Los j¨®venes brasile?os descubren el libro de papel
Sorprenden las cifras de asistencia a la Bienal del Libro de R¨ªo de Janeiro cuando tenemos un presidente que desprecia la cultura. ¡°Yo no leo libros. Hace tres a?os que no leo nada¡±, dijo recientemente Bolsonaro
La tradicional Bienal del Libro de R¨ªo de Janeiro, que acaba de celebrar su vig¨¦sima edici¨®n, ha sido una sorpresa para sus organizadores y para la sociedad en general porque ha desmentido muchos de los mitos actuales, como el de que a los j¨®venes ya no les entusiasman los libros de papel. Ellos ser¨ªan solo hijos de la era digital.
Sorprenden los n¨²meros de esta Bienal, la primera que se celebra de manera presencial y virtual. A pesar de que no era f¨¢cil acceder al lugar de la feria, en el barrio de la Tijuca, acudieron presencialmente 250.000 personas, el 80% j¨®venes de edad entre 18 y 25 a?os. Fueron vendidos dos millones de libros. ¡°Las ventas fueron sorprendentes¡±, coment¨® feliz Marcos Veiga Pereira, del SNELL (Sindicato Nacional de Editores de Libros). Hubo m¨¢s de un mill¨®n de personas que asistieron a los actos presenciales con los autores.
La Bienal fue seguida virtualmente por 750.000 personas, la mayor¨ªa j¨®venes. Todos los autores subrayan el ¡°entusiasmo de las personas al tocar el libro f¨ªsico¡± y de poder conocer a los escritores personalmente. Uno de los espacios m¨¢s visitados fue el dedicado a los nuevos t¨ªtulos de la literatura LGBTI.
A la Bienal asistieron 70.000 estudiantes de las escuelas p¨²blicas con sus 5.000 profesores. Las cifras no dejan de llamar la atenci¨®n porque Brasil vive un momento tr¨¢gico en la cultura provocado por un presidente, Jair Bolsonaro, que no le da importancia al conocimiento e incluso lo desprecia. Hace unos d¨ªas, Bolsonaro dio una muestra m¨¢s del poco aprecio que le profesa a la cultura y sobre todo a la lectura. Conversando con un grupo de sus seguidores m¨¢s fan¨¢ticos, uno de ellos le ofreci¨® un libro. El presidente lo rechaz¨® y dijo: ¡°Yo no leo libros. Hace tres a?os que no leo nada¡±. De hecho habla y escribe mal hasta en portugu¨¦s. Sobre los libros y su fuerza cultural han opinado todos los grandes pensadores desde la antig¨¹edad. Es un¨¢nime y significativo el odio a los libros y a la cultura de todos los tiranos de la historia. La c¨¦lebre frase del poeta alem¨¢n Heinrich Heine ¡°all¨ª donde se queman a los libros se acaba quemando a los hombres¡±, como en las hogueras hechas con libros que precedieron el Holocausto, se abraza hoy con la de Vargas Llosa cuando afirma que ¡°aprender a leer es lo m¨¢s importante que me ha pasado en la vida¡±.
Los j¨®venes de hoy que se entusiasmaron con la Bienal del Libro de R¨ªo y parecen haber descubierto la tactilidad del libro de papel, tal vez en unos a?os no puedan tocar un ejemplar porque el papel podr¨ªa dejar de existir, pero nunca van a olvidar la felicidad de acariciar el libro f¨ªsico, de pedirle un aut¨®grafo a su autor. Y sobre todo del placer de la lectura que ensancha su mente y permite descubrir los pliegues m¨¢s ocultos del alma humana.
Nunca olvidar¨¦ que mi padre, que fue maestro rural en Galicia, Espa?a, en los tiempos de escasez de la posguerra, donde los ni?os, entre ellos mis dos hermanos menores y yo, ten¨ªamos un solo libro para toda la primaria, nos reuni¨® al lado de su cama para darnos su ¨²ltimo consejo. Eran tiempos en los que se iba a la c¨¢rcel o sea era fusilado no por ser criminal sino por las ideas contrarias al dictador. ¡°Cuando se¨¢is mayores, vosotros ya tendr¨¦is muchos libros¡±, nos dijo, y a?adi¨®: ¡°No olvid¨¦is nunca que hasta en la c¨¢rcel se es menos infeliz si os gusta leer¡±.
Mi padre, que se inventaba los test de inteligencia y nos daba la mayor¨ªa de las clases en la calle, acab¨® castigado por el r¨¦gimen franquista a varios meses sin sueldo porque dec¨ªan que los ni?os que sal¨ªan de su escuela rural para hacer la secundaria, ¡°hac¨ªan demasiadas preguntas¡± a los profesores, en vez de escuchar en silencio.
S¨ª, los libros, la lectura, la reflexi¨®n, la curiosidad por el saber son el eje de nuestra riqueza cultural, cada d¨ªa m¨¢s despreciada en un mundo acosado por la nefasta cultura de las fake news y del aplauso a la vulgaridad, proclamada por las pol¨ªticas negacionistas que se nutren en las alcantarillas de la ignorancia.
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