De ¡®promo¡¯
No es f¨¢cil hacerse mayor y menos en la pol¨ªtica espa?ola. La madurez biol¨®gica obliga a un ¨¢pice de sinceridad por ahora ausente. Y si mienten los que ya no tienen responsabilidades, c¨®mo no van a mentir los que a¨²n las tienen
Cuando los expresidentes salen de promo con sus libros de selectivas memorias pareciera que el negocio editorial los devuelve al drama del resto de mortales, ese de ganarse el salario con el sudor de la frente. Dura apenas un par de semanas, pero qu¨¦ semanas. Justificar el adelanto econ¨®mico, curiosamente desmesurado, obliga a un cierto esfuerzo de jornalero medi¨¢tico. Mariano Rajoy tuvo que acudir la semana pasada a entrevistas casi solidarias, para defender la posibilidad de una pol¨ªtica para adultos ante las evidencias de que se ha rebajado a la ni?er¨ªa. Ayuda mucho en la pol¨ªtica poseer esos rasgos suyos que a¨²nan una tremenda dosis de sentido com¨²n con cierta reserva emocional. En el caso de Rajoy si algo se valor¨® de su presidencia fue un talante para evitar los desgarros pasionales y la sobreactuaci¨®n. Fue un presidente calmo y eso le otorga un buen lugar en el recuerdo colectivo, al mismo tiempo que perjudica las ilusiones de venta de sus memorias. Los compa?eros periodistas se las han visto crudas para tratar de entresacar alg¨²n p¨¢rrafo o menci¨®n que merezca un destacado. Compite en la estanter¨ªa con algunas publicaciones de colmillo retorcido y Rajoy es m¨¢s jocundo que fiero.
Sin embargo, su arrebato en defensa del rey Juan Carlos, al que asegur¨® en conversaci¨®n telef¨®nica que nunca bajo su presidencia habr¨ªa tenido que dejar el pa¨ªs, contiene algunas pistas de su verdadera acci¨®n pol¨ªtica. El respeto a la figura hist¨®rica no se contradice con la obligaci¨®n de justificar ingresos fiscales y cuentas en el extranjero. El monarca se convirti¨® en un ciudadano aforado tras firmar la abdicaci¨®n para vivir la vida sin ataduras protocolarias. Que Rajoy salga desatado en su defensa confirma la sospecha de que el presidente no actu¨® como un buen controlador de los movimientos del monarca cuando estos perjudicaban a la instituci¨®n y al pa¨ªs. La simpat¨ªa personal no es, por el momento, una elusi¨®n fiscal aceptada por la Agencia Tributaria. En el caso del em¨¦rito se tuvo a bien no abrirle inspecciones y permitirle regularizaciones parciales, pero si por simpat¨ªa pudieran dejarse de pagar los impuestos, en Espa?a habr¨ªa cola de candidatos, porque si de algo puede presumir este pa¨ªs es de se?ores simp¨¢ticos a rabiar.
Resulta encomiable que Rajoy pida a los pol¨ªticos profesionales dejar de tratar a los votantes como ni?os. Se le nota un enorme descreimiento por las t¨¢cticas de propaganda y la presencia de gur¨²s tan a la moda del hoy. Sin embargo, no puede olvidarse su contribuci¨®n a la puerilizaci¨®n del ciudadano espa?ol cuando los trat¨® de convencer de que la anotaci¨®n emepunto Rajoy en las libretas de B¨¢rcenas no se refer¨ªa necesariamente a ¨¦l. Tampoco cuando el juez conden¨® que las obras de reforma en la sede del partido se realizaran con dinero extra¨ªdo de cuentas en b alimentadas por concesiones de contrata p¨²blica y sobornos. Juicios en los que se limit¨® a repetir docenas de ¡°no recuerdo¡± y ¡°no me consta¡±. Quiz¨¢ la pol¨ªtica para adultos comenzar¨ªa por asumir responsabilidades bien sonoras, pedir perd¨®n a sus votantes y restaurar en las cuentas p¨²blicas todo aquello desviado hacia gastos partidistas o personales. No es f¨¢cil hacerse mayor y menos en la pol¨ªtica espa?ola. La madurez biol¨®gica obliga a un ¨¢pice de sinceridad por ahora ausente. Y si mienten los que ya no tienen responsabilidades, c¨®mo no van a mentir los que a¨²n las tienen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.