Mascarilla y ruido
La peste nos est¨¢ dejando un mundo que va al grano, donde los espacios f¨ªsicos que propician el ¡®efecto Sinatra¡¯ se cierran o se maldicen, por contagiosos
Para Frank Sinatra, el micr¨®fono no era solo un mecanismo para amplificar y grabar su voz, sino un instrumento musical del que fue un maestro. Se acercaba o se alejaba cuando le conven¨ªa, y controlaba la respiraci¨®n y la pronunciaci¨®n de las consonantes como un virtuoso. El resultado se conoce en su gremio como efecto Sinatra: sus versos pod¨ªan sonar mucho m¨¢s ¨ªntimos, entusiastas, elegantes o ir¨®nicos seg¨²n d¨®nde pusiera la boca. Los micros de gran diafragma que usaba eran tan sensibles que registraban absolutamente todo, lo que le permit¨ªa crear ambientes muy expresivos.
Los micros digitales que llevamos en los tel¨¦fonos inteligentes est¨¢n dise?ados al rev¨¦s que aquellos: identifican muy bien la voz y la separan del ruido, por eso podemos entendernos en el Metro o en lugares muy cargados, y por eso Sinatra en un iPhone no sonar¨ªa a Sinatra. Solo ser¨ªa un cantante correcto, no un artista capaz de retorcerle el tu¨¦tano al oyente. En la era digital sonamos mucho m¨¢s limpios y claros, pero tambi¨¦n m¨¢s planos. La tecnolog¨ªa que llevamos en el bolsillo sirve para comunicar el contenido de los mensajes, no su contexto.
Tinder es muy efectivo para encontrar alguien af¨ªn con quien echar un polvo, pero elimina todo el ruido de la seducci¨®n y el cortejo. Se pueden seguir las clases o un congreso por Zoom, pero no percibimos el ambiente ni nos llegan las bromas y los chismes del caf¨¦. Un mensajero nos puede llevar a casa la comida del mejor chef, pero no el murmullo y la luz de su restaurante. La peste nos est¨¢ dejando un mundo que va al grano, donde los espacios f¨ªsicos que propician el efecto Sinatra se cierran o se maldicen, por contagiosos. Por eso las discusiones digitales son cada vez m¨¢s broncas, de puro limpias, y algunos necesitan ensuciarlas un poco con emojis vulgarotes que no sustituyen a los gui?os ni las sonrisas anal¨®gicas.
Un robot necesita precisi¨®n. Los seres humanos necesitamos ambig¨¹edad. Todo lo que vale la pena en nuestras vidas es ruido. No conversamos con los amigos solo para decodificar sus fonemas y procesar la informaci¨®n de sus frases, del mismo modo que no solo paseamos para llegar a un sitio. Es hora ya de que la a?oranza del ruido se imponga al miedo al contagio. En alg¨²n momento, en cuanto pase esta pleamar, habr¨¢ que quitarle la mascarilla a Sinatra para que vuelva a susurrarnos al o¨ªdo. Y si nos contagia, que al menos nos quiten lo cantado.
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