Alegr¨ªa de vivir
Me da la sensaci¨®n de que aunque termine la pandemia, el mundo ya no volver¨¢ a ser como antes. Que el virus ha provocado cambios mucho m¨¢s profundos de lo que nuestras traumatizadas mentes pueden admitir
Est¨¢ durando tanto esto de la pandemia que ya mi mente empieza a creer que esto es la vida y no hay otra ni la habr¨¢. Me fascina la capacidad narrativa de nuestra psique, el hecho de que, a falta de elementos tangibles para vislumbrar el principio del fin y la vuelta a lo que llamamos normalidad, se adapte y empiece a considerar que as¨ª son las cosas y as¨ª fueron siempre. Pero este cuento que me cuenta mi cerebro para que deje de lado la esperanza de despertar un d¨ªa sin mascarillas, sin muertes ni dolor, sin colapso del sistema sanitario ni aislamiento, est¨¢ luchando con otra corriente subterr¨¢nea que me inunda y se resiste: la de la esperanza. ?A qui¨¦n hago caso? ?A los pensamientos pragm¨¢ticos que me convencen de que m¨¢s me vale acostumbrarme a esta realidad o al impulso ahora reprimido que me hipnotiza con la perspectiva de los felices a?os veinte por llegar?
Me da la sensaci¨®n de que, aunque termine la pandemia, el mundo ya no volver¨¢ a ser como antes. Que el virus ha provocado cambios mucho m¨¢s profundos de lo que nuestras traumatizadas mentes pueden admitir. Sea como sea, los que no volveremos a ser como antes somos nosotros. En mi caso, el virus me ha hecho comprender cosas que en otras circunstancias hubieran requerido a?os de experiencia.
Lo que m¨¢s echo de menos del mundo de ayer, el de antes de la covid, es la alegr¨ªa de vivir que impregnaba tantos instantes a pesar de las dificultades. Las cosas importantes, dijo Merc¨¨ Rodoreda, son las que no lo parecen. Que seamos seres sociales significa que necesitamos estar con otros en cuerpo y alma, tocar, oler, mirar y ser sentidos tambi¨¦n por otros seres humanos. Nada de esto se da en las relaciones virtuales ni en las hipn¨®ticas pantallas en las que la imagen del otro ya nace muerta. La frialdad de la superficie v¨ªtrea nada tiene que ver con la alegr¨ªa de vivir, que reside en nuestra materialidad, esto que ahora llamamos cuerpo y que parece estar separado de la conciencia. El impulso vital optimista reside en los rostros descubiertos y la actitud despreocupada, imposible cuando se nos proh¨ªbe la cercan¨ªa durante tanto tiempo y nos hemos acostumbrado a distanciarnos incluso con la mirada. No s¨¦ si recuperaremos las costumbres que ten¨ªamos antes, si dejaremos de percibirnos como un peligro o si quedar¨¢ ya instalado para siempre este mirar estr¨¢bico. No pierdo la esperanza de que en esto no hayamos cambiado aunque el mundo sea otro. ?Qu¨¦ gana de que vuelva la alegr¨ªa de vivir!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.