Si Europa se tira por un puente
La Uni¨®n es el coco, es el hombre del saco o la hermana ejemplar, seg¨²n les plazca. Mencionan su nombre en vano incluso para sugerirnos, como Escriv¨¢, que trabajemos hasta m¨¢s all¨¢ de la edad legal de jubilaci¨®n
Es necesario un cambio cultural para que se trabaje m¨¢s entre los 55 y los 75 a?os. Lo dec¨ªa el ministro Escriv¨¢ el pasado domingo en el diario Ara y a?ad¨ªa que Espa?a era una anomal¨ªa en Europa en ese sentido, as¨ª que hab¨ªa que espabilar. Y fueron muchos los que le respondieron, con raz¨®n, que en la vida se hab¨ªa subido a un andamio.
Ante el revuelo generado, el ministro y el PSOE no tardaron en rectificar y en tranquilizarnos porque no estaban hablando, seg¨²n matiz¨® Escriv¨¢, de retrasar la edad de jubilaci¨®n sino de que las empresas contrataran y no prescindieran de ciudadanos en esa franja de edad, una intenci¨®n m¨¢s que justa. Pero nos conocemos, bacalao, aunque vengas disfrazao. Y nos acordamos del Pacto de Toledo y de que dentro de nada, en 2027, se alcanzar¨¢ la edad pactada en aquel retraso progresivo de la edad de jubilaci¨®n, de los 65 a los 67.
En cualquier caso, a?adi¨® Escriv¨¢, de lo que ¨¦l hablaba era de ¡°un cambio cultural¡± y no legislativo, lo cual es incluso peor: una mala ley puede ser rechazada y retirada, pero un cambio antropol¨®gico exitoso es en algunos casos imborrable. Por eso dec¨ªa Thatcher que no quer¨ªa cambiar la econom¨ªa sino las almas.
El caso es que el ministro de Seguridad Social del gobierno m¨¢s progresista de la democracia quiere que nos apetezca seguir siendo productivos durante a¨²n m¨¢s tiempo. Que dediquemos nuestra vejez no solo a mirar obras sino a darle a la hormigonera. Que ¡°seamos libres¡± ¡ªes curioso: en el ¨¢mbito econ¨®mico siempre hablan de libertad los que nunca tienen necesidad¡ª de tomarnos el Sintrom a la hora del caf¨¦ en nuestra jornada laboral. Y lo quiere en nombre de Europa y de la europeidad.
Y es que para nuestros pol¨ªticos Europa es a veces la hermana guapa y empollona a la que debemos aspirar a parecernos, nosotros que somos la hija feota y achaparr¨¢. Otras es el hombre del saco: creen que basta con mentarla para callarnos la boca. Y, aunque parecen dos usos incompatibles, no lo son: en ambos casos nuestras ¨¦lites nos tratan como a cr¨ªos y asumen ellos el papel de padres. Creen que tienen que contarnos mentirijillas, explicarnos algunas cosas muy despacito porque no entendemos y otras, simplemente, ocult¨¢rnoslas.
Europa es la eterna excusa: nos dicen que no podemos tener deuda mientras Francia y Alemania incumplen el objetivo de d¨¦ficit decenas de veces. Que Bruselas no nos deja regular el alquiler, pero en Berl¨ªn expropiar¨¢n m¨¢s de 240.000 viviendas a grandes inmobiliarias. Que es poco realista exigirle a la Comisi¨®n Europea que no nos estafe con los precios de la energ¨ªa e incluso, como dijo la ministra Montero, que no se puede bajar el IVA a la luz por su culpa, lo cual acab¨® siendo desmentido por la propia Comisi¨®n.
Lo que siempre callan, con ese paternalismo que les lleva a hablarnos como si fu¨¦ramos idiotas, es que Europa son ellos. Son los socios europeos del PSOE, del PP y de Ciudadanos, cuando no directamente Solana, Borrell y Calvi?o. Incluso las izquierdas que han tonteado con la soberan¨ªa, esas que maldec¨ªan a la Troika en 2015, acaban confiando en su supuesto ¡°giro keynesiano¡±, como han apuntado Iglesias o Yolanda D¨ªaz.
Europa es el coco, es el hombre del saco o la hermana ejemplar, seg¨²n les plazca. Mencionan su nombre en vano incluso para sugerirnos, como Escriv¨¢, que trabajemos hasta m¨¢s all¨¢ de la edad legal de jubilaci¨®n, que eso es de europeos de bien y no de espa?olitos vagos y con boina. Alguna vez habr¨¢ que cambiar las tornas y preguntarles, esta vez como si nosotros fu¨¦ramos sus padres y ellos cr¨ªos tontos: ¡°y si Europa se tira por un puente, ?t¨² te tiras?¡±.
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