Catilinaria
Sin conocimientos ni memoria ¨Dsin sintaxis¨D las posibilidades de comunicaci¨®n se retrotraen a estados prehumanos. Se pierden sentido cr¨ªtico y sentido del humor
Soy una escritora profesora que decidi¨® mantener contacto con las aulas para no enfermar de torre de marfil, vanidad, envidia propia y ajena, y/o peligros¨ªsimo exitillo literario. La docencia me vincula con la realidad y me ayuda a esforzarme para ser inteligible. Me desensimisma. Es importante hacerse entender sin renunciar a lo complejo y, a la vez, abrirse como flor. Sin embargo, a veces t¨² te abres y comprendes que detr¨¢s de las criptomonedas est¨¢n ciberpunk y acracia (?Hosti, t¨²!), pero quienes tienes enfrente no son permeables a ¡°Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra¡±: y eso que el reto ser¨ªa interesant¨ªsimo porque, mientras desentra?as la mara?a sint¨¢ctica del lat¨ªn, eliminando el ¨®xido neuronal, te documentas sobre la antig¨¹edad de ciertas pr¨¢cticas pol¨ªticas (?Joer con Roma!) percat¨¢ndote de que tu generaci¨®n no ha inventado el huevo. La velocidad a la que se acumulan los nuevos conocimientos (inputs) y la mutaci¨®n que sufren las estrategias intelectivas repercute en que las personas dedicadas al oficio de ense?ar se sientan precozmente viejas. Agotaitas. Obsolescentes. No poder usar como ejemplo Cantando bajo la lluvia para explicar que si llueve, te mojas, quema. Tambi¨¦n s¨¦ que muchos docentes vocacionales buscan formas para sentirse vivificados gracias al contacto con una juventud que lo tiene cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil. Participo en encuentros en institutos p¨²blicos y siempre salgo con la impresi¨®n de que no est¨¢ todo perdido. Y se me acumulan distintos tipos de rabia cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid declara que ella hace lo que le da la gana y, en el Parlamento auton¨®mico, al ser contradicha, exclama ¡°?Uff, es que yo paso!¡± Y se pira. Entonces, me acuerdo del profesorado entusiasta y le rezo a Gianni Rodari para que, desde el cielo de Caperucita roja, les ayude.
El arrinconamiento de las humanidades y la prevalencia de la comunicaci¨®n frente a la sintaxis, como si la una fuese posible sin la otra, nos hacen temer que Zara, no Tzara y su Dada, llegue al insti. Nos chirr¨ªan los dientes ante los contrasentidos de una ense?anza pseudo-comunicativa que en el proceso de construcci¨®n de competencias no compagina, con equilibrio, conocimiento y habilidades. Ense?ar a leer con distintos objetivos, r¨¢pida o espeleol¨®gicamente, en funci¨®n de los g¨¦neros, desarrollando capacidad de relaci¨®n conceptual, memoria y conexiones con la propia biograf¨ªa, es un prop¨®sito util¨ªsimo en un plan de estudios. No hablo de poes¨ªa barroca, sino de entender la consigna del problema de matem¨¢ticas. Sin embargo, todo ese aparataje es c¨¢scara hueca si no hay contenidos, nombres, conceptos. Saber qu¨¦ es una subordinada de relativo nos ayuda a escribir y a pensar. Saber que en el Siglo de las Luces se produjeron las primeras oscuridades rom¨¢nticas o d¨®nde se ubica Australia para que no nos pase como al peque?o Nicol¨¢s, tambi¨¦n. No todo el saber reside en Siri. No podemos sacralizarla ni enamorarnos de ella. Sin conocimientos ni memoria ¨Dsin sintaxis¨D las posibilidades de comunicaci¨®n se retrotraen a estados prehumanos. Se pierden sentido cr¨ªtico y sentido del humor. Se complica la sonrisa ¨Dmecanismo emp¨¢tico sofisticado¨D, y se estimulan mordisco y odio en un mundo como jungla de ¨¢rboles de cables donde habitan personas incapacitadas para el placer y la utilidad de una oraci¨®n compleja.
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