La guerra, el bunga bunga y el nutrido c¨ªrculo de los indiferentes
Ucrania, el esc¨¢ndalo de Johnson y la candidatura de Berlusconi a la presidencia retratar¨¢n el grado de pusilanimidad o cinismo de muchos pol¨ªticos
La vida coloca a menudo a los seres humanos ante momentos que retratan su catadura moral. Entre las m¨²ltiples circunstancias de este tipo, destaca la categor¨ªa de aquellas en las que, ante hechos injustos, inmorales o incluso criminales, se nota qui¨¦n da un paso al frente para oponerse y qui¨¦n ¨Dpor indiferencia, pusilanimidad o descarnado c¨¢lculo ventajista¡ª permanece inactivo, avalando el hecho en cuesti¨®n con silente anuencia. Europa, parece, se halla ante tres momentos de estas caracter¨ªsticas con mucha envergadura.
El m¨¢s grave es el espectro de una nueva agresi¨®n militar rusa en Ucrania tras las ocurridas en 2014. La reuni¨®n celebrada el viernes en Ginebra entre los representantes de Exteriores de Estados Unidos y Rusia mantiene viva una esperanza de una soluci¨®n diplom¨¢tica. Pero, no cabe enga?arse, es muy fr¨¢gil. Y todo el camino, incluso sin violencia, est¨¢ plagado de decisiones dif¨ªciles que reclaman entereza, porque pueden suponer sacrificios. Se notan en Europa muchas dudas sobre c¨®mo responder al desaf¨ªo de Putin. La reacci¨®n en 2014 no fue especialmente vigorosa. La historia juzgar¨¢ de forma muy severa eventuales s¨ªntomas de indiferencia, pusilanimidad o c¨¢lculo ventajista de l¨ªderes occidentales.
Menos dram¨¢tico, pero tambi¨¦n relevante, es el esc¨¢ndalo que afecta al primer ministro brit¨¢nico, Boris Johnson. Nos hallamos ante una bochornosa acumulaci¨®n de pruebas de fiestas celebradas en Downing Street ¡ªcon presencia de Johnson¡ª y en otros ¨¢mbitos gubernamentales en violaci¨®n de las dolorosas restricciones que el destacado participante impuso a millones de ciudadanos. El episodio medir¨¢ el tama?o de las tragaderas de los diputados del Partido Conservador. De momento, solo un reducido grupo ha reclamado la dimisi¨®n del primer ministro. Todo el caso est¨¢ rodeado de compleja mara?a de intereses pol¨ªticos, por los que incluso pedir la dimisi¨®n puede responder a un c¨¢lculo electoral m¨¢s que a un instinto moral. Lo que s¨ª parece bastante claro es, sin embargo, que no hacer nada huele bastante a indiferencia, pusilanimidad o ventajismo.
Italia afronta otro momento definitorio con la candidatura de Silvio Berlusconi a la presidencia de la Rep¨²blica. Su historial es notorio: desde la condena en firme por fraude fiscal, hasta un racimo de turbias causas no concluidas por prescripci¨®n y/o maniobras pol¨ªticas, las fiestas bunga bunga y una actitud indignante hacia las mujeres, entre muchas otras cuestiones. A pesar de ello, los l¨ªderes de varios partidos le consideran apto para la m¨¢xima magistratura del pa¨ªs, especialmente identificada en Italia con valores de altura moral, bien encarnados por tantos presidentes, como Mattarella, Napolitano, Ciampi o Pertini. A partir del lunes, empieza el proceso parlamentario de elecci¨®n. El millar de diputados, senadores y representantes de las regiones con derecho de voto ser¨¢n juzgados por su indiferencia, o no, ante la perspectiva de elevar semejante curr¨ªculum a esa magistratura.
La cuesti¨®n es antigua como el afloramiento de la conciencia del libre albedr¨ªo, quiz¨¢ el rasgo m¨¢s definitorio del ser humano. No solo importa la acci¨®n de los protagonistas, sino tambi¨¦n la reacci¨®n de los comprimarios y de los asistentes. A menudo, las cosas de la vida son turbias, cabe margen de discusi¨®n en apreciar la justicia, moralidad, legalidad de un hecho; a veces una inacci¨®n se justifica por un valor igual de digno que el que motivar¨ªa la reacci¨®n. Sin embargo, s¨ª hay circunstancias en las que pocas dudas caben. En esas queda uno retratado. Las manchas ¡ªtanto las terribles como las menudas¡ª quedan. No deben de ser muchos aquellos que tienen la suerte de no vislumbrar ni una en el espejo.
Ciertos errores no tienen soluci¨®n, pero es posible disculparse, compensar. Sobre todo es posible aprender de ellos. La vida es tan cruel como generosa, y ofrecer¨¢ otra ocasi¨®n para, esta vez, arrojar al desag¨¹e la indiferencia y la pusilanimidad. Quiz¨¢ no equivalga a una redenci¨®n, pero s¨ª modificar¨¢ al menos un poco el retrato ¡ªy el mundo¡ª.
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