Hasta la mentira, siempre
Despu¨¦s de ver al presidente celebrar una derrota electoral como si fuera una victoria, Argentina se instala en la posverdad: ?qui¨¦n puede decir qu¨¦ es verdad y qu¨¦ no? ?ser¨¢ este el posperonismo?
En la noche de la peor elecci¨®n hist¨®rica del peronismo, el presidente Alberto Fern¨¢ndez sali¨® a festejar una victoria imaginaria. El peronismo acababa de perder la mayor¨ªa autom¨¢tica de la que gozaba en el Senado desde 1983, quedando detr¨¢s de Juntos por el Cambio (el partido del expresidente Mauricio Macri) por nueve puntos a nivel nacional. La misma elecci¨®n legislativa lo mostraba derrotado por goleada en las principales provincias: C¨®rdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre R¨ªos, Corrientes, e incluso en Santa Cruz, feudo kirchnerista por d¨¦cadas, donde el apellido Kirchner recal¨® en un humillante tercer lugar. Sin embargo, Alberto Fern¨¢ndez eligi¨® ser fiel a su estilo de gobierno: permaneci¨® intocado por la realidad.
Alberto convoc¨® a festejar el triunfo ¡°como corresponde¡± y llenar la Plaza de Mayo; Leandro Santoro, que perdi¨® por 23 puntos ante Mar¨ªa Eugenia Vidal en la Ciudad de Buenos Aires, habl¨® excitado de lo que hab¨ªa sido para ¨¦l una ¡°elecci¨®n extraordinaria¡±; Axel Kicillof se mostr¨® a¨²n m¨¢s exultante que cuando gana de verdad (en 2019, cuando fue electo gobernador de la provincia, dio un discurso amargo y furioso). Todos se abrazaron y se besaron efusivos; tambi¨¦n la pandemia hab¨ªa terminado. Con un Alberto digno de una Concha de Plata al Mejor Actor en el festival de cine de San Sebasti¨¢n.
Festejar que uno gan¨®, cuando sabe que perdi¨®, debe ser un v¨¦rtigo apasionante. Por otro lado, ?a qui¨¦n pod¨ªa importarle la tibia y desabrida aritm¨¦tica electoral? ?Que uno m¨¢s uno son dos, o que 41,97% es un n¨²mero mayor que 33%?
A diferencia de la derrota que sufri¨® el Gobierno en las primarias en septiembre, que produjo hist¨¦ricas renuncias de ministros del Gabinete Nacional, y audios filtrados donde una diputada cristinista se refer¨ªa despectivamente al presidente como un ¡°okupa¡± de la Casa Rosada, esta vez el oficialismo se mostr¨® m¨¢s cohesivo. Coreografiado exquisitamente por el estratega catal¨¢n Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª, la cuidada puesta en escena del triunfo en plena derrota acab¨® diciendo mucho m¨¢s sobre el Gobierno que una simple jugarreta de manipulaci¨®n de la percepci¨®n medi¨¢tica. No siempre se puede observar lo sencillo que es para los pol¨ªticos simular una sensaci¨®n aut¨¦ntica. Uno asume que mienten, pero no siempre es f¨¢cil apreciar el grado expl¨ªcito de c¨¢lculo, dise?o y actuaci¨®n en la mentira. ?C¨®mo se sentir¨¢ festejar del mismo modo que ganaste y que no, que te dieron una paliza? La campa?a del Gobierno hab¨ªa consistido en afiches que dec¨ªan ¡°s¨ª¡±, y el 67% de la gente hab¨ªa dicho ¡°no¡±. ?Y si en realidad daba igual? ?La casta pol¨ªtica es el terreno de la amoralidad? ?Y si la mentira maquiav¨¦lica no es un instrumento de uso in extremis, sino su pol¨ªtica m¨¢s consistente? La verdad y la mentira ser¨ªan una misma cosa para el kirchnerismo.
Argentina es un pa¨ªs para cobrar entrada, como dice Jorge Turco As¨ªs, pero esa noche hubo algo m¨¢s. Vivimos en la posverdad, ?qui¨¦n puede decir qu¨¦ es verdad y qu¨¦ no?, nos plantea el metaverso de Antoni. Per¨®n dec¨ªa que ¡°la ¨²nica verdad es la realidad¡±: si esa es la posverdad, ?ser¨¢ este el posperonismo? Hasta ahora, el relato kirchnerista era una emanaci¨®n de la garganta de Cristina Kirchner: una voz que necesita el ritmo de una gesta, y ese parece ser el sentido de la pol¨ªtica para el kirchnerismo. Y en esa gesta Cristina Kirchner siempre debe ser la vencedora, y por eso su ausencia fue la prueba indisimulable de la derrota. Adem¨¢s, porque una derrota equivale a avalancha de causas judiciales que se activa en alud contra ella. Se excus¨® apenas iniciado el conteo tuiteando que su m¨¦dico le ped¨ªa reposo; ella se vuelve invisible en los fracasos, aunque los vistan de seda.
Me han indicado reposo. Nada de que preocuparse, pero el esfuerzo realizado para participar del cierre del FdT retras¨® la evoluci¨®n del posoperatorio. Por eso, esta noche no podr¨¦ estar, como hubiera querido y como siempre he hecho, en el b¨²nker. Abrazo fuerte a todos y a todas.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) November 14, 2021
Cristina no se prest¨® a la farsa que segu¨ªa a la tragedia, seg¨²n el apotegma que tanto le gusta de Karl Marx. Ella parece ser la ¨²nica persona atenta a la realidad de la debacle peronista. En 2019, su experimento electoral (que consisti¨® en poner a alguien que la defenestraba, como presidente) lograba el 48%; dos a?os despu¨¦s, esa misma fuerza ¡ªel peronismo unido¡ª obten¨ªa el 33%. El 33% siempre fue su tesoro y su techo: ese tercio de la poblaci¨®n que le pertenece y la acompa?a adonde sea, sus flores salvajes surgidas del lodo m¨¢s pobre del conurbano bonaerense, donde Cristina es reina. Ahora, el peronismo unido se ve reducido a ese 33% que ella tra¨ªa como dote, mientras el aporte de sus socios se esfuma. Alberto dilapida diariamente su capital pol¨ªtico, y ella a duras penas logra retener a sus distritos adictos. A fuerza del ¡°Plan Platita¡±, la repartija de dinero en efectivo, bicicletas y neveras en los barrios populares a cambio de votos. El clientelismo no se disimula: es la esencia de la pol¨ªtica del kirchnerismo.
?Como hacer populismo sin popularidad? Solo queda el discurso ampuloso, ajado, y las medidas antiguas, repetidas, que no funcionaron antes y tampoco ahora, pero conservan el fulgor nost¨¢lgico de otra era. El kirchnerismo s¨®lo es capaz de administrar s¨ªmbolos: su arte es reconstruir y modificar el pasado. El kirchnerismo es su propio museo de medidas, cepos y artima?as estatales en permanente devaluaci¨®n. La noche de la derrota-triunfo fue interesante porque le permiti¨® al Gobierno actuar su propia desconexi¨®n con los datos del presente, mientras los j¨®venes le dan la espalda y su caudal pol¨ªtico se desploma. ¡°A nosotros nos toc¨® perder ganando, ellos pueden haber ganado perdiendo¡±, cincel¨® para mayor confusi¨®n Victoria Tolosa Paz, que perdi¨® por un punto en la Provincia. Distra¨ªdo, el asesor catal¨¢n no atin¨® a recordar la frase famosa de Borges: la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece.
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