18 d¨ªas del siglo XXI
Un primer balance de guerra revela que ha cambiado el orden global y devuelto a Europa una polaridad militarizada
?Ha tardado m¨¢s de 20 a?os en empezar el siglo XXI? Fue el historiador Eric Hobsbawm quien identific¨® el final del siglo XX en 1989 con la desaparici¨®n de la URSS y el orden global nacido tras la mayor matanza de la historia en la II Guerra Mundial. Desde hace 18 d¨ªas, el siglo XXI est¨¢ viviendo una reestructuraci¨®n geopol¨ªtica y geoestrat¨¦gica sin comparaci¨®n posible en los ¨²ltimos 30 a?os en Europa. La guerra de conquista de Putin sobre Ucrania con tropas, artiller¨ªa, aviaci¨®n y misiles ha hecho estallar el equilibrio aparentemente estable que naci¨® con la ca¨ªda del Muro y sus diagn¨®sticos cargados de triunfalismo sobre el inicio de un tiempo nuevo: parec¨ªa empezar entonces el llamado fin de la historia. El desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica abr¨ªa una nueva era y barr¨ªa de la agenda geopol¨ªtica de Occidente a su rival hist¨®rico. Visto desde Occidente, la d¨¦bil y hundida Rusia dejaba de ser el enemigo del Este, sin pa¨ªses sat¨¦lites en su entorno y con la carrera armament¨ªstica y nuclear neutralizada tras los acuerdos de 1987 entre Gorbachov y Reagan.
Hoy el belicismo imperialista de Putin ha hecho saltar todo por los aires y cada sujeto geopol¨ªtico ha cambiado en dos semanas sus objetivos. La tragedia de Ucrania ha impulsado en la UE una reacci¨®n apenas imaginable bajo el patr¨®n de Europa como pac¨ªfico balneario. Por primera vez, la Europa escarmentada por la guerra de 1939-1945 ha acordado aportar 1.000 millones de euros en ayuda militar para la defensa de un Estado que no pertenece ni a la UE ni a la OTAN, pero que es percibido por la ciudadan¨ªa como territorio europeo y ¨²ltima frontera con el agresor.
Las escenas que llenan las pantallas del mundo entero remiten a una experiencia del terror que solo un ¨ªnfimo porcentaje de europeos puede recordar ya en primera persona. Europa ha vivido m¨¢s de 80 a?os sin una guerra que afectase expl¨ªcitamente a su modo de vida o pusiese en peligro el orden civil y pol¨ªtico nacido en 1945. La guerra de Yugoslavia se libr¨® en Europa, pero esa cat¨¢strofe surgi¨® de causas internas y fue hija inmediata del desgajamiento de pa¨ªses bajo control sovi¨¦tico. Hoy Ucrania es otra cosa: revela de golpe y con la inmediatez brutal de las redes sociales la fragilidad consustancial al orden democr¨¢tico europeo como objetivo potencial de los misiles rusos y de su armamento nuclear. Nadie sabe hoy la pretensi¨®n final de Putin en su invasi¨®n de Ucrania. La destrucci¨®n discrecional de sus ciudades, el asedio a la capital, el control de la zona del Donb¨¢s tras la anexi¨®n de Crimea en 2014 ponen en cuesti¨®n no solo las fronteras de la Europa nacida tras la implosi¨®n sovi¨¦tica de 1989. Ponen en cuesti¨®n tambi¨¦n tanto la capacidad europea para mantener la paz como el papel que adoptar¨¢n las dos potencias mundiales en liza para el futuro, Estados Unidos y China. China mantiene una posici¨®n af¨ªn a Rusia, pese a la abstenci¨®n en la condena a la invasi¨®n en la Asamblea de la ONU, y se ofrece a la vez como interesado mediador de una posible tregua, con implicaciones estrat¨¦gicas todav¨ªa desconocidas. Estados Unidos act¨²a de forma conjunta con Europa, pero las consecuencias de la guerra no son comparables a ambos lados del Atl¨¢ntico, ni por proximidad geogr¨¢fica, ni por dependencia ni relaci¨®n hist¨®rica