Cuatro d¨ªas de enero (lo malo de acostumbrarse a la muerte)
Desde que se puso en marcha un contador en el a?o 2000 casi 150 periodistas han sido asesinados en M¨¦xico. Es el pa¨ªs te¨®ricamente en paz donde m¨¢s periodistas son asesinados en todo el mundo
Se masca. Se barrunta. Se huele. Un ba?o de sangre. ?Son muchos cuatro asesinatos a sangre fr¨ªa desde que empez¨® este a?o de 2022 que parec¨ªa rebozado de buena esperanza? ?Cu¨¢ntos son bastantes para que apartemos la nariz, nos refugiemos en un trago, en otro canal, en otra ventana? Cuatro cad¨¢veres que ya se han quedado fr¨ªos, que ya les han abotonado la guayabera para el paso de la Estigia, para que no lleguen resfriados al m¨¢s all¨¢, donde aguardan todos los colegas mexicanos asesinados desde que los sicarios y los que pagan a los sicarios averiguaron que sigue siendo extremadamente barato matar plumillas y fot¨®grafos, los que se empe?an en averiguar la verdad, esos majaderos.
Es lo que tienen las cifras, que no sirven. Que nos acostumbran al recuento, aunque el presidente ponga cara de prestar atenci¨®n. Me refiero al presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, que cuando Lourdes Maldonado se levant¨® en las ma?anitas y le cant¨® su historia le dijo a un subalterno que tomara nota.
Es una de las muertitas m¨¢s recientes, el 23 de enero de un mes que ya se ha vuelto funesto y hace presagiar lo peor, si la historia es maestra, y en M¨¦xico lo es. Era domingo y en Tijuana apareci¨® el cuerpo de Lourdes Maldonado en el interior de un veh¨ªculo con la cara desfigurada por un balazo. ?Porque laburaba en la televisi¨®n? Son ir¨®nicos estos sicarios que tan sol¨ªcitos siguen las instrucciones de quienes pujan, se?or presidente. Lourdes Maldonado fue asesinada frente a su casa despu¨¦s de haberse atrevido a decir en voz alta (no levant¨® la voz). ?Recuerda, se?or presidente? Seguro que sus edecanes le pueden refrescar la memoria. Lourdes Maldonado tuvo la osad¨ªa de anunciar que le hab¨ªa ganado pleito al exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla, despu¨¦s de nueve a?os penando en los tribunales. Se hab¨ªa atrevido a denunciar al canal local de Televisa, propiedad de Bonilla, compa?ero de partido de usted, se?or AMLO, por despido improcedente y porque todav¨ªa le deb¨ªan n¨®minas. La periodista, como muchos compa?eros precavidos, hab¨ªa tenido la cautela de inscribirse en el Mecanismo de Protecci¨®n a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos, y a pesar de ello, como muchos otros, encontr¨® la muerte. Le dispensaron una vigilancia tan agujereada que cuando le lleg¨® la bala que ten¨ªa su nombre pudo entrarle con poca cautela, como suele suceder en M¨¦xico, sea uno quien sea, pero sobre todo si es periodista.
Seis d¨ªas antes, el 17 de muerte, la bola de este billar siniestro le toc¨® al fotoperiodista Alfonso Margarito Mart¨ªnez Esquivel. Tambi¨¦n fue en Tijuana. Ten¨ªa 49 a?os cuando le acortaron el porvenir. Sal¨ªa del calor de su casa para fotografiar un homicidio y le hicieron un traje a medida. Especializado en la ¡°nota roja¡±, esa que habla de las muchas formas que la muerte adopta en M¨¦xico, como bien cont¨® Sergio Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez, trabajaba para La Jornada de Baja California y el semanario Zeta, que ha experimentado en carne propia cu¨¢nto cuesta atreverse a meter el dedo en el ojo del mal, en las connivencias entre el poder y el narco, la Justicia y el narco, el Ej¨¦rcito y el narco, la Polic¨ªa y el narco. En diciembre del a?o que acaba de morir, tras haber sido amenazado en plena calle, pidi¨® protecci¨®n al Estado de Baja California. Pero la petici¨®n ni se tramit¨®.
Siete d¨ªas antes de que a Alfonso Margarito le quitaran la c¨¢mara de las manos y 16 antes de que a Lourdes le reventaran la cara a Jos¨¦ Luis Gamboa Arenas tambi¨¦n lo borraron de este mundo, en este caso fue cosido a pu?aladas a 15 metros de su casa en Veracruz, al otro lado del lindo pa¨ªs donde tanta energ¨ªa se gasta, tanta injusticia se planta, tanto espa?ol se habla. Jos¨¦ Luis Gamboa Arenas dirig¨ªa la web Inforegio-Netword y el semanario El Regional del Norte. Se hab¨ªa atrevido a criticar la corrupci¨®n y los lazos de pol¨ªticos locales con ese pulpo de tierra y sangre llamado crimen organizado, del que tanto sabe la inteligencia, la polic¨ªa y la fiscal¨ªa mexicanas. ?No es as¨ª, se?or presidente?
Desde que se puso en marcha un contador en el a?o 2000 casi 150 periodistas han sido asesinados en M¨¦xico. Es el pa¨ªs te¨®ricamente en paz donde m¨¢s periodistas son asesinados en todo el mundo, donde es m¨¢s peligroso ejercer el oficio. Porque adem¨¢s la inmensa mayor¨ªa de los cr¨ªmenes queda impune.
En ?am¨¦rica, ese libraco de Mart¨ªn Caparr¨®s que hay que leer para saber de qu¨¦ va la vaina, sale pronto M¨¦xico, y sale la Santa Muerte, la patrona de los sicarios: ¡°?Se ve, se siente, la Muerte est¨¢ presente!¡±. Y dos p¨¢ginas despu¨¦s: ¡°M¨¦xico es esa violencia y esos tacos y esa desigualdad y esa cultura y esas palabras y esa m¨²sica y siete siglos y millones y millones de coches, de cuerpos y de ruidos, la capital m¨¢s grande de la lengua¡±.
Pero yo ya me callo, se?or presidente. Solo han sido cuatro d¨ªas de enero, el a?o es joven, pero la muerte no. ?Vamos a seguir as¨ª? ?Acostumbr¨¢ndonos a que le sellen la boca y a que les aten las manos a los periodistas porque los muy se atreven a decirle la verdad al poder?
Epitafio
Este art¨ªculo se titulaba Tres d¨ªas de enero, en homenaje a una hermosa pel¨ªcula. Se lo cambi¨¦ cuando enero capotaba. Porque el ¨²ltimo d¨ªa de otro mes fat¨ªdico para el periodismo en M¨¦xico fue asesinado en el municipio de Zit¨¢cuaro, Estado de Michoac¨¢n, a tiros descerrajados por tres matones, Roberto Toledo, de 55 a?os, abogado y periodista, miembro del portal de noticias Monitor de Michoac¨¢n, que hab¨ªa recibido amenazas. ¡°Nosotros no estamos armados. Nosotros no traemos armas. Nuestra ¨²nica defensa es una pluma, una libreta¡±, ha sido el epitafio de su jefe, Armando Linares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.