Bolsonaro, machista en jefe
La misoginia del presidente de Brasil y su clan revela el miedo de los hombres poderosos a las mujeres sin miedo. Pero tambi¨¦n refleja a una sociedad que todav¨ªa no toma en serio el lugar de las mujeres
Brasil vive un momento en el que su sociedad machista choca con la fortaleza del movimiento de las mujeres. A algunos les asusta. El gigante sudamericano, todav¨ªa hoy, respira machismo por sus poros: en todas las instancias y estructuras del Estado, en la sociedad, la econom¨ªa y la pol¨ªtica.
Si la preponderancia masculina es un hecho en todas las esferas de la sociedad, tambi¨¦n lo es en el campo de la informaci¨®n, algo fundamental para tomar el pulso de un pa¨ªs. En Brasil no faltan magn¨ªficas periodistas en todos los medios. Muchas de ellas luchan sin miedo en la primera l¨ªnea de fuego, y quiz¨¢s por ello son muy temidas por quienes tienen el poder. Lo que ocurre ¨Ccon grandes excepciones¨C es que los puestos de direcci¨®n donde se toman las decisiones m¨¢s relevantes a¨²n los acaparan los varones.
Es sintom¨¢tico que las periodistas suelan ser las m¨¢s temidas y perseguidas por el poder, empezando por el presidente Jair Bolsonaro. El mandatario, machista en jefe, ha llegado a agredir verbalmente a las trabajadoras de la prensa, incluso con insultos groseros de tinte sexual. A pesar de la presencia minoritaria (pero aguerrida) de las periodistas en los mandos de los grandes medios, algo se est¨¢ moviendo. Y el mejor term¨®metro para demostrar la fuerza feminista en los medios es la rabia que suele provocar en el bolsonarismo de ra¨ªz, desde el presidente hasta sus tres hijos injertados en pol¨ªtica: el concejal, el diputado federal y un senador.
Entre ellos destaca la misoginia de Eduardo, el diputado federal considerado ya como el delf¨ªn de la familia pol¨ªtica. Es el m¨¢s radical, amigo de los Trump, y pretende hacer de Brasil el centro mundial de los nuevos movimientos de extrema derecha fascista que est¨¢n surgiendo en el mundo. Ha sido ¨¦l quien, d¨ªas atr¨¢s, ha enfurecido a los movimientos feministas con un video en el que achaca el derrumbamiento de un trecho del metro de S?o Paulo a que la constructora us¨® en las obras a mujeres ingenieras en vez de varones. Para el heredero del presidente, la empresa que privilegi¨® a las ingenieras ¡°cambi¨® meritocracia por ideolog¨ªa sin comprobaci¨®n cient¨ªfica¡±. Bolsonaro Jr. ha afirmado este lunes en un video que ¡°el feminismo crece en el mundo a causa de la flojedad de los hombres¡±.
El video de Eduardo Bolsonaro es, en realidad, una burla ante el lugar de la mujer en la sociedad, cada vez m¨¢s robusto. Pero lo cierto es que, a pesar de los avances del feminismo, Brasil peca a¨²n de un machismo tan fuerte que hizo posible que una familia que exalta y celebra su misoginia llegara al poder. El presidente Bolsonaro ha llegado a llamarse a s¨ª mismo ¡°el macho de machos¡±, y no siente pudor de exhibirse junto a sus hijos con armas en mano, jugando a dispararlas entre carcajadas.
Brasil es una paradoja. Por un lado, el machismo es un componente esencial de las instituciones y del Estado; pero al mismo tiempo la importancia de la mujer en la sociedad ha crecido desde las capas m¨¢s pobres de la sociedad. Las mujeres han sido siempre el punto de apoyo de las familias, cargando con toda la responsabilidad entre la violencia y el abandono.
De ah¨ª la importancia que adquiere una mayor presencia femenina al mando de los medios de comunicaci¨®n, ya que son las mujeres las que suelen tomar mejor el pulso a la sociedad. No es casualidad que Brasil sea uno de los pa¨ªses del mundo donde las redes sociales poseen una fuerza particular, y que las mujeres sean m¨¢s activas y cr¨ªticas en ellas. Desde la colonia, han sido ellas quienes mejor han luchado para reivindicar los derechos pisoteados.
Me atrever¨ªa a decir que si en Brasil ha empezado a tomar fuerza un periodismo con mayor presencia en la vida real de las familias, sobre todo de las que m¨¢s sufren el peso de la desigualdad y de la injusticia social, un periodismo que penetra en los antros del olvido, en los infiernos desconocidos del dolor y de la miseria, ello se debe sobre todo a las periodistas.
Se explica as¨ª la rabia del bolsonarismo ante esa presencia femenina. Una presencia que les incomoda y da miedo y de la que culpa, grotescamente, a la ¡°flojera masculina¡±.
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