Un paso m¨¢s en el Pa¨ªs Vasco
La hostilidad y la banalizaci¨®n de los gestos en favor de la reconciliaci¨®n no favorecen la viabilidad de una convivencia democr¨¢tica
La fortaleza de una democracia no se mide por la intransigencia ante los gestos de arrepentimiento de quienes han sido responsables de grav¨ªsimos atentados contra la convivencia. Los procesos de sanaci¨®n civil de las heridas del terror son lentos y tortuosos, y la sociedad espa?ola y, en particular, la sociedad vasca se encuentran inmersas hace a?os en uno de esos procesos que reclaman cautela, generosidad y a la vez firmeza democr¨¢tica. Todav¨ªa los sectores abertzales no han aprendido a reconocer de forma expl¨ªcita el enorme error de imponer por la fuerza de los muertos sus ideas, pero algunos pasos deben ser reconocidos como acercamientos a una reconciliaci¨®n que ser¨¢ dif¨ªcil y estar¨¢ siempre poblada de desgarro y dolor incurable. El comunicado de los presos de ETA en el que reclaman terminar con los recibimientos p¨²blicos en sus excarcelaciones como gesto hacia sus v¨ªctimas es uno de esos pasos. El comunicado llega tarde, e incluso no debi¨® haber existido nunca, como no debi¨® haber existido el terrorismo. Pero eso no es ¨®bice para admitir que acierta en la direcci¨®n necesaria.
A pesar de ser un ¨¦xito que la izquierda abertzale se haya plegado a las exigencias de las asociaciones de v¨ªctimas y de las instituciones democr¨¢ticas, la hostilidad o la banalizaci¨®n de ese gesto han vuelto a ser la norma entre las derechas pol¨ªticas y medi¨¢ticas. No es nuevo: ha sucedido con todos los hitos del final del terrorismo etarra cuando la derecha ha estado en la oposici¨®n y ha gobernado la izquierda: tregua de 2006; proceso de di¨¢logo del Gobierno socialista y ETA; cese del terrorismo en 2011, etc¨¦tera. En buena medida, se han quedado con la foto fija del pasado de terror sin que sus an¨¢lisis incorporen hechos relevantes que marcan diferencias radicales con el pasado, empezando por la disoluci¨®n misma de la banda. El l¨ªder del principal partido de la derecha, Pablo Casado, en la peor tradici¨®n del PP en la oposici¨®n, ha decidido reutilizar a ETA como eje de sus ataques al Gobierno al identificar a Bildu ¡ªcoalici¨®n que le respalda eventualmente¡ª con una banda terrorista que dej¨® de actuar hace 10 a?os. Es quiz¨¢s la manifestaci¨®n m¨¢s clara de la influencia de la extrema derecha en el PP de Casado y la misma acusaci¨®n al PSOE de ¡°complicidad con ETA¡± parece olvidar que ese partido cuenta con tantas v¨ªctimas como el PP por parte de la banda terrorista.
La intencionalidad pol¨ªtica de ese comunicado no lo invalida. Est¨¢ concebido desde un c¨¢lculo de intereses electorales pero es tambi¨¦n un s¨ªntoma m¨¢s del ingreso de la izquierda abertzale en el juego de la pol¨ªtica democr¨¢tica y en contra de las resistencias que siguen activas en su interior. La culminaci¨®n del proceso puede estar m¨¢s cerca hoy, aunque eso solo suceder¨¢ cuando la izquierda abertzale haga p¨²blico lo que le debe a la democracia: el rotundo reconocimiento del error de imponer el terror, la muerte y la extorsi¨®n al resto de la sociedad.
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