Lo llaman libertad pero es individualismo tirano
Los antivacunas que solo est¨¢n dispuestos a convivir con su santa voluntad no son los ciudadanos libres que dicen ser, sino peque?os d¨¦spotas, infantiles y arbitrarios
He pasado la ¨²ltima semana en ?msterdam, la puerta de la variante ¨®micron en Europa y una de las zonas que m¨¢s est¨¢ castigando la ¨²ltima ola de la pandemia. Holanda es adem¨¢s uno de los pa¨ªses donde m¨¢s duramente se ha protestado contra las medidas que adoptado el Gobierno en los ¨²ltimos d¨ªas, especialmente contra el pasaporte covid. No se trata de un pa¨ªs de negacionistas, de hecho las ¨²ltimas medidas han conseguido que m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n mayor de 18 a?os est¨¦ vacunada. Sin embargo, su cultura pol¨ªtica es claramente individualista y eso se palpa en sus calles y en sus pol¨ªticas.
El conductor de Uber que me recoge en el aeropuerto no lleva mascarilla. ¡°No es obligatoria¡±, me explica. ¡°Aqu¨ª cada uno se protege como quiere. En Espa?a est¨¢is obligados ?verdad?¡±. Creo que los espa?oles le parecemos un poco pringados por ir con cubrebocas a todas partes, sumisos y aborregados, incapaces de imponer nuestro propio criterio. En ?msterdam, en cambio, la libertad se respira como el aroma natural de los tulipanes pol¨ªcromos. All¨ª no se puede entrar en restaurantes, cines, teatros, empresas o edificios de administraci¨®n sin mostrar el pasaporte covid. Esto no te obliga a vacunarte, porque cada uno es libre de hacer lo que quiera, simplemente se traslada la norma a las empresas o instituciones, manteniendo inmaculada la libertad de los individuos, que de hecho pueden trabajar sin mascarilla en los mismos restaurantes donde la vacuna es obligatoria. As¨ª, las instituciones y empresas soportan la norma mientras los ciudadanos salvaguardan su inalienable derecho al criterio propio. Es clave para una parte importante de la poblaci¨®n, seg¨²n han demostrado las numerosas protestas, que la libertad individual sea sagrada. Y sea individual. Ensimismante, a ser posible. De este modo, no hay toque de queda a pesar de la grave situaci¨®n sanitaria, aunque todo ¡ªtiendas, museos, supermercados¡¡ª debe cerrar a las cinco de la tarde. Mientras la ciudad agoniza, sus habitantes libres rebosan vitalidad entre las sombras de sus calles cenicientas.
Precisamente de libertad hablaba en este peri¨®dico Manuel R¨ªos, de 51 a?os. ?l no se vacun¨® por desconfianza y termin¨® cogiendo la covid, ingresado, intubado y en la UCI. Le han quedado secuelas en el pulm¨®n y a¨²n necesita ox¨ªgeno para respirar. Hoy asegura que su opini¨®n sobre la vacuna ha cambiado ¡°claramente¡±, pero aun as¨ª insiste desde la silla del hospital donde atiende a este peri¨®dico que recibir o no la inyecci¨®n es una decisi¨®n individual, ¡°de cada uno¡±. La p¨¦rdida de la libertad, tras largo tiempo sin defensores tan numerosos y arriesgados, se ha convertido en la actualidad en el jefe de los jinetes del apocalipsis. Todo indica que las sociedades evolucionan a menos Estado y m¨¢s criterio propio. Qu¨¦ clase de libertad es esta ser¨ªa la pregunta. ?Una libertad al fin desligada de la responsabilidad, ese lastre?
¡°Mi libertad termina donde empieza la de los dem¨¢s¡±, dice la m¨¢xima de Sartre, tantas veces repetida. Sin embargo, la pandemia ha venido para actualizar la sentencia. ¡°Mi libertad no existe sin la de los dem¨¢s¡±, podr¨ªamos llegar a decir despu¨¦s de dos a?os de desgracia. Porque en un contexto donde el derecho a la vida est¨¢ globalmente amenazado por un virus, es evidente que el ejercicio de cualquier libertad implica el contrapeso de la responsabilidad. La libertad sin responsabilidad se ha llamado hist¨®ricamente tiran¨ªa. O libre mercado. Da igual el n¨²mero de sus practicantes, que de hecho, cuando aparecen las cat¨¢strofes, suele ser bastante bajo. Acu¨¦rdense de 2008.
