La amnesia y la magnesia
Lula olvida la diferencia entre Gobiernos autoritarios, basados en el arbitrio de una sola persona que se erige sobre las leyes y las instituciones, y los sistemas democr¨¢ticos de pesos y contrapesos, separaci¨®n de poderes, y soberan¨ªa parlamentaria
Siempre he juzgado a Lula da Silva como un estadista, uno de los pocos que desde la tan diversa y contradictoria izquierda de Am¨¦rica Latina puede ser considerado como tal. Sus dos periodos vieron crecer la econom¨ªa de Brasil y el ¨¦xito de los programas sociales emprendidos, que por lo general se quedan en la demagogia, tuvieron ¨¦xito.
Al aparecer Jair Bolsonaro en el panorama como candidato en las elecciones presidenciales de 2018, con toda su cauda demag¨®gica, Lula, favorito en las encuestas, fue apartado mediante el juego sucio de meterlo en la c¨¢rcel, acusado por corrupci¨®n; sali¨® airoso de la prueba, y hoy encabeza de nuevo por muy amplio margen las encuestas, casi la mitad de intenci¨®n de votos, mientras el juez S¨¦rgio Moro, que lo proces¨® con malas artes, candidato ¨¦l mismo, le va muy a la saga; y tambi¨¦n deja atr¨¢s al propio Bolsonaro.
Presenta por donde va sus credenciales de obrero metal¨²rgico y l¨ªder sindical que se hizo solo en la brega y ha gobernado con responsabilidad e imaginaci¨®n, pero cuando se trata de cerrar filas con aquellos que considera miembros de su propia familia ideol¨®gica, aunque se trate de pariente pol¨ªticos lejanos, y vergonzantes, deja que el agua sucia se cuele por esa brecha de sus creencias democr¨¢ticas.
Es lo que pasa con sus opiniones sobre Nicaragua, donde una vez ya lejana hubo una revoluci¨®n que Lula vio de cerca, y ahora existe una tiran¨ªa familiar, que ve de lejos o no ve del todo.
En una reciente entrevista concedida al diario EL PA?S, a su paso por Madrid, los entrevistadores le preguntan sobre Daniel Ortega; solo han pasado unas semanas desde el fraude electoral que consum¨® para quedarse cinco a?os m¨¢s en el poder al lado de su esposa. Le piden un diagn¨®stico, y Lula lo ofrece con elocuencia de plaza p¨²blica:
¡°Todo pol¨ªtico que empieza a creer que es imprescindible o insustituible empieza a transformarse en un peque?o dictador. Yo he estado en contra de Daniel Ortega. El Frente Sandinista tiene mucha gente para ser candidato. Tambi¨¦n estuve en contra de Evo Morales, que ya hab¨ªa hecho dos mandatos extraordinarios. Y lo mismo con Hugo Ch¨¢vez¡±.
Hasta all¨ª vamos bien. Pero de inmediato, sin perder el entusiasmo de la tirada, agrega, en flagrante contradicci¨®n consigo mismo: ¡°puedo estar en contra, pero no interferir en las decisiones de un pueblo. ?Por qu¨¦ Angela Merkel puede estar 16 a?os en el poder y Ortega no? ?Por qu¨¦ Margaret Thatcher puede estar 12 a?os en el poder y Ch¨¢vez no? ?Por qu¨¦ Felipe Gonz¨¢lez puede quedarse 14 a?os en el poder?
Es en este momento en que los reflectores parecen apagarse, y la figura del estadista se borra de la visi¨®n, para dar paso, por desgracia, a un demagogo redomado, o al pol¨ªtico provinciano que confunde la amnesia con la magnesia.
Deja de distinguir entre Gobiernos autoritarios continuistas, basados en el arbitrio de una sola persona que se erige sobre las leyes y las instituciones, y los sistemas democr¨¢ticos de pesos y contrapesos, separaci¨®n de poderes, y soberan¨ªa parlamentaria.
Imaginemos por un momento, si es que se puede, a Angela Merkel dispuesta a quedarse en el poder m¨¢s all¨¢ de toda regla democr¨¢tica y todo escr¨²pulo pol¨ªtico. Imagin¨¦mosla metiendo a la c¨¢rcel a todos los candidatos a canciller federal, y a todos los dirigentes de los partidos pol¨ªticos alemanes; imaginemos 400 muertos en las calles de Berl¨ªn asesinados por paramilitares que la obedecen ciegamente; imaginemos miles de exiliados que huyen hacia Francia, B¨¦lgica, Holanda. Imaginemos los peri¨®dicos clausurados. Imaginemos a escritores alemanes en el exilio, y sus libros prohibidos.
E imaginemos a Felipe Gonz¨¢lez, haciendo al rev¨¦s el papel que tuvo en la historia real: para que calce con la comparaci¨®n de Lula, tendr¨ªamos que imaginarlo m¨¢s bien con el tricornio del teniente coronel Antonio Tejero en la cabeza, con la pistola desenfundada en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981. Es decir, disfrazado de golpista para abrirse paso hacia el poder no a trav¨¦s de elecciones parlamentarias, sino de la violencia y el crimen.
Si la se?ora Merkel, la se?ora Thatcher, y Felipe Gonz¨¢lez se quedaron tanto tiempo en el mando, es algo que no tiene que ver con las ideolog¨ªas mesi¨¢nicas, sino con la solidez de los sistemas democr¨¢ticos; muy distinto a Daniel Ortega, Ch¨¢vez, Nicol¨¢s Maduro, que llegaron al poder con la intenci¨®n de que fuera de por vida, a costillas de las instituciones, de las leyes, y de sus propios pueblos sometidos al miedo y a las penurias.
Lula fue a dar a la c¨¢rcel porque lo odiaban a ¨¦l, y a su Partido de los Trabajadores, y porque no le perdonaron que hubiera sido un gran presidente, afirma en la entrevista. Pero si un juez lo meti¨® en la c¨¢rcel, recurri¨® a otros jueces que lo sacaron de ella tras examinar su causa y anularla.
En Nicaragua, donde no hay Estado de derecho, a¨²n estar¨ªa preso en una celda sin ventanas, sin derecho a un abogado defensor, sujeto a interrogatorios constantes, sin garant¨ªas procesales, y sin derecho a visitas familiares.
Esa es la diferencia entre la amnesia y la magnesia.
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