La republicanizaci¨®n del pasado
El af¨¢n de ajustar cuentas con la historia ignora el hecho de que la l¨ªnea del tiempo est¨¢ jalonada por un n¨²mero infinito de errores e injusticias y de que persiguiendo esas sombras nunca alcanzaremos un futuro digno de tal nombre
En enero de 1900, un colaborador del peri¨®dico El Socialista plante¨® la posibilidad de que la rep¨²blica fuera el nuevo opio del pueblo. ¡°La religi¨®n lo ha sido. Para muchos lo es hoy la rep¨²blica¡±. El art¨ªculo mostraba, exacerbado, el recelo del viejo PSOE hacia esta forma de gobierno, considerada el r¨¦gimen burgu¨¦s por excelencia. Cierto que el partido ten¨ªa un alma republicana y que, circunstancialmente, se uni¨® a los enemigos de la monarqu¨ªa en un frente com¨²n, pero incluso despu¨¦s del 14 de abril de 1931 no tardaron en aflorar sus prejuicios antirrepublicanos. ¡°Tenemos que luchar, como sea¡±, proclam¨® Francisco Largo Caballero en noviembre de 1933, ¡°hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una Rep¨²blica burguesa, sino la bandera roja de la Revoluci¨®n Socialista¡±.
En el Bienio Negro, las invectivas socialistas subieron de tono. El problema no eran solo los gobiernos de derechas que se sucedieron tras las elecciones de 1933. No hab¨ªa una Rep¨²blica buena hasta noviembre de aquel a?o y otra ileg¨ªtima a partir de esa fecha. El verdadero problema radicaba en el hecho de que, seg¨²n Largo Caballero, en el orden econ¨®mico la Rep¨²blica era ¡°lo mismo o peor que la Monarqu¨ªa¡±. En realidad, ¡°si nos decidimos a hacer justicia a la Monarqu¨ªa¡±, afirm¨® El Socialista en 1935, hab¨ªa que reconocer que la Rep¨²blica era peor. En ese mismo editorial, el portavoz del PSOE expres¨® su deseo de que el r¨¦gimen republicano pasara a mejor vida lo antes posible: ¡°?A manos de qui¨¦n debe morir? A las de cualquiera. Eso nos es indiferente¡±.
El resto de la izquierda obrera fue a¨²n m¨¢s contundente y, en algunos casos, lo fue desde el principio. El 14 de abril de 1931 militantes del Partido Comunista dieron la nota discordante en medio de la celebraci¨®n popular al lanzar gritos de ¡°?Abajo la Rep¨²blica! ?Vivan los soviets!¡± en la Puerta del Sol de Madrid, para asombro e indignaci¨®n de la multitud que celebraba el triunfo republicano. Al conmemorarse el segundo aniversario de aquella hist¨®rica jornada, Solidaridad Obrera, portavoz del sindicato anarquista CNT, hac¨ªa este balance de los dos a?os transcurridos desde entonces: ¡°Sangre, degollamiento, incendios, asesinatos, c¨¢rceles, miseria. (¡) Dos a?os de injusticias santificadas por el gorro frigio. ?Valiente aniversario!¡±.
Gobernaba todav¨ªa Manuel Aza?a, que a?os despu¨¦s, en su libro La velada en Benicarl¨®, criticar¨ªa la incapacidad de las fuerzas republicanas para alcanzar ¡°un convenio, un pacto¡±, como el de la monarqu¨ªa canovista. ?Acab¨¢ramos! A la Rep¨²blica le hab¨ªa faltado el esp¨ªritu pactista del r¨¦gimen de la Restauraci¨®n, del que pretend¨ªa ser la ant¨ªtesis. El propio Aza?a lamentar¨ªa que en los a?os treinta los espa?oles no hubieran sabido ¡°levantar por asenso com¨²n un Estado dentro del cual puedan vivir todos, respet¨¢ndose y respet¨¢ndolo¡±. Lo que Aza?a llamaba asenso com¨²n es lo que desde la Transici¨®n democr¨¢tica llamamos consenso.