Las ¨²ltimas semanas leo a cient¨ªficos, m¨¦dicos, epidemi¨®logos y pol¨ªticos desga?itarse para explicar a los que a¨²n se resisten que deben vacunarse. Que tienen que hacerlo para proteger sus vidas y las de los dem¨¢s. Pero ?qui¨¦nes son los dem¨¢s en comparaci¨®n con la libertad que me debo a m¨ª mismo, para m¨ª mismo, desde m¨ª mismo? Otra vez la irresponsabilidad escondida tras la m¨¢scara de la independencia. Sin embargo, no hay legislaci¨®n que no acompa?e el derecho a la libertad del deber de la responsabilidad: de lo contrario sacarse el carnet de conducir podr¨ªa confundirse con sacarse el carnet de psic¨®pata y competir en las grandes ligas de peatones atropellados. Por eso hay c¨®digo de circulaci¨®n y por eso pagar impuestos por las carreteras es obligatorio adem¨¢s de solidario. O, mejor dicho, lo de solidario, all¨¢ t¨². Porque lo otro es innegociable.
Esta ma?ana, de vuelta en Madrid (esa ciudad donde algunos mascaron la palabra libertad hasta convertirla en un chicle para su electorado), he ido a desayunar a uno de los bares de mi barrio y he cruzado su umbral sin que nadie chequee mi pasaporte covid. Tambi¨¦n aqu¨ª hay contradicciones, de acuerdo, pero Espa?a, con todas sus contradicciones, es un pa¨ªs que ha demostrado estar por encima de estrategias electorales de uno y otro bando. Hoy podemos afirmar que somos m¨¢s libres y solidarios que muchos vecinos europeos. Porque aqu¨ª hemos alcanzado una de las tasas de vacunaci¨®n m¨¢s altas del mundo sin presiones ni pasaportes de ning¨²n tipo. Millones de espa?oles nos hemos vacunado en nombre de nuestro libre albedr¨ªo, conscientes de que nuestra apreciada libertad depende hoy m¨¢s que nunca del bienestar y la salud del resto.
Es hora pues de decir en alto que no vacunarse es una decisi¨®n que arremete contra la libertad por cuanto afecta directamente al funcionamiento de los hospitales y, por tanto, compromete el derecho a la salud de los enfermos y cuestiona el derecho a la vida de quienes podr¨ªan morir por el virus. As¨ª las cosas, es probable que llegue el momento de obligar a vacunarse a quienes a¨²n no lo han hecho o presionarles a trav¨¦s del pasaporte covid para que nos les quede otro remedio, que viene a ser lo mismo. La obligatoriedad de las vacunas (ya sea expl¨ªcita o t¨¢cita) llegar¨¢. De hecho, el pasaporte covid es hoy una realidad en las regiones espa?olas m¨¢s afectadas. Sin embargo, nuestro sentido de la libertad no debe cambiar por m¨¢s que la crisis sanitaria empeore o aumenten las restricciones.
Est¨¢ en juego la salud, pero tambi¨¦n el sentido de sociedad donde queremos convivir. Por eso es importante no convertir la libertad en la bandera del individualismo m¨¢s tirano y no arrancar la responsabilidad de un derecho fundamental. En el fondo, quienes solo est¨¢n dispuestos a convivir con su santa voluntad no son los ciudadanos libres que dicen ser, sino peque?os d¨¦spotas, infantiles y arbitrarios como cualquier ni?o mimado. Incapaces al final de actuar sin que nadie se lo mande. Si tiene alguno cerca, recu¨¦rdele que a¨²n est¨¢ a tiempo de vacunarse libremente, pues dentro de poco les obligar¨¢n. Es por eso hora de animar a los que faltan, pero tambi¨¦n de recordarles que su individualismo atenta contra la libertad que enarbolan. Despu¨¦s de todo, es realmente liberador tomarse el caf¨¦ en un bar donde la responsabilidad est¨¢ por encima de la norma.
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