mes desde la culminaci¨®n de la ca¨®tica retirada de Estados Unidos y sus aliados de Afganist¨¢n y ya se han cumplido los presagios m¨¢s pesimistas en cuanto a la tiran¨ªa teocr¨¢tica impuesta sobre la poblaci¨®n afgana y, en especial, sobre las mujeres.
El anuncio hecho por el Gobierno talib¨¢n del retorno a las ejecuciones y otros castigos f¨ªsicos, como las amputaciones, no es sino la confirmaci¨®n de la premodernidad que gu¨ªa a un r¨¦gimen fundamentalista en el que la fe religiosa somete a la ley civil. La afirmaci¨®n del ministro de Prisiones, Nooruddin Turabi, de que ¡°cortar manos es muy necesario para la seguridad¡±, adem¨¢s de ser inhumana, causar¨ªa asombro si no fuera porque ya ha sucedido antes, concretamente entre 1996 y 2001. Ahora la discusi¨®n entre los nuevos se?ores del pa¨ªs, tambi¨¦n con el argumento de los ¡°resultados¡±, es si las ejecuciones deben ser un espect¨¢culo p¨²blico o quedar reducidas al ¨¢mbito de las prisiones. Todo esto en el siglo XXI.
Evidentemente, atr¨¢s quedan las declaraciones del directorio talib¨¢n en cuanto a que los afganos, y las mujeres en particular, no ten¨ªan nada que temer y suger¨ªan a las miles de personas que trataban desesperadamente de llegar al aeropuerto de Kabul que volvieran a sus casas. En estos d¨ªas las mujeres han sido recluidas en sus casas, despedidas de sus trabajos y apaleadas en plena calle cuando algunas de ellas, en un sobrecogedor gesto de valent¨ªa y dignidad, salieron a protestar ante un gobierno monocolor masculino. Importantes figuras femeninas, como jueces, pol¨ªticas o profesoras, entre otras, se ven obligadas a cambiar de refugio cada pocos d¨ªas ante la caza humana dictada por los talibanes. Y no solo. Los artistas est¨¢n enterrando o destruyendo sus obras ante el terror instalado sobre la poblaci¨®n menos adicta.
Mientras, el r¨¦gimen talib¨¢n ha exigido un puesto en Naciones Unidas y su representante ha pedido dirigirse a la Asamblea General. Aunque no hay respuesta a¨²n, llegar hasta ella exige una toma de posici¨®n ante un r¨¦gimen que desaf¨ªa los principios fundacionales de la organizaci¨®n que pretende utilizar como altavoz y justificaci¨®n de sus atrocidades. La segunda cuesti¨®n hace referencia a la ayuda humanitaria que necesita la poblaci¨®n afgana. Los organismos internacionales han advertido de que los pr¨®ximos seis meses van a ser cr¨ªticos. Si los donantes ponen condiciones demasiado estrictas para desembolsar las ayudas prometidas, ser¨¢ dif¨ªcil cubrir las necesidades a tiempo. La encrucijada est¨¢ entre restablecer con el gobierno talib¨¢n alg¨²n tipo de contacto paliativo que facilite la llegada de la ayuda y la atenuaci¨®n de las condiciones inhumanas de existencia o abandonar a su suerte a los afganos y, esta vez cruelmente, a las afganas.
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