Los futuros historiadores estudiar¨¢n, intrigados y perplejos, la fascinaci¨®n que la Segunda Rep¨²blica produce en la actual izquierda espa?ola, heredera de aquella izquierda revolucionaria que la tachaba entonces de burguesa y antiobrera. Quienes practican ese culto retrospectivo a la rep¨²blica deber¨ªan conocer la dura autocr¨ªtica que muchos dirigentes del Frente Popular hicieron, tras la Guerra Civil, de su labor pol¨ªtica en aquellos a?os y de los defectos y errores en que, a su juicio, incurri¨® el r¨¦gimen republicano. Valga como ejemplo la conferencia que el socialista Luis Araquist¨¢in pronunci¨® en Toulouse en 1947, en la sede del PSOE en el exilio, con el t¨ªtulo Algunos errores de la Rep¨²blica espa?ola, derivados, en su opini¨®n, del radicalismo y de la falta de sentido de la realidad con que se concibi¨® aquel r¨¦gimen.
No menos sorprendente resulta la tendencia actual a proyectar hacia el pasado s¨ªmbolos y mitos vinculados a la Segunda Rep¨²blica, pero ajenos, en gran medida, a la tradici¨®n republicana, no digamos liberal. A pesar de que, como es bien sabido, la Primera Rep¨²blica, proclamada en febrero de 1873, mantuvo la bandera rojigualda como ense?a nacional, es cada vez m¨¢s frecuente verla representada con la bandera tricolor. As¨ª ocurre con la c¨¦lebre alegor¨ªa de la Rep¨²blica federal publicada por la revista La Flaca en marzo de 1873, en que el arco¨ªris rojo, amarillo y rojo que figura al fondo de la imagen aparece, en libros, p¨¢ginas web y art¨ªculos de prensa, con la franja inferior repintada de morado, para que coincida con la bandera de la Segunda Rep¨²blica. Tan burda manipulaci¨®n, reconocida abiertamente por algunos de sus art¨ªfices, responde a una intenci¨®n clara: privar a la actual bandera nacional de sus viejas credenciales liberales y hacer de la ense?a roja, amarilla y morada el ¨²nico emblema posible de la democracia espa?ola. Al mismo prop¨®sito obedece la presencia de la tricolor en homenajes a la Primera Rep¨²blica y su asociaci¨®n con figuras emblem¨¢ticas de la historia del liberalismo espa?ol, como Rafael del Riego y Mariana Pineda, que murieron antes de que se inventara la bandera instituida en 1931.
Tambi¨¦n la Segunda Rep¨²blica incurri¨® en ocasiones en un ingenuo adanismo hist¨®rico atribuy¨¦ndose todo lo que de moderno y avanzado recibi¨® de la monarqu¨ªa derrocada, como hizo Rodolfo Llopis en su intervenci¨®n en la Semana Pedag¨®gica de 1932 al ilustrar ¡°la intensa obra de educaci¨®n de la Rep¨²blica Espa?ola¡± con un documental cinematogr¨¢fico que mostraba los grandes avances que la educaci¨®n y la cultura estaban registrando en Espa?a. Las im¨¢genes eran ciertamente impresionantes ¡ªla Residencia de Estudiantes, el Centro de Estudios Hist¨®ricos, modernos laboratorios, nuevos grupos escolares¡¡ª, pero la pel¨ªcula, como sab¨ªa el propio Llopis, que se la llev¨® a una gira por Am¨¦rica en 1930, se hab¨ªa rodado a finales de los a?os veinte. Era imposible, por tanto, que aquel documental reflejara otra cosa que la efervescencia cultural del pa¨ªs bajo el reinado de Alfonso XIII, con el impulso decisivo de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. Ese esplendor alcanz¨® su apogeo durante la Segunda Rep¨²blica, en parte, gracias a ella, pero en modo alguno se puede decir que empezara en abril de 1931.
Repintar banderas, republicanizar personajes e idealizar episodios hist¨®ricos, en contra del testimonio de sus protagonistas, es la expresi¨®n m¨¢s sectaria de una concepci¨®n voluntarista de la historia hoy en d¨ªa muy en boga. ¡°?Adelante hacia el pasado!¡±, rezaba el ir¨®nico lema escrito por El Roto en una vi?eta publicada en este mismo peri¨®dico el pasado 13 de abril. El af¨¢n de ajustar cuentas con la historia, justificado como requisito imprescindible para afrontar el futuro, ignora el hecho de que la l¨ªnea del tiempo est¨¢ jalonada por un n¨²mero infinito de errores e injusticias, que hace de esa labor reparadora una tarea forzosamente interminable. Como en la c¨¦lebre apor¨ªa de Zen¨®n de Elea, en la que Aquiles est¨¢ condenado a correr siempre detr¨¢s de la tortuga, persiguiendo sombras del pasado nunca alcanzaremos un futuro digno de tal nombre.
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