Qu¨¦ cosa es el amor (en un peri¨®dico)
La despedida de Elvira Lindo me ha hecho recordar que no son las ideas lo que est¨¢ en juego cuando recibo insultos o amenazas f¨ªsicas por la mensajer¨ªa privada de Instagram
El pasado domingo Elvira Lindo dej¨® su columna de opini¨®n en esta misma secci¨®n y su texto de despedida me pareci¨® una carta de desamor, la que solo puede escribir alguien que de verdad haya amado. Confieso que estoy compungida desde entonces, no tanto por su adi¨®s que es a la vez el inicio de otro camino entre estas p¨¢ginas como por el desamor y la herida que mostraba una mujer capaz de escribir amando en cada texto a lo largo del tiempo. Y no me refiero al amor rom¨¢ntico, can¨®nico y convencional que nunca ha necesitado quien lo escriba pues su norma aprieta con la fuerza del prejuicio (que es siempre mudo), sino a esa clase de amor que es una forma de atenci¨®n apasionada sobre la realidad y sobre la vida. Estoy hablando de la clase de amor por la que yo empec¨¦ a leer peri¨®dicos (concretamente este) con 16 o 17 a?os y he seguido haci¨¦ndolo hasta hoy.
Descubr¨ª que el buen periodismo destila amor y ternura hace un mont¨®n de tiempo, en primero de carrera o as¨ª. Juanjo Mill¨¢s hab¨ªa escrito un texto (jurar¨ªa que sali¨® en EL PA?S SEMANAL) que consist¨ªa en perseguir zapatos por la cornisa cant¨¢brica, si mal no recuerdo. No me pregunten por qu¨¦ los persegu¨ªa porque eso no lo s¨¦. Recuerdo, eso s¨ª, que sub¨ªa en muchos autobuses, quiz¨¢s porque ten¨ªa que llegar a alguna parte, aunque eso a los zapatos les daba igual. Entonces yo viv¨ªa en el Pa¨ªs Vasco y result¨® que un tal Mill¨¢s, un extranjero, me ayud¨® a pensar el mundo que me rodeaba sin necesidad de levantar la cabeza del suelo, en un momento en que me parec¨ªa que solo era posible entender algo mirando a la pizarra o el televisor. Un hombre persiguiendo zapatos era capaz de iluminar el pedazo de tierra donde viv¨ªa y dotarla no solo de sentidos nuevos sino tambi¨¦n de cierta trascendencia.
Aquel texto cambi¨® el mundo para m¨ª. Porque lo convirti¨® en un lugar donde la mirada sobre las cosas pod¨ªa llenarlas de significados y deseos. No una mirada cualquiera, claro est¨¢, sino una realmente apasionada, er¨®tica incluso que dir¨ªa Theodor Kallifatides, capaz de fijarse en los m¨¢rgenes, en direcci¨®n opuesta a lo previsto, una que no obedeciera a normas ni tradiciones, que no se legitimara en el pasado ni siquiera en el prestigio (al menos no obligatoriamente), una mirada quir¨²rgica y amorosa al mismo tiempo. Han pasado muchos a?os desde que aquel hombre persiguiera zapatos y me ense?ara c¨®mo la pura atenci¨®n sobre las cosas (sobre cualquier cosa, hasta unos mocasines) es una forma de amor capaz de iluminar. Y entonces llega la columna de Elvira y, como tantas otra veces, se atreve a se?alar donde nadie est¨¢ mirando. Y dice, de mil maneras distintas, que echa de menos el amor.
¡°Creo que ser libre no es ser poderoso o rico o bien considerado o sin compromiso, sino poder amar. Amar a alguien lo suficiente como para olvidarse de uno mismo, incluso por un momento, es ser libre¡±. Esto lo escribi¨® Jeanette Winterson no en este peri¨®dico sino en un libro, Por qu¨¦ ser feliz cuando puedes ser normal, y resulta que la semana pasada este t¨ªtulo y esta autora fueron censurados en Castell¨®n por ser considerados literatura LGTBI. Otra mujer hablando del amor y la libertad en un contexto social donde cada d¨ªa leemos m¨¢s sobre la censura y el odio y escuchamos poco (a veces nada) los amores (y las miradas) decididas a ser libres. Que no son los rom¨¢nticos, no son los de la felicidad conyugal, son los que dice Winterson, los que reclamaba Elvira Lindo en su adi¨®s, son los amores que persiguen la libertad. En realidad, creo que los otros no existen.
La pregunta que me hago es: ?d¨®nde est¨¢ el amor? ?Alguien lo ha visto ¨²ltimamente? ?Es Elvira la ¨²nica que lo echa de menos? Debo decir que yo tambi¨¦n creo que el amor est¨¢ en horas bajas. A veces me parece que lo han secuestrado, que est¨¢ escondido en una celda de Twitter de la que no le deja salir o en alg¨²n algoritmo de Mark Zuckerberg donde apenas le dan de comer. Estoy convencida de que muchas veces la celda del amor es la pantalla de un m¨®vil, aunque a¨²n no puedo demostrarlo, solo nombrarlo. Y no hablo ahora del periodismo, donde creo que a¨²n palpita una fuerte resistencia amorosa, gracias a ese trabajo ind¨®mito de decenas de miles de lectores que leen la prensa a diario en un acto de amor y rebeld¨ªa, pues no son solo noticias lo que aqu¨ª venimos a buscar. Me refiero al mundo entero, a esa sensaci¨®n de que nos est¨¢ atrapando un d¨¦ficit de atenci¨®n generalizada sobre la realidad y sobre la vida, lo que es sin¨®nimo de haber entrado en una profunda crisis amorosa. Y por tanto en un terreno bald¨ªo y peligroso, en el del conservadurismo retr¨®grado. En el de la falta de libertad en el sentido que se?alaba Winterson. Es as¨ª, un d¨ªa dejas de prestar atenci¨®n er¨®tica a la vida y un a?o despu¨¦s eres una persona mucho m¨¢s d¨®cil y gregaria. Gracias, Elvira, por estos a?os y tambi¨¦n por este adi¨®s, por hacerme recordar que el amor debe seguir siendo la pelea. La mirada debe seguir suspendida en los detalles y el mundo merece ser pensando con transcendencia, es decir, con pasi¨®n y con ternura. Reconozco que a veces se me olvida, pero Elvira me ha hecho recordar que no son las ideas lo que est¨¢ en juego cuando recibo insultos o amenazas f¨ªsicas por la mensajer¨ªa privada de Instagram (no soy la ¨²nica, es parte del trabajo de muchas y muchos ¨²ltimamente) por escribir aqu¨ª o en otra parte, es la idea misma del amor. Y por tanto la idea misma de esa palabra tan manoseada ¨²ltimamente llamada libertad. Pero vamos a seguir amando y sangrando, hasta en el adi¨®s, todo el tiempo. Aullaremos y buscaremos zapatos, incluso cuando solo podamos mirar al suelo.
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