Carta de un corintio a Pablo
No digas o hagas m¨¢s cosas, sino menos. No te prepares tanto las intervenciones, excesivamente sazonadas de met¨¢foras l¨ªricas. Presenta la verdad, tu verdad, desnuda
Querido Pablo,
No puedo competir con tus consejeros ¨¢ulicos. No tengo el ojo liberal de Vargas Llosa, que ve con claridad qui¨¦n vota bien y mal; la lengua diplom¨¢tica de Aznar, que corteja con humildad la diplomacia con Am¨¦rica Latina; o el coraz¨®n cristiano de Ayuso, que abraza con penitencia los errores hist¨®ricos.
S¨®lo soy un pecador, una oveja alejada del reba?o popular. Pero por eso estoy interesado en que Espa?a tenga un partido liberal-conservador s¨®lido. Y esto es un mensaje para los lectores socialdem¨®cratas que se frotan las manos con la crisis del PP: un repaso a la historia de las democracias nos ense?a que, sin un centroderecha fuerte, el centroizquierda acaba colapsando. Si el bando contrario se fragmenta y radicaliza, el tuyo tambi¨¦n se parte y enrabieta.
La derecha tradicional sufre para gobernar en todas las democracias, pero el problema del PP es de otra dimensi¨®n. Mientras sus correligionarios europeos debaten sobre si deben excluir a la ultraderecha o pactar con ella como ¨²ltima carta tras explorar otras opciones, la lista de potenciales socios del PP s¨®lo incluye a Vox.
No tengo cura para el alma popular. Pero, como para cualquier coraz¨®n convulso, el mejor remedio es siempre la calma. El PP se proyecta como alternativa atractiva para los decisivos votantes moderados no cuando sube las pulsaciones de la pol¨ªtica, sino cuando las baja. Pablo, no digas o hagas m¨¢s cosas, sino menos. No te prepares tanto las intervenciones, excesivamente sazonadas de met¨¢foras l¨ªricas. Presenta la verdad, tu verdad, desnuda.
La hiperactividad l¨¦xica te perjudica. Por ejemplo, en la ¨²ltima sesi¨®n de control al Gobierno planteaste dos cuestiones potencialmente relevantes: la extra?a llegada a Espa?a del l¨ªder del Frente Polisario, Brahim Gali, y la no menos rara revisi¨®n del dato de crecimiento econ¨®mico del INE. Si te hubieras limitado a preguntar a Pedro S¨¢nchez qu¨¦ sabe de esos asuntos, le habr¨ªas puesto en un aprieto: el silencio o la respuesta podr¨ªan ser comprometedoras. Pero si, en lugar del tono inquisitorial propio de la oposici¨®n, te arrogas el martillo sentenciador que corresponde a la opini¨®n p¨²blica, sugiriendo que S¨¢nchez es ¡°la X del caso Gali¡± o manipula datos, el presidente se siente legitimado para contestar lo que le plazca. Una oposici¨®n que juzga no puede fiscalizar al Gobierno.
Con afecto, @VictorLapuente
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