Putin frente a Berlinguer
La ¨²ltima esperanza de un comunismo democr¨¢tico muri¨® con el pol¨ªtico italiano en 1984. Pero sus ideas tienen plena vigencia en los confines europeos del imperio ruso y tuvieron ayer un eco en Bruselas, en las contundentes palabras del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg
El joven Vlad¨ªmir Putin estudiaba en 1976 en la escuela del KGB. Acababa de ingresar en el Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en el que milit¨® hasta su disoluci¨®n. Es casi seguro que ni siquiera se enter¨® del terremoto que produjeron aquel a?o unas declaraciones de Enrico Berlinguer, el secretario general del mayor partido comunista de Europa occidental, al gran diario de la burgues¨ªa milanesa, Il Corriere della Sera.
El partido de Putin detentaba el poder absoluto sobre el imperio ruso desde 1917, mientras que el PCI de Berlinguer, siempre en la oposici¨®n e incluso en la clandestinidad y la resistencia, pretend¨ªa conseguir un compromiso hist¨®rico con la Democracia Cristiana para gobernar en coalici¨®n y romper as¨ª el hielo occidental de la Guerra Fr¨ªa. Una frase de sus declaraciones produjo enorme estupor, especialmente en Mosc¨². ¡°Quiero que Italia no abandone el Pacto Atl¨¢ntico, me siento seguro estando de este lado¡±. El eurocomunismo entonces naciente rechazaba cualquier subordinaci¨®n a Mosc¨² y reivindicaba el incipiente Mercado Com¨²n y la OTAN, es decir, la construcci¨®n europea y la garant¨ªa de seguridad trasatl¨¢ntica que situaba a Italia bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos.
La historia del KGB y de sus antecedentes constituye uno de los cap¨ªtulos m¨¢s sangrientos de la historia universal del crimen pol¨ªtico. Se sabe poco sobre la hoja de m¨¦ritos de Putin en la vieja especialidad de la casa, pero la trayectoria del organismo sucesor, el FSB (Servicio Federal de Seguridad), no permite albergar muchas dudas, especialmente en la larga ¨¦poca desde 2000 hasta ahora mismo en que Putin ha ejercido de presidente o primer ministro. Tampoco se sabe mucho sobre las actividades de desestabilizaci¨®n del KGB en su ¨²ltima etapa, aunque la sombra de una intensa sospecha se extiende sobre el terrorismo en toda Europa, desde la Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo alemana hasta las Brigadas Rojas italianas. Fue precisamente el secuestro y posterior asesinato por los brigadistas italianos del secretario general de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, en 1978, el que consigui¨® evitar que culminara el proyecto de Berlinguer con la entrada por primera vez de ministros comunistas en un gobierno de la OTAN en plena Guerra Fr¨ªa.
Ha pasado casi medio siglo. La ¨²ltima esperanza de un comunismo democr¨¢tico muri¨® con Berlinguer en 1984. Pero sus tres ideas, dejar a Mosc¨² sin derecho de veto, participar plenamente en la construcci¨®n europea y acogerse al paraguas defensivo del Pacto Atl¨¢ntico, tienen plena vigencia en los confines europeos del imperio ruso y tuvieron ayer un eco en Bruselas, en las contundentes palabras del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, ante las exigencias de Putin para desistir de la amenaza militar que est¨¢ esgrimiendo sobre Ucrania. La OTAN dejar¨ªa de tener sentido y equivaldr¨ªa a la entrega a Rusia del derecho a veto y de la hegemon¨ªa sobre Europa.
El zar que ha emitido el ucase, naturalmente, interpreta la resistencia a sus pretensiones como una ofensa y una amenaza.
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