Argentinos en la tormenta de Georgieva
Con Kristalina Georgieva bajo la lupa, es posible que se termine toda flexibilidad en las negociaciones de la deuda argentina con el FMI
Kristalina Georgieva, la directora-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), est¨¢ siendo sacudida por una tormenta institucional y geopol¨ªtica. Y la Argentina est¨¢ atrapada en ella. Georgieva ha sido acusada de favorecer a China cuando se desempe?aba como gerente general del Banco Mundial. En concreto, se le reprocha haber forzado a sus subordinados a manipular datos de tal manera que ese pa¨ªs mejorara su ranking en el programa Doing Business. Un reporte de 15 p¨¢ginas elaborado para el Banco Mundial por el estudio de abogados WilmerHale detalla los pormenores en que se fundan esos cargos.
Las imputaciones se inscriben en una gran disputa de poder que tiene como principales protagonistas a Washington y a Pek¨ªn, y que se libra ahora dentro del FMI. La cuota china constituye el 6% del control de organismo. La de los Estados Unidos, el 17%. Si el a?o pr¨®ximo siguiera al frente del Fondo, Georgieva deber¨ªa volver a calibrar la participaci¨®n de China. El esc¨¢ndalo de estos d¨ªas, en la medida en que le coloca bajo sospecha, condicionar¨¢ esa tarea.
La conducta de Georgieva ha descargado sobre ella dur¨ªsimos reclamos. The Economist pidi¨® su renuncia. Yanet Yellen, la secretaria del Tesoro de Joe Biden, se ha negado a contestarle las llamadas. La Secretar¨ªa declar¨® su preocupaci¨®n por lo que est¨¢ ocurriendo. Estados Unidos y Jap¨®n son los socios del FMI m¨¢s duros con Georgieva. No hace falta aclarar que ese alineamiento no es ajeno al conflicto con China.
En defensa de Georgieva intervino Joseph Stiglitz. El profesor de Columbia y premio Nobel del a?o 2001, entiende que a la funcionaria se la ataca por la orientaci¨®n que le imprimi¨® al FMI: preocupaci¨®n por el cambio clim¨¢tico; menos ¨¦nfasis en la austeridad y m¨¢s en el crecimiento y la lucha contra la pobreza; y una mayor consciencia sobre los l¨ªmites del mercado. Es una lectura discutible: las mayores objeciones a Georgieva provienen de la administraci¨®n Biden, que comparte esos valores.
Stiglitz formul¨® su interpretaci¨®n en un texto titulado ¡°Un intento de golpe en el FMI¡±, que public¨® Project Syndicate. All¨ª menciona, como otro m¨¦rito por el que Georgieva estar¨ªa siendo atacada, el siguiente antecedente: ¡°En la reestructuraci¨®n de la deuda argentina que comenz¨® en 2020, el Fondo mostr¨® claramente los l¨ªmites de lo que pod¨ªa pagar el pa¨ªs, es decir, cu¨¢nta deuda era sustentable. Debido a que muchos acreedores privados quer¨ªan que el pa¨ªs pagara m¨¢s de lo que era sustentable, este simple acto cambi¨® el marco de negociaci¨®n¡±.
La afirmaci¨®n de Stiglitz puede agregar pistas para entender sus afinidades con Georgieva. Es de esperar que no sume nuevas mortificaciones a la economista b¨²lgara, ya no por su actuaci¨®n en el Banco Mundial, sino en el Fondo. Esas pistas son, por varias razones, argentinas.
Stiglitz y Georgieva forman parte de un entramado cuyo nudo m¨¢s importante es el Vaticano. Stiglitz es miembro ordinario de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, que lidera el obispo argentino Marcelo S¨¢nchez Sorondo. Es una instituci¨®n intelectual ligada, por supuesto, al pensamiento eclesi¨¢stico que durante el pontificado de Jorge Bergoglio, compatriota de S¨¢nchez Sorondo, acentu¨® su recelo hacia los mercados, sobre todo los financieros. La voz de Stiglitz resuena all¨ª con fuerza.
Desde que Georgieva est¨¢ al frente del FMI, se ha convertido en una visitante habitual de la Casina Pio IV, la sede de la Academia: un peque?o palacio que se levanta en los jardines del Vaticano y que tiene como piso los viejos mosaicos de la Domus Aurea, la casa de Ner¨®n.
Quienes, como Stiglitz, son propensos a ver conspiraciones, podr¨ªan detenerse en la empat¨ªa de la Santa Sede de Bergoglio con la China de Xi Jinping. El 22 de septiembre de 2018 el Vaticano firm¨® un acuerdo con Pek¨ªn para reconocer la designaci¨®n de obispos por parte del r¨¦gimen. El texto del pacto permanece en secreto. La decisi¨®n levant¨® cr¨ªticas entre quienes denuncian o padecen las sistem¨¢ticas agresiones del gobierno chino a la libertad religiosa, que incluyen la persecuci¨®n de muchos cat¨®licos. El cardenal Joseph Zen Ze-kiun, que fue obispo de Hong Kong, afirm¨® que los negociadores ¡°est¨¢n malbaratando a la Iglesia¡±. El acercamiento parece ser la manifestaci¨®n de una sinton¨ªa conceptual. S¨¢nchez Sorondo afirm¨® en febrero de 2018 que ¡°es en China donde mejor se practica la doctrina social de la Iglesia¡±. Ser¨ªa interesante saber qu¨¦ opina Mario Draghi, otro acad¨¦mico pontificio, sobre esta afirmaci¨®n. El primer ministro est¨¢ distanciando cada vez m¨¢s a Italia de los chinos.
