Manolo Garc¨ªa en el coche
Los viajes de mi infancia escuchando ¡®Mar antiguo¡¯ en el Lada son los de miles. Y es raro pensarlo, porque con la m¨²sica que le gusta a uno se acaba desarrollando una extra?a intimidad
Casi todos los s¨¢bados, mi padre se levanta temprano y va al Hostal Real a desayunar. De camino seguramente se echa un cigarro y, cuando llega, le pregunta a Anca qu¨¦ tal y le pide un caf¨¦ y dos magdalenas. Despu¨¦s, se dirige al mont¨®n de los peri¨®dicos y busca EL PA?S. Hay veces que lo tiene el de los crucigramas, un se?or que monopoliza el diario y encima se deja siempre los m¨¢s f¨¢ciles. Otras no, y mi padre puede leer esta columna sin gastarse dos euros.
Despu¨¦s me llama o me manda un mensaje y me dice si lo que he escrito es de cal o de arena, seg¨²n le parezca bueno o malo. Lo del s¨¢bado pasado fue de arena. Seg¨²n me cont¨®, no llor¨® ni una vez, y eso que se le caen las l¨¢grimas con frecuencia leyendo las columnas de su chica. As¨ª que esta semana me he propuesto enmendar el agravio, porque uno escribe casi siempre para gustarle a alguien, y yo, concretamente, escribo para gustarle a mi padre. As¨ª que, con su permiso, voy a hablarle directamente a ¨¦l.
Resulta, pap¨¢, que el otro d¨ªa le cant¨¦ al beb¨¦ su primera canci¨®n de El ?ltimo de la Fila. Est¨¢bamos en un kebab esperando a que nos sirvieran la cena y ¨¦l andaba potroso; le enchuf¨¦ a la teta y nada, as¨ª que me puse de pie y lo mec¨ª. En esas son¨® Querida Milagros y empec¨¦ a cant¨¢rsela bajito, pensando que no era mi canci¨®n favorita de ellos, habr¨ªa preferido tararearle primero Aviones plateados o T¨² me sobrevuelas. Pero hab¨ªa tocado esa, barruntaba mientras tu nieto se quedaba por fin dormido, y te imaginaba hace 30 a?os, con un poco m¨¢s de pelo pero igual de guapo que ahora, durmi¨¦ndome a m¨ª con esa misma banda sonora de fondo. Te quise mucho, pero al d¨ªa siguiente, cuando nos vimos, no te lo dije. Tampoco te cont¨¦ que le hab¨ªa cantado la del soldado Adri¨¢n.
?Te acuerdas, pap¨¢, de esa canci¨®n que te ense?¨¦, la del rapero al que se le hab¨ªa muerto el padre? Me dan ganas de llorar cada vez que la escucho cuando llega la parte que dice ¡°he so?ado contigo esta noche/ Manolo Garc¨ªa en el coche¡±. Y me recuerda que no somos tan ¨²nicos, que nadie es tan especial. Que los viajes de mi infancia escuchando Mar antiguo en el Lada son los de miles. Y es raro pensarlo, porque con la m¨²sica que le gusta a uno, especialmente si le ha ca¨ªdo en suerte, como el apellido, como ocurre con la m¨²sica que te ponen tus padres de cr¨ªo, se acaba desarrollando una extra?a intimidad.
Me acuerdo cuando fuimos a su concierto, miraste a un lado y a otro y me dijiste que all¨ª solo hab¨ªa divorciados de tu edad acompa?ados de hijos de la m¨ªa. Y era verdad. Seguramente muchos de los que all¨ª nos reunimos, de esos casi sesentones y casi treinta?eros, podr¨ªamos resumir nuestras vidas en letras de Manolo Garc¨ªa. Probablemente al escucharlo en el Mercadona o en el bar, como me ocurri¨® a m¨ª el otro d¨ªa, vosotros volv¨¢is a vuestra juventud, al a?o en que os separasteis o en el que os volvisteis a enamorar. Nosotros, a los viajes al pueblo en el asiento de atr¨¢s o al instituto. Pero, sobre todo, volvemos a vosotros. Hay artistas que son puentes generacionales, lo m¨¢s parecido a una herencia que tendremos los hijos de los que viv¨ªs de alquiler.
Saluda a Anca de mi parte. Dile que sales en el peri¨®dico. Y al cansino del crucigrama, tambi¨¦n.
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