Juan Carlos I nos debe una explicaci¨®n

Pocas veces coincido con la forma de pensar del presidente S¨¢nchez, pero esta vez no puedo m¨¢s que estar de acuerdo con ¨¦l. El rey em¨¦rito nos debe una explicaci¨®n. Somos muchos millones de espa?oles los que, en aquella madrugada del 23 de febrero de 1981, nos fuimos tranquilamente a dormir despu¨¦s de verlo salir en televisi¨®n y pedir a los militares golpistas que regresaran a sus cuarteles. Tambi¨¦n somos muchos los espa?oles que recordamos el gran papel que desempe?¨® para conseguir traer la democracia a Espa?a tras la muerte del dictador. Todos podemos cometer errores, y de hecho todos los cometemos, pero saber reconocerlo tan s¨®lo est¨¢ al alcance de los mejores. Juan Carlos I para muchos, much¨ªsimos, espa?oles est¨¢ entre ellos. Ahora, tan solo falta que p¨²blicamente nos explique lo que ha pasado. Si lo hace, que no le quepa la menor duda de que los espa?oles sabremos compensar sus posibles errores con sus demostrados aciertos.

Tom¨¢s D¨ªez Vivas. Sevilla

La dignidad de Ucrania

Geopol¨ªtica, invasi¨®n, guerra, agresi¨®n, refugiados son palabras que ocupan hoy nuestro vocabulario diario, pero hay una que no aparece lo suficiente: dignidad. La dignidad que nos define como humanos ha sido atacada en Ucrania. Rusia ha tratado a los ucranios como simples piezas de un juego de poder. Putin se ha otorgado a s¨ª mismo la facultad de decidir qui¨¦n tiene derecho o no a existir. Pero la defensa de la dignidad no solo se dirige hacia el otro; nuestra propia dignidad desaparece cuando no respondemos al ataque del fuerte contra el d¨¦bil. Si abandonamos Ucrania, nuestra propia dignidad desaparece. La defensa de la dignidad de los ucranios es la defensa de nuestra propia dignidad.

Javier Jim¨¦nez Montes. Barcelona

Los valores de Europa

La historia es circular. Lo demuestra el hecho de que seguimos mirando a Ucrania como si fuera un problema ucranio y no europeo. Es lamentable que solo nuestros bolsillos sean los medidores de la gravedad del asunto. En nuestro continente mueren ahora personas. Lo contamos, lo vemos, lo sentimos, y ayudamos desde la log¨ªstica humanitaria, henchidos de orgullo. Pero lo cierto es que, bien por prudencia o por cobard¨ªa, hemos dejado a Ucrania sola. ?En manos de qui¨¦n terminar¨¢n las armas si el ej¨¦rcito ruso se hace con el espacio? Europa observa y calla esperando que, m¨¢gicamente, se resuelva el conflicto, a cuenta de la valent¨ªa de los civiles ucranianos. ?Prudencia o conciencia? ?Con cu¨¢l se acostar¨¢ la UE?

Elisa Moll¨¢ Saval. Valencia

Libertad amenazada

Nunca hab¨ªa sentido amenazada mi libertad. Como ciudadano de Europa, jam¨¢s dud¨¦ de poseer derechos inalienables derivados de principios no menos inconmovibles. Me equivocaba por completo. La invasi¨®n de Ucrania demuestra que ni esos derechos ni esos principios son gratuitos, seg¨²n ingenuamente cre¨ªa. Exigen un sacrificio que, por fortuna, hasta ahora no hab¨ªa ¡ªno hab¨ªamos¡ª necesitado asumir. Hasta ahora. Es el momento de demostrar como sociedad que realmente creemos en los valores que propugnamos y que estamos dispuestos a defenderlos. Nuestra libertad lo merece y lo exige.

Diego Margallo Ariza. La Nuc¨ªa (Alicante)