Posmoderna o aristot¨¦lica
C¨®mo nos vemos como individuos determina c¨®mo nos organizamos como sociedad, de las pol¨ªticas p¨²blicas a las de las empresas
Mira en tu interior y dime qu¨¦ ves. ?Observas un conjunto superpuesto de pensamientos y sentimientos, tirando en direcciones contrarias como los dibujitos de Alegr¨ªa, Tristeza o Temor que habitan el cerebro de la ni?a en la celebrada Inside Out? Es decir, tal y como solemos percibirnos en la posmodernidad: como una colecci¨®n de mini-yos que se van activando en funci¨®n de los est¨ªmulos del exterior; por ejemplo, de c¨®mo me mira mi padre, mi jefa, mi amigo. O, por el contrario, ?ves un ser que busca autodeterminarse, sediento de encarar retos y desarrollar nuevas capacidades, tal y como nos describi¨® Arist¨®teles? En definitiva, ?eres una persona posmoderna o aristot¨¦lica?
A primera vista, eres posmoderna. Seg¨²n incontables experimentos cient¨ªficos, los seres humanos somos inconsistentes y v¨ªctimas de manipulaciones. Desde el aroma que nos ponen en el supermercado para comprar m¨¢s hasta las fotos de Instagram, absorbemos cualquier influencia como esponjas. Somos tan incoherentes que cuesta imaginar que, dentro de nosotros, exista un n¨²cleo luchando por conseguir una unidad de acci¨®n.
Sin embargo, seg¨²n la teor¨ªa de la autodeterminaci¨®n de los psic¨®logos Edward Deci y Richard Ryan, a pesar de nuestros fallos, late en el interior de todas las personas un alma aristot¨¦lica, que aspira a la competencia, la autonom¨ªa y la conexi¨®n con los dem¨¢s. Esto es lo que, en el medio de las ruinas de una pandemia o desgracia personal, nos motiva a seguir.
Y es muy relevante para la pol¨ªtica. C¨®mo nos vemos como individuos determina c¨®mo nos organizamos como sociedad, de las pol¨ªticas p¨²blicas a las de las empresas. Si nos creemos posmodernos, montaremos la educaci¨®n y las relaciones laborales con acciones ex¨®genas: palos al mal comportamiento y zanahorias al bueno. Vamos, lo que generalmente sufrimos de la escuela infantil a la jubilaci¨®n. Si, en contraste, pensamos que tenemos una vocaci¨®n intr¨ªnseca a ganar integridad y actualizar nuestro potencial, entonces dise?aremos la ense?anza y el trabajo como apoyos a esas tendencias end¨®genas.
Todo padre sabe que es preferible que los ni?os aprendan por s¨ª solos h¨¢bitos sanos a castigarlos por comer golosinas. Pero, al dise?ar el sistema educativo o la econom¨ªa, olvidamos la autodeterminaci¨®n y s¨®lo pensamos en premios y castigos. Seamos pues m¨¢s modernos y volvamos a Arist¨®teles.
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