¡°Quinta columna¡±: la expresi¨®n multiusos que sirvi¨® para comunistas, conspiradores cat¨®licos o islamistas radicales
Los historiadores Juan Francisco Fuentes y Jos¨¦ Carlos Rueda Laffond analizan s¨ªmbolos y mitos pol¨ªticos en un nuevo libro, del que ¡®Ideas¡¯ adelanta un extracto
¡°Cuatro columnas¡¯, dijo el traidor Mola que lanzar¨ªa sobre Madrid, pero que la ¡®quinta¡¯ ser¨ªa la que comenzar¨ªa la ofensiva¡±. Estas palabras de Pasionaria dieron carta de naturaleza a la expresi¨®n ¡°quinta columna¡±, en alusi¨®n al enemigo oculto en la retaguardia, en un clima de tensi¨®n ante los ¨¦xitos de las tropas sublevadas ¡ªpocas jornadas antes hab¨ªa ca¨ªdo Toledo¡ª y el inminente asedio a la capital. Un clima acompa?ado de rumores y ¡°comadreo callejero¡±, de bravuconadas propagand¨ªsticas del enemigo y del alumbramiento de vibrantes consignas como ¡°Madrid ser¨¢ la tumba del fascismo¡±. El discurso p¨²blico enfatiz¨® en las jornadas siguientes la urgencia del ¡°aniquilamiento¡± de la tambi¨¦n bautizada como ¡°columna invisible¡±, consider¨¢ndose que incluso subsum¨ªa en su seno una ¡°sexta columna¡± m¨¢s, integrada por la clase media ¡°que no quiere l¨ªos¡± ni ¡°le importa la pol¨ªtica¡±, y por tanto estimada como ¡°francamente hostil a la Rep¨²blica¡±.
A finales de octubre la prensa ya hablaba de ¡°la famosa quinta columna¡±, y a partir de enero fueron frecuentes las informaciones sobre su existencia en Barcelona, Madrid o Valencia y sobre las medidas adoptadas contra ella. De la celeridad con que se difundi¨® la expresi¨®n fuera de Espa?a da cuenta su eco inmediato en el Daily Express, si bien en estos ¨²ltimos casos se atribuy¨® no a Mola sino a los generales Franco y Varela. Una imprecisi¨®n que cabe relacionar con la tambi¨¦n fantasmag¨®rica naturaleza de los infiltrados en la quinta columna, esencialmente imaginarios, pues en ese momento no existir¨ªan m¨¢s que peque?os n¨²cleos descoordinados entre s¨ª, sin que quepa hablar, en puridad, de trama clandestina conexa con los servicios de espionaje franquista hasta comienzos de 1937.
Iniciada la ofensiva contra la capital, las autoridades de la Junta de Defensa se vanagloriaron de haber desarticulado la quinta columna, con sus ¡°restos reducidos a impotencia¡±. Pero tal impresi¨®n se vio pronto rectificada. A lo largo de 1937 no faltaron las llamadas de atenci¨®n ante el ya percibido como pertinaz enemigo multiforme dedicado al ¡°espionaje, la desmoralizaci¨®n y la provocaci¨®n¡±. Eran ¡°especuladores y acaparadores, desertores e individuos que se autolesionan¡±, seg¨²n afirm¨® el ¡°Comandante Carlos Contreras¡± (Vittorio Vidali) en un dur¨ªsimo alegato en el que llamaba a su exterminio; ¡°chulos, se?oritos derrotistas, bulistas profesionales en sembrar el descontento, la confusi¨®n y la calumnia¡± (¡)
La incorporaci¨®n del t¨¦rmino al l¨¦xico sovi¨¦tico a finales de 1936 fue solo un paso en la vasta din¨¢mica de internacionalizaci¨®n que culmin¨® en la II Guerra Mundial. Churchill lo emple¨® en diversas ocasiones en el verano de 1940, ante la C¨¢mara de los Comunes, y Orwell se refiri¨® a la generalizaci¨®n de su uso en plena Batalla de Inglaterra (¡) Lo mismo ocurri¨® en el lenguaje period¨ªstico estadounidense tras el ataque japon¨¦s a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Su objetivo esencial era alertar en la retaguardia. De ah¨ª la insistente presencia en la cultura popular, el espacio clave para su socializaci¨®n a gran escala: en el c¨®mic, en la serie Fifth Column Stories (1940-1941) o en G-Man vs. The Fifth Column (Johnson, 1941); en el teatro, gracias al drama ambientado en Espa?a The Fifth Column (Hemingway, 1939), adaptado para Broadway por Lee Strasberg; en el cine de animaci¨®n, e, incluso, en la filatelia. En el folleto Judge Rutherford Uncovers Fifth Column, publicado en Nueva York en 1940, el concepto se desliga por completo de sus or¨ªgenes espa?oles y se asocia a una conspiraci¨®n cat¨®lica internacional. Tambi¨¦n en Francia, sobre todo a la hora de la Liberaci¨®n, se habl¨® con frecuencia de una ¡°quinta columna¡± de enemigos emboscados, como ocurri¨® en el llamado ¡°episodio de la quinta columna¡±, que tuvo lugar en la plaza de la Concordia de Par¨ªs el 26 de agosto de 1944, cuando francotiradores parapetados en el hotel Crillon dispararon contra la multitud que acompa?aba a De Gaulle en su paseo triunfal por Par¨ªs. En Espa?a, la transferencia del concepto del campo republicano al franquista se produjo en 1938: ¡°La c¨¦lebre quinta columna¡±, escribe ABC de Sevilla en febrero de aquel a?o, ¡°tiene su organizaci¨®n admirable, y llega al coraz¨®n del ¨²ltimo negociado bolchevique¡±. Una vez concluida la guerra, la ret¨®rica franquista la glorific¨® como prueba del singular valor de sus integrantes tras las l¨ªneas enemigas (¡) Pero el uso de la expresi¨®n en la Espa?a franquista no fue inmune a sus nuevos significados en el contexto de la posguerra mundial y de la Guerra Fr¨ªa. Se utilizar¨¢ tanto para referirse a una resistencia testimonial de grupos filonazis en Europa como a la inestabilidad en Argelia, donde una misteriosa ¡°quinta columna¡± estar¨ªa sembrando el terror sin una finalidad clara (¡) El libro del periodista Manuel Blanco Tob¨ªo El kominform, quinta columna del comunismo (1948) refleja ese giro radical en su significado, que en el caso espa?ol era m¨¢s llamativo, pues en una d¨¦cada hab¨ªa pasado de designar la lucha de la Espa?a sublevada en la retaguardia republicana a denunciar las m¨¢s refinadas pr¨¢cticas subversivas comunistas. La met¨¢fora se cargaba as¨ª, en el contexto de la Guerra Fr¨ªa, de un sentido claramente negativo. La inversi¨®n experimentada por el t¨¦rmino ¡ª¡±la quinta columna del comunismo mundial¡±, ¡°los avatares del Kremlin¡±¡ª afect¨® incluso a su origen. En un art¨ªculo dedicado a rememorar el final de la Guerra Civil, el peri¨®dico ABC destac¨® el gran papel desempe?ado, en aquellos momentos decisivos, por ¡°lo que los rojos llamaban ¡®quinta columna¡±. De todas formas, su atribuci¨®n a ¡°los rojos¡± responde a una cierta realidad hist¨®rica si tenemos en cuenta que, cualesquiera que fueran las palabras utilizadas por Mola al ponerla en circulaci¨®n, la propaganda comunista le dio a la met¨¢fora su forma definitiva y una proyecci¨®n internacional inmediata. En efecto, referida a la guerra civil espa?ola, la ¡°quinta columna¡± acab¨® perteneciendo casi en exclusiva al imaginario comunista. Un cuarto de siglo despu¨¦s de su estallido, Enrique L¨ªster recordar¨¢ orgulloso que en Madrid ¡°aniquilamos la quinta columna¡±. (¡)
Tanto su sentido primigenio, ligado a la guerra civil espa?ola, como su asociaci¨®n con el comunismo, t¨ªpica de la Guerra Fr¨ªa, se fueron diluyendo a finales del siglo XX, tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989. Sus viejos usos dieron lugar a otros nuevos, esta vez relacionados con el temor al islamismo radical como un enemigo agazapado en las sociedades occidentales y presto a atacarlas desde dentro. A ¨¦l alud¨ªa un periodista de ABC al referirse a ¡°una nueva Guerra Mundial, librada contra la Quinta Columna que horada a Occidente¡± y antes un colaborador de Libertad Digital, que atribu¨ªa el atentado del 11-M a una ¡°quinta columna¡± yihadista. ¡°La quinta columna de 500 yihadistas que amenazan a Europa¡±, titul¨® una periodista de El Mundo un reportaje sobre los procesos de radicalizaci¨®n que experimenta un sector de la comunidad isl¨¢mica en los pa¨ªses occidentales. En cualquiera de sus versiones ¡ªfascismo/comunismo/terrorismo islamista¡ª, la quinta columna no es sino la vieja imagen del caballo de Troya, a la que el siglo XX remodel¨® como representaci¨®n de un miedo at¨¢vico a un enemigo oculto que, con uno u otro nombre, siempre ha estado ah¨ª.
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