Desperdicios del peor pasado
A pesar de los extremos, esta Alemania europea y europe¨ªsta es definitivamente la que quer¨ªa Thomas Mann cuando abomin¨® de Hitler y huy¨® de la Europa que ¨¦l hab¨ªa so?ado
En la Europa polarizada y tentada por los populismos, destaca el consenso alem¨¢n expresado con claridad en las urnas. Solo una quinta parte de los votantes se sienten atra¨ªdos todav¨ªa por la vieja labor de zapa autoritaria, nacionalista y antieuropea, concentrada en Die Linke y Alternativa para Alemania, los dos extremos. Elecci¨®n tras elecci¨®n, canciller tras canciller, van avent¨¢ndose los a?ejos fantasmas, que poseyeron a Thatcher y Mitterrand en 1989 cuando cay¨® el Muro, con el anuncio de los desastres de la unificaci¨®n alemana, un euro convertido en el eufemismo monetario del marco alem¨¢n y el eco de los siniestros tambores militaristas.
Si las perturbaciones en los equilibrios de poder mundiales nos trasladan a ideas y temores de hace 70 o incluso 100 a?os que cre¨ªamos periclitadas, estas elecciones demuestran que no es el caso de Alemania. Nada hay que temer de ella. O hay que temer lo mismo que de cualquier otro pa¨ªs europeo. Muy poco queda de la naci¨®n de Thomas Mann de hace un siglo, el escritor todav¨ªa nacionalista de Consideraciones de un apol¨ªtico, que denostaba la idea de una democracia europea construida a partir de las democracias nacionales y declaraba que ¡°el pueblo alem¨¢n no podr¨¢ amar nunca la democracia pol¨ªtica porque (¡) el Estado autoritario tan denostado es, y sigue siendo, seg¨²n creo, la forma gubernamental adecuada que corresponde al pueblo alem¨¢n y que yo mismo prefiero¡±.
Las dos reliquias del peor pasado han quedado retratadas. Los herederos del autoritarismo comunista han bordeado la cat¨¢strofe con el 4,9% de votos, una d¨¦cima menos del porcentaje exigido para entrar en el reparto proporcional de esca?os, y solo han escapado de la desaparici¨®n parlamentaria gracias a los tres esca?os de votaci¨®n nominal directa obtenidos en el antiguo territorio de la extinta Alemania oriental. Mejor les ha ido a los nost¨¢lgicos de la extrema derecha, con su 10,3%, 2,3 por debajo de su resultado de 2017, aunque nuevamente ha sido en los antiguos l?nder del Este donde han salvado los muebles.
La piedra de toque del consenso en el que participan las cuatro fuerzas centrales, las ¨²nicas ¨²tiles para gobernar en f¨®rmulas de coalici¨®n, es la Uni¨®n Europea y m¨¢s en concreto su pol¨ªtica exterior y de defensa. Ciertamente, ha sido el cap¨ªtulo ausente de la campa?a. No de los programas, suficientemente expl¨ªcitos todos ellos. Moviliza el medio ambiente y las pol¨ªticas sociales y nunca llegan los debates a las grandes cuestiones estrat¨¦gicas globales. Visto desde la turbulenta pol¨ªtica espa?ola, es admirable la resonancia europea entre los cuatro partidos, incluso en los cap¨ªtulos m¨¢s delicados que giran en torno la autonom¨ªa estrat¨¦gica o el ej¨¦rcito europeo.
A pesar de los extremos, esta Alemania europea y europe¨ªsta es definitivamente la que quer¨ªa Thomas Mann cuando abomin¨® de Hitler y huy¨® de la Europa alemana so?ada por ¨¦l mismo en su juventud, convertida luego en el horror totalitario. Solo falta ahora que los programas se traduzca en pol¨ªticas. Es lo que los europeos esperamos de su liderazgo reluctante.
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