Ser¨ªa un error extender a Georgieva esta atracci¨®n por el r¨¦gimen de Xi. Pero, a pesar de profesar la fe ortodoxa, ella ha puesto bajo el paraguas de la Iglesia la agenda de su gesti¨®n, tal como la define y defiende Stiglitz: el papa Francisco ha sido obsesivo en sus preocupaciones por el cuidado del medio ambiente y en la necesidad de que la din¨¢mica del mercado encuentre restricciones ante la pobreza de las sociedades y el endeudamiento de los Estados de bajos o medianos ingresos.
En este ¨²ltimo desvelo aparece otro eje vinculado a la Argentina. Se trata del pa¨ªs que recibi¨® el cr¨¦dito m¨¢s abultado del FMI de toda su historia: 57.000 millones de d¨®lares, de los que entre 2018 y 2019 se desembolsaron 45.000. Ese cr¨¦dito fue gestionado por el gobierno de Mauricio Macri y debe ser renegociado ahora por el del kirchnerista Alberto Fern¨¢ndez. El encargado de esa renegociaci¨®n es el ministro Mart¨ªn Guzm¨¢n, disc¨ªpulo dilecto de Stiglitz y ayudante suyo en el claustro de Columbia. Algunas de las reuniones entre Georgieva y Guzm¨¢n por esa deuda se realizaron en el Vaticano, en el contexto de sesiones acad¨¦micas organizadas por S¨¢nchez Sorondo, de las que particip¨® Stiglitz.
El presidente Fern¨¢ndez y el ministro Guzm¨¢n afrontan vencimientos muy exigentes el a?o pr¨®ximo. Esperan que Georgieva les ofrezca una receta heterodoxa: una tasa de inter¨¦s reducida y, tal vez, un per¨ªodo de gracia m¨¢s extenso al previsto en los estatutos. Cuando comenzaron las negociaciones, desde la Presidencia argentina no tuvieron reparos en afirmar que se le pedir¨ªa al Papa una gesti¨®n para obtener facilidades.
Con Georgieva bajo la lupa, es posible que se termine toda flexibilidad. La directora-gerente ya no podr¨¢ innovar. Aun cuando no la reemplacen, lo m¨¢s probable es que deba someterse a una supervisi¨®n m¨¢s estricta de los representantes de Estados Unidos en el FMI. Al lado de Yellen, en la secretar¨ªa del Tesoro, est¨¢ David Lipton: antes estuvo en el organismo multilateral y fue el encargado de dise?ar con las autoridades argentinas el programa que permiti¨® aquel gigantesco desembolso.
La vigilancia sobre Georgieva podr¨ªa disparar nuevas controversias, a prop¨®sito de lo que afirm¨® Stiglitz en su art¨ªculo. ?l sostuvo all¨ª, en defensa de la funcionaria, que, en 2020, ¡°el Fondo¡± intervino en la negociaci¨®n de la Argentina con sus acreedores privados para mostrar los l¨ªmites de lo que pod¨ªa pagar el pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ de los cuales la deuda no era sustentable. En rigor, no fue ¡°el Fondo¡±: el gobierno argentino recibi¨® lo que se denomina una Asistencia T¨¦cnica, es decir, un trabajo, para decirlo de alg¨²n modo, de consultor¨ªa. En el prefacio del informe correspondiente, consta esta aclaraci¨®n: ¡°Las visiones expresadas en este reporte son las de los miembros del equipo del FMI y no representan las del Comit¨¦ Ejecutivo del FMI¡±. Es decir, no son la posici¨®n oficial del Fondo.
Sin embargo, en varios informes emitidos desde el Ministerio de Econom¨ªa de la Argentina se utiliz¨®, como argumento frente a los tenedores de bonos, que el pa¨ªs no pod¨ªa mejorar su oferta por el dictamen del FMI sobre sustentabilidad de su deuda. Es decir: una Asistencia T¨¦cnica de los profesionales del Fondo fue presentada como una posici¨®n oficial del organismo. Y desde el organismo jam¨¢s lo desmintieron. Esta identificaci¨®n resulta m¨¢s controvertida a la luz de lo que sucedi¨® con la deuda argentina. El informe de la Asistencia T¨¦cnica preve¨ªa que a fines de 2021 ese pasivo ser¨ªa el 70% del PBI. Sin embargo, ya en el primer trimestre de este a?o el endeudamiento alcanz¨® el 101,5% del PBI. Los bonos que se emitieron en esa reestructuraci¨®n hoy rinden 18% anual, es decir, una tasa de default para nada ¡°sustentable¡±. Si se hubiera cumplido el vaticinio del staff del Fondo, esos papeles no rendir¨ªan m¨¢s del 7%. Los pron¨®sticos de d¨¦ficit tampoco fueron acertados: el informe de la Asistencia T¨¦cnica auguraba que el pa¨ªs cerrar¨ªa 2020 con un desequilibrio de -1,6% y lo hizo con uno de 5,6%.
Stiglitz afirma que ¡°el Fondo¡±, no sus t¨¦cnicos, ¡°cambi¨® el marco de la renegociaci¨®n¡±. E impidi¨® a los acreedores obtener lo que pretend¨ªan. Alguno de esos acreedores puede estar tentado ahora con preguntarse, y en todo caso con reclamar, por lo que podr¨ªa haber sido una ayuda improcedente de ¡°el Fondo¡± a Guzm¨¢n y el kirchnerismo. Igual a la que se le reprocha a Georgieva, a favor de China, cuando estaba en el Banco Mundial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.