?Echar m¨¢s le?a a la l¨ªnea de fuego?
Estados Unidos acaba de contestar por escrito a las demandas de Rusia, en un documento firme en la forma pero sutilmente flexible en el fondo; el Cuarteto de Normand¨ªa se ha reunido a iniciativa francesa. Queda por comprobar la respuesta rusa
Es inquietante ver c¨®mo algunos medios de comunicaci¨®n tensan, con sus comentarios y vocer¨ªos, el drama en curso entre Ucrania y Rusia. Por otro lado, Sergu¨¦i Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, denuncia la ¡°histeria¡± de los medios occidentales, olvidando que, en su propio pa¨ªs, tampoco faltan pir¨®manos b¨¦licos, y no de los menos peligrosos. Afortunadamente, los principales responsables pol¨ªticos europeos ¨Dsalvo Boris Johnson¡ª muestran m¨¢s calma y siguen privilegiando el di¨¢logo. El origen de la beligerancia responde a complejos y viejos patrones, pues tiene que ver con la reorganizaci¨®n del sistema geopol¨ªtico heredado de la descomposici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Dos cuestiones claves quedan pendientes: el papel de la OTAN y la ausencia de una verdadera arquitectura de seguridad europea.
Rusia es hoy m¨¢s potente que en la ¨¦poca de la URSS. Es un poder nacionalista, homog¨¦neo y autoritario, que rechaza armas nucleares en sus fronteras. Estados Unidos, fragilizado frente a China, Ir¨¢n y Correa del Norte, sigue sin haberse recuperado de la ¡°era Trump¡±, tal y como lo demuestra la pol¨ªtica confusa de Joe Biden. Aconseja, arma y financia a Ucrania, pero evitar¨¢ colisionar directamente con Rusia. La OTAN, muy desgastada estos ¨²ltimos 20 a?os, aprovecha la oportunidad para revitalizar su papel y recuperar un primer plano. Ucrania, agredida en su integridad territorial, necesita, comprensiblemente, como otros pa¨ªses del Este, implicar a los socios occidentales en la confrontaci¨®n con Rusia. Los Estados europeos, que confluyen en la denuncia de la pol¨ªtica de fuerza de Rusia, permanecen desunidos a la hora de reaccionar, merced a intereses nacionales divergentes.
Los acuerdos de Minsk II (2015) hab¨ªan instaurado una suerte de ¡°paz inc¨®moda¡±, que estall¨® estos ¨²ltimos a?os, provocando un exponencial desencuentro entre las partes, en el que Rusia, abusando de su superioridad militar, emple¨® estrategias para debilitar a¨²n m¨¢s a un pa¨ªs ya atomizado entre posiciones pro y antirrusas. Se puso en marcha un c¨ªrculo vicioso e infernal, que parece escaparse de las manos de todos los actores.
Rusia pasa ahora a la ofensiva con dos exigencias: rechaza la ampliaci¨®n de la OTAN en su entorno y demanda la retirada del armamento ya instalado en lugares fronterizos. El ala occidental se posiciona, de hecho, a la defensiva, temiendo, sobre todo, una guerra cuyo precio ser¨ªa incalculable. Se decide reforzar a la OTAN, porque se integra en sus competencias, pero bajo la incertidumbre de los l¨ªmites de la estrategia rusa, porque los socios occidentales no son capaces de desactivar el conflicto. Ante estos peligrosos ecos de guerra, el Alto representante de la Pol¨ªtica exterior de la UE, Josep Borrell, sigue con raz¨®n abogando por el di¨¢logo. El Cuarteto de Normand¨ªa (Alemania, Francia, Rusia y Ucrania) se ha reunido a iniciativa francesa; EEUU acaba de contestar por escrito a las demandas de Rusia, en un documento firme en la forma pero sutil en el fondo; Rusia sigue defendiendo una posici¨®n dura. Queda por saber qui¨¦n tomar¨¢ la responsabilidad de echar m¨¢s le?a al fuego.
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