La siesta de Maduro
Un error viej¨ªsimo al alcance de cualquiera, con precedentes memorables y costos muy altos, es subestimar al adversario. Es el error en el que la oposici¨®n y sus tutores estadounidenses incurren desde la investidura de Ch¨¢vez en 1999
El calendario de Nicol¨¢s Maduro hasta las presidenciales de 2024 disfrutar¨¢ de la comodidad obsequiada por una oposici¨®n sin rumbo ni estrategia, extraviada en los personalismos, los preceptos de la Casa Blanca y el manejo de fondos milmillonarios desde su victoria en las parlamentarias de 2015. Las equivocaciones de la jefatura antigubernamental contribuyen al afianzamiento del r¨¦gimen con la emigraci¨®n y las remesas: los esfuerzos de Estados Unidos para lograr que las penurias derivadas de las sanciones desencadenen un estallido social se ven lastrados por el dinero que los propios emigrantes env¨ªan a sus parientes. La poblaci¨®n sigue irritada, pero su malestar se amansa con los d¨®lares y no llega al punto de ebullici¨®n, al Caracazo antichavista.
En auxilio de esta oposici¨®n inerme, mediadores estadounidenses y europeos cabildean para evitar que la revoluci¨®n bolivariana se instale definitivamente en la aserci¨®n orwelliana de que nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revoluci¨®n, sino que la revoluci¨®n se hace para instaurar una dictadura. Washington atenu¨® sanciones aeroportuarias, el Gobierno acept¨® su derrota en Barinas y retomar¨¢ las negociaciones de M¨¦xico cuando el proceso del testaferro Alex Saab ante la justicia de Miami sea asumible. Aunque algo es algo, todo encallar¨¢ cuando se negocien las claves del poder pol¨ªtico.
Un error viej¨ªsimo al alcance de cualquiera, con precedentes memorables y costos muy altos, es subestimar al adversario. Es el error en el que la oposici¨®n y sus tutores estadounidenses incurren desde la investidura de Hugo Ch¨¢vez en 1999. De eso hace 23 a?os, y, a pesar de haber tenido tanto tiempo para aprender, asimilaron muy poco. Primero subestimaron, m¨¢s all¨¢ del rid¨ªculo, a Ch¨¢vez, y despu¨¦s a Maduro, el necio conductor de autob¨²s.
Finalmente, admitieron que el difunto era un tipo especial, carism¨¢tico, venerado por la mayor¨ªa pobre. Maduro ni se le acerca, y los recursos empleados en las redes sociales para convencernos de su estulticia han sido cuantiosos. En el cole nos dec¨ªan que para resolver un problema lo primero que hab¨ªa que hacer es enunciarlo correctamente. Si te equivocas en su formulaci¨®n, la soluci¨®n fallar¨¢, salvo que te acompa?e la suerte. Eso pasa con Maduro, un operador maquiav¨¦lico, que tambi¨¦n cuenta con tutores internacionales poderosos, ninguno dem¨®crata.
La oposici¨®n le signific¨® obtuso, pero los resultados obtenidos hasta ahora demuestran que hay un list¨®n que supera la cortedad de entendimiento atribuida al mandatario: el list¨®n de los opositores. Pronosticar que cualquier elecci¨®n con el Estado en juego ser¨¢ ganada por los chavistas es tan dif¨ªcil como pegarle un tiro al suelo. Si una de las partes compite unida y la contraria en pedazos, la victoria ser¨¢ siempre de la primera con una abstenci¨®n may¨²scula, y m¨¢s si esa situaci¨®n se ha venido repitiendo desde hace a?os. Es como volver a ver la misma pel¨ªcula: un disco rayado.
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