No es con qui¨¦n pactas, es lo que pactas
El escenario multipartidista en que se desenvuelve hoy la pol¨ªtica espa?ola, y la presencia de la ultraderecha, obligan a plantear estrategias que blinden los valores democr¨¢ticos y a la vez eviten los bloqueos institucionales
Un a?o m¨¢s, y ya son muchos, la conmemoraci¨®n del 6 de diciembre ofreci¨® a cada cual la oportunidad de elaborar su lista de reformas constitucionales pendientes para pasar de inmediato a constatar su imposibilidad. La situaci¨®n actual conduce a un doble retroceso: el que deriva de la emergencia de la ultraderecha, que obliga a tener que volver a defender valores constitucionales b¨¢sicos que se consideraban asentados, y el de la imposibilidad de contar con acuerdos transversales que permitan abordar las nuevas realidades. En un mundo m¨¢s que l¨ªquido, casi gaseoso, lo que no permite avanzar obliga a retroceder.
Cuando un partido con representaci¨®n parlamentaria impide que se apruebe una declaraci¨®n institucional contra la violencia machista o contra el estigma de los enfermos de VIH, es preciso recuperar los principios b¨¢sicos de cualquier democracia avanzada, y retroceder nada menos que hasta la defensa de los derechos humanos.
Por otro lado, los vetos cruzados entre partidos de bloques contrarios impiden que se establezcan acuerdos transversales para los nuevos desaf¨ªos. La desigualdad creciente, el cambio clim¨¢tico, la revoluci¨®n digital, los movimientos de poblaci¨®n o el modelo de globalizaci¨®n vigente, entre otros, no esperan a que sus se?or¨ªas se pongan de acuerdo. Avanzan al ritmo de la tecnolog¨ªa o las finanzas, ¨¢mbitos muy fluidos, mientras la pol¨ªtica mantiene la lentitud de lo s¨®lido. As¨ª pasa el tiempo, y cada vez son m¨¢s los an¨¢lisis sobre temas dispares que acaban diagnosticando problemas de gobernanza.
El escenario multipartidista en que se desenvuelve hoy la pol¨ªtica espa?ola, y sobre todo la presencia de la ultraderecha, obligan a plantear estrategias que blinden los valores democr¨¢ticos y al mismo tiempo eviten los bloqueos institucionales, lo que remite de forma inmediata al debate sobre los cordones sanitarios. Si bien cualquier dem¨®crata acoger¨¢ con agrado estas pr¨¢cticas de aislamiento a quienes cuestionan valores esenciales de convivencia, la pol¨ªtica comparada evidencia que su eficacia depende de muchos factores y difiere notablemente seg¨²n los casos, adem¨¢s de reforzar a los ultras en esa imagen de outsiders que quieren proyectar.
Quiz¨¢ el debate m¨¢s urgente hoy sobre la Constituci¨®n pase por hablar no solo de las reformas pendientes, sino de la vigencia de los valores que defiende. Si nos ratificamos en ellos, se abre la opci¨®n de establecer el per¨ªmetro de la legitimidad de los pactos no tanto en los partidos, como en las pol¨ªticas concretas que exigen a cambio. Es decir, m¨¢s que se?alar al Partido Popular por pactar con Vox presupuestos auton¨®micos, habr¨ªa que hacerlo si con ese acuerdo est¨¢ permitiendo que se extienda la sospecha sobre los ni?os que llegan solos a Espa?a o admitiendo que se reduzcan partidas contra la violencia machista, por ejemplo. O m¨¢s que acusar al PSOE de pactar los presupuestos con Bildu, consistir¨ªa en saber si ha pagado por ello alg¨²n precio inasumible en t¨¦rminos democr¨¢ticos.
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