Votar ¡°bien¡± y votar ¡°mal¡±
El voto ¨²til presupone sociedades bien constituidas y convencidas de que la democracia, con sus riesgos y peligros, es la mejor de todas las asociaciones posibles, de la que resultar¨¢n el progreso y la justicia
Los votos se inventaron en las elecciones libres, para defender la democracia; los dictadores no necesitan elecciones, ya que las fabrican a su gusto. De una declaraci¨®n sobre el ¡°bien¡± votar, un comentarista de la televisi¨®n dedujo que yo me refer¨ªa a la elecci¨®n que perd¨ª en 1990: los que votaron ¡°bien¡± votaron por m¨ª, y los que no, ¡°mal¡±. No hab¨ªa pensado en ello, pero, por esa y otras cr¨ªticas ¡ªmuchas, en verdad¡ª, deduje que me hab¨ªa equivocado. Ten¨ªa que explicarlo mejor, no para evitar las cr¨ªticas sino para darles fundamento, si lo ten¨ªan.
La cosa me parece m¨¢s bien simple: votar ¡°bien¡± es votar por la democracia; votar ¡°mal¡± es votar contra ella. ?Siempre resulta tan claro y evidente? No, por supuesto. A veces, saberlo no es f¨¢cil al principio; s¨®lo con el paso del tiempo resulta claro si se vota bien o mal. Por ejemplo, los ingleses ¡ªun pueblo que rara vez se equivoca en este asunto¡ª ahora van descubriendo que votar a favor del Brexit, en contra de la Uni¨®n Europea, fue un error y que la democracia m¨¢s antigua del mundo acaso pagar¨¢ caro por ello. Yo pensaba, cuando lo dije, sobre todo en el caso de Venezuela. Todav¨ªa estaba vivo el comandante Ch¨¢vez. Yo iba con frecuencia a Caracas, donde ten¨ªa muchos amigos. Me qued¨¦ asombrado de que hubiera tantos ¡ªentre ellos, varios empresarios¡ª que, entusiasmados, se preparaban a votar por ¨¦l. Este los sobornaba con sus promesas de no tocar nada del sistema imperante en el pa¨ªs y m¨¢s bien mejorar las relaciones del Estado con los empresarios. Estos parec¨ªan creerle. ¡°Hab¨ªa mucha corrupci¨®n con Carlos Andr¨¦s P¨¦rez¡±, les o¨ª decir. ¡°Pero con el comandante Ch¨¢vez habr¨¢ 10 veces m¨¢s corrupci¨®n, la prensa estar¨¢ censurada y nadie podr¨¢ decirlo. Adem¨¢s, s¨®lo habr¨¢ elecciones ama?adas¡±. ¡°Ya se ver¨¢¡±. Y se vio, pues fue esta la ¨²ltima vez que los venezolanos tuvieron elecciones libres.
Votar ¡°mal¡± es cerrar las puertas a la democracia, como se ha hecho en el Per¨² en las ¨²ltimas elecciones, si es que, en verdad, estas fueron limpias, lo que muchos ponemos en duda. Entre tanto, el d¨®lar sube y la gente que puede saca sus ahorros o inversiones y se los lleva al extranjero; las arcas fiscales se ven cada d¨ªa m¨¢s hu¨¦rfanas de recursos. Tal vez no se llegue a lo que el Partido Per¨² Libre quisiera (que present¨® a Castillo como candidato a la Presidencia, pues su l¨ªder, Vladimir Cerr¨®n, estaba condenado por el Poder Judicial por razones de robo al Estado), que el Per¨² forme parte del grupo que re¨²ne a Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero, en todo caso, la situaci¨®n del pa¨ªs es cr¨ªtica y podr¨ªa ocurrir un golpe de Estado en el que la dictadura militar se quedar¨ªa en el poder 10 o 20 a?os, como ha ocurrido otras veces. ?No es eso votar ¡°mal¡±, contra la libertad y el progreso? ?No hubiera sido mejor que los alemanes no se entregaran en cuerpo y alma a Hitler, ganando las elecciones en 1932, con los millones de muertos de la II Guerra Mundial que deriv¨® del convencimiento que ten¨ªa el l¨ªder nazi de derrotar a la URSS, dominar Europa y firmar un tratado de paz con Inglaterra? Los italianos que lo hac¨ªan por Mussolini, y los espa?oles por Franco en Espa?a, ?votaban ¡°bien¡±?
El resultado de unas elecciones puede ser tr¨¢gico para un pa¨ªs si los ciudadanos que votan no prev¨¦n las consecuencias que podr¨ªa tener el resultado electoral. Esto no descalifica las elecciones ni el voto popular, que suelen ser, sobre todo en los pa¨ªses occidentales, responsables y democr¨¢ticos, pero no lo es en el mundo subdesarrollado donde cada d¨ªa vemos casos como el de Nicaragua, donde el comandante Ortega y su esposa Rosario Murillo meten en la c¨¢rcel a todos los candidatos que podr¨ªan hacer sombra a sus intenciones reeleccionistas. ?Qu¨¦ valor se puede prestar a semejantes elecciones donde la victoria de los actuales gobernantes est¨¢ garantizada de antemano y con porcentajes precisos?
En Cuba, en China, en la URSS y en los antiguos pa¨ªses sat¨¦lites se celebraban elecciones puntuales, en las que nadie cre¨ªa, pues s¨®lo serv¨ªan a los gobernantes para enterarse secretamente del estado de cosas en el propio pa¨ªs. Las elecciones tienen sentido s¨®lo en las democracias, mientras el largo abanico de los partidos de centro y de derecha ¡ªque van desde los socialistas hasta los conservadores, pasando por los dem¨®cratas cristianos y los verdes¡ª expresan sus cercan¨ªas y sus diferencias, para establecer alianzas m¨¢s o menos s¨®lidas que les permiten formar un gobierno. Esas elecciones son ¨²tiles, por supuesto, y nadie querr¨ªa suprimirlas. ?Pero las elecciones en pa¨ªses donde acaba de ocurrir un golpe de Estado, como ahora en Guinea, donde la arrolladora mayor¨ªa que est¨¢ detr¨¢s de los golpistas se apresura a celebrarlo manifest¨¢ndole su adhesi¨®n, tienen un sentido democr¨¢tico? Tengo dudas al respecto y me parece, luego de lo sucedido en el Per¨² en las ¨²ltimas elecciones, que habr¨ªa que tomar semejante entusiasmo con aprensi¨®n. Se me alegar¨¢ que las Naciones Unidas, OEA y sus organismos representativos est¨¢n obligados a vigilar el desarrollo de aquellas elecciones antes de legitimarlas. Creo que lo ocurrido en el Per¨² y en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina arroja demasiadas dudas sobre la validez de aquellas misiones de vigilancia electoral, que, a menudo, s¨®lo sirven para echar una capa de supuesta validez a unas elecciones de naturaleza sospechosa.
Nada de esto significa que las elecciones sean in¨²tiles. Aqu¨ª s¨ª tiene sentido hablar de votar ¡°bien¡± o ¡°mal¡±, me parece: no tiene que ver con los candidatos sino con los votantes; porque son estos ¨²ltimos los que legitiman unas elecciones o las convierten en un circo, si votan, como hac¨ªan los votantes del PRI en M¨¦xico por cerca de 80 a?os, en una farsa que serv¨ªa a los gobernantes beneficiados con los resultados electorales para acceder al poder y aprovecharse de ¨¦l.
La ¨²nica manera de asumir una responsabilidad electoral digna de ese nombre es creando una sociedad democr¨¢tica. La soluci¨®n parece cosa de locos y acaso lo sea. ?C¨®mo puede haber una sociedad democr¨¢tica si las elecciones no son verdaderamente representativas y no nos dicen nada sobre la seriedad y conciencia de los votantes?
El voto ¨²til presupone sociedades bien constituidas y convencidas de que la democracia, con sus riesgos y peligros, es la mejor de todas las asociaciones posibles, de la que resultar¨¢n el progreso y la justicia para la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Y ni siquiera el voto en estas circunstancias es siempre v¨¢lido y leg¨ªtimo. En otras sociedades, donde esta opci¨®n no est¨¢ decidida, o lo est¨¢ s¨®lo a medias, el voto puede ser extremadamente precario, una manera de poner en cuesti¨®n e incluso atentar contra las bases de la sociedad, a la que se pretende cambiar radicalmente de sistema. Esto es lo que suele ocurrir cuando se vota ¡°mal¡±, para destruir las bases democr¨¢ticas sobre las que se sostiene una misma sociedad, trastorn¨¢ndola y subvirti¨¦ndola, a fin de que cambie o se modifique esencialmente. Votar ¡°mal¡± o votar ¡°bien¡± no es casual; es una manera de decidir si se ha optado por una forma de sociedad ¡ªla democr¨¢tica¡ª o no est¨¢ claro o, m¨¢s bien, como ocurre todav¨ªa en Am¨¦rica Latina o en ?frica, ya no en el Asia, por ejemplo, donde todav¨ªa todo parec¨ªa en veremos hasta hace poco tiempo. El voto bienintencionado o malintencionado no es anterior a la elecci¨®n; es, m¨¢s bien, una confirmaci¨®n de los pasos previos a la asunci¨®n de la validez segura o escasa de la raz¨®n electoral. Los pa¨ªses que no est¨¢n convencidos de la raz¨®n de ser ¡°democr¨¢tica¡± de su sociedad suelen votar ¡°mal¡±. S¨®lo los que est¨¢n convencidos y a favor de la democracia votan ¡°bien¡±. Pero no en todos los casos y siempre quedar¨¢n flotando dudas al respecto. Que s¨®lo se resolver¨¢n cuando sea demasiado tarde y ya no haya nada que hacer.
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