Aviso a La Zarzuela
Lleva raz¨®n S¨¢nchez al considerar insuficientes las explicaciones del rey em¨¦rito. Pero a la vista de los hechos no resulta f¨¢cil imaginar qu¨¦ podr¨ªa decir para que fueran satisfactorias
Juan Carlos I ¡°a¨²n les debe una explicaci¨®n a los espa?oles¡±. Con esta respuesta a la carta, promovida por La Zarzuela, con la que el padre del Rey pretend¨ªa normalizar su situaci¨®n despu¨¦s del cierre de su expediente por parte de la Fiscal¨ªa, el presidente S¨¢nchez ha roto el conformismo corporativista con el que sus antecesores han tratado los desmanes de quien tutel¨® el tr¨¢nsito de la dictadura a la democracia.
Pedro S¨¢nchez no ha optado por el camino f¨¢cil de poner el ¨¦nfasis en el expediente pol¨ªtico del em¨¦rito como forma de minimizar sus trapacer¨ªas, sino que ha incidido en la gravedad de los hechos condonados: ¡°Las informaciones que hemos recibido en este tiempo son decepcionantes¡±. Por muchos requiebros que se den, la realidad es tozuda: que la justicia no haya podido actuar sobre los comportamientos delictivos e improcedentes de Juan Carlos I no quiere decir que no hayan existido y que no est¨¦n acreditados. Simplemente, han quedado impunes porque la legislaci¨®n hac¨ªa imposible juzgarlos. Con lo cual el problema est¨¢ en este punto negro de la Constituci¨®n que establece que ¡°la persona del Rey es inviolable y no est¨¢ sujeta a responsabilidad¡±, que imprime en ella la huella aristocr¨¢tica que deber¨ªa ser incompatible con la legitimidad democr¨¢tica.
Una persona irresponsable al frente de un Estado. Reliquias que marcan las historias de los pueblos, que desaf¨ªan la raz¨®n y el sentido com¨²n, que se admiten con argumentos de estabilidad y continuidad, pero que un d¨ªa pueden acabar hechas trizas a la vista de todos. Desde luego, lleva raz¨®n el presidente al decir que las explicaciones son insuficientes. Pero a la vista de los hechos no resulta f¨¢cil imaginar qu¨¦ podr¨ªa decir el Rey para que fueran satisfactorias. Y m¨¢s todav¨ªa cuando la decisi¨®n ¡ªpactada con la Casa del Rey¡ª es mantener la residencia en Abu Dabi, un decorado susceptible de asociaciones nada imaginativas con el pasado.
En un momento, marcado por la crisis de Ucrania, en el que quienes tuvieron veleidades putinistas disimulan, la derecha est¨¢ en tr¨¢nsito de restauraci¨®n y en la izquierda podemita se viven momentos de recomposici¨®n, el presidente S¨¢nchez percibe que el espacio de influencia se le ampl¨ªa y busca acumular se?ales de presencia y autoridad. El aviso a La Zarzuela forma parte de esta agenda. Y le compromete a retomar un cabo que dej¨® suelto. Ya que el debate monarqu¨ªa-rep¨²blica no est¨¢ ahora mismo en el orden del d¨ªa, y menos en tiempos de tanta tribulaci¨®n, es hora de emprender la elaboraci¨®n de un estatuto de la Corona que ponga deberes a quien la ocupa antes de caer en la tentaci¨®n de columpiarse en la irresponsabilidad, este raro privilegio que la Constituci¨®n otorga y que consiste en despojar al Rey de la condici¨®n de ciudadano. Por lo visto, Juan Carlos I se lo tom¨® al pie de la letra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.