?Podr¨¢n los memes salvar a un pa¨ªs del fascismo?
Hay que convencer a ese 65% de Chile del que no sabemos nada de que no vote por un presidente de ultraderecha, y quiz¨¢ la mejor herramienta para lograrlo sea hacerlos re¨ªr con chistes
El lunes por la tarde, despu¨¦s de observar durante un d¨ªa entero, y detenidamente, qu¨¦ sentimiento me provocaba el resultado de las elecciones en Chile, a las 23:57 por fin lo descifr¨¦. O m¨¢s bien, sabore¨¦: amargo. ¡°Acabo de comprender cabalmente el t¨¦rmino de amargura¡±, me dije, con la luz del velador apagada, y en voz alta. No fue rico. Y tampoco fue s¨®lo un mal trago, sino una intuici¨®n; va a durar. Sobre todo, fue triste que no se tratara de tristeza.
¡°Amargura, pucha, siempre la pienso asociada al tiempo¡±, me responde un amigo chileno que vive en Fr¨¢ncfort. ¡°?Eso!, eso mismo¡±, le repet¨ª al wasap: ¡°Amargura=Vejez¡±.
Me explico: Kkst, el candidato de la ultraderecha radical (no son mis palabras, sino las del financiero alem¨¢n Handelsblatt), gan¨® las primarias y durante los siguientes dos d¨ªas, la situaci¨®n en Chile roba toda mi atenci¨®n. Yo, que la semana pasada chaplineaba con un ataque de tos y risa en plena presentaci¨®n de mi novela en C¨®rdoba. Antes ten¨ªa preocupaciones rom¨¢nticas (¨¢nimo de amar, o hablar sobre el amor), tambi¨¦n quer¨ªa te?irme el pelo de naranja, conocer la Alhambra y un bar llamado Alexander. Ahora todo parece fr¨ªvolo: no me gusta nadie, no puedo ser feliz, no debo sonre¨ªr. Sobre todo yo, que estoy viviendo en Europa hace 11 meses. As¨ª que ni siquiera puedo liberarme en resentimiento. Y como tramitar la visa ha sido un infierno, tampoco sabe a culpa.
Salgo a trotar y me pregunto si deber¨ªa volver y dar cara al fascismo. Acaban de invitarme a una feria en B¨ªo B¨ªo y recuerdo a Bola?o preso en Concepci¨®n. ¡°Pero Bola?o fue a luchar por el proyecto de la Unidad Popular, por Allende. Tuvo la mala suerte de llegar unos d¨ªas antes del golpe de Estado. Y tampoco se qued¨®¡±. Le planteo mi debate mental a varios amigos:
¡°No sabes lo que se viene¡±, me advierte A, de 50 a?os (no alcanza para baby boomer, pero es uno de mis amigos de m¨¢s edad). ¡°Una dictadura. Va a desaparecer gente¡±.
¡°Este pa¨ªs es de viejos¡±, me dice Diego, uno de los m¨¢s j¨®venes, ¡°Si con Pi?era disparaban a los ojos, ahora s¨ª que van a estar desatados¡±.
¡°No vuelvas a Chile, qu¨¦date all¨¢¡±, me repite todo el resto. Y m¨¢s que alivio por la distancia-protecci¨®n, se siente a falta. Porque la decisi¨®n estaba tomada desde antes. Yo no pensaba volver.
Esa misma noche sue?o que un exfrentista revolucionario viene a buscarme a Granada. Pero no es una pesadilla: lo rid¨ªculo y c¨®mico de la situaci¨®n sobrepasa la angustia.
Entonces, algo cambia: cuando me despierto circulan varios memes y tuits graciosos a favor del candidato de Apruebo Dignidad: Boric junto a Britney Spears; Keanu Reeves; Bj?rk, Sailor Moon (primeras sonrisas).
¡°Puedes llamarme por mi nombre o por perrita loca buena pa votar por Boric en segunda vuelta que es el cargo que tengo por elecci¨®n popular¡± (una carcajada).
Los chistes como est¨ªmulo, tiene sentido. Lo primero es levantar la moral. Lo segundo: buscar formas de comprensi¨®n entre nosotres.
¡°La izquierda est¨¢ tan dividida que no ¨ªbamos a llegar a nada argumentando seriamente, pero el humor es como un idioma universal o algo as¨ª¡±, le comento a un amigo que hace stand up comedy.
La semana avanza y surgen nuevas prioridades: lo fundamental es salir de la burbuja y convencer al otro 65% del pa¨ªs, del que acabamos de darnos cuenta de que no sabemos nada. La estrategia apunta intuitiva y r¨¢pidamente hacia las madres: llenar esos wasaps familiares en los que nunca participamos con saludos de buenos d¨ªas m¨¢s una imagen de Piol¨ªn o Chayanne invitando a votar por Boric.
Por suerte, yo no tengo que convencer a la m¨ªa. Consigui¨® trabajo como cajera en una cl¨ªnica hace poco, y esa noche me cuenta que cuando Kkst fue por la tercera dosis de la vacuna todas sus compa?eras se escondieron. ¡°?Y qui¨¦n va a atender a ese weon?, ?porque yo no!¡±.
Imagino la escena, me r¨ªo. A continuaci¨®n, aprecio detenidamente el sabor: dulce y ¨¢cido otra vez.
Es posible que el pajarito amarillo de Looney Tunes, tan dulce como burl¨®n, logre ayudarnos con nuestras mamis (¡°?Mam¨¢¨¢¨¢, el gato ese de verdad quiere matarnos!¡±). Pero, ?podr¨¢ el humor salvar a un pa¨ªs del fascismo?
Los dec¨¢logos que surgen en redes sociales para convencer a los indecisos aconsejan no usar el t¨¦rmino ¡°fascismo¡±. Hago caso, y tambi¨¦n sigo compartiendo memes. Me parece que su humor es cada vez m¨¢s sofisticado y que ya no solo dan ¨¢nimo, sino que inspiran a otros a pensar creativamente: diversificar las narrativas discursivas de la campa?a.
Mi amigo que hace stand up, insiste:
¡°Jajaja igual es cierto que el pa¨ªs est¨¢ tan dividido que necesitamos un idioma com¨²n. Pero yo pienso en esos memes feos, pantallazos de v¨ªdeos de YouTube en Android sin humor. ?C¨®mo entrar ah¨ª?¡±.
Revisito la pel¨ªcula Scarecrow (1973). Un payasesco Al Pacino propone la verdadera funci¨®n de los espantap¨¢jaros: ¡°Mira, el granjero pone a un mu?eco con sombrero y cara graciosa. Los cuervos se r¨ªen y dicen, vaya, el granjero Jones es un buen sujeto, nos hace re¨ªr, no lo molestamos¡±.
Quiz¨¢s ese sea el desaf¨ªo ahora: hacer re¨ªr a los cuervos.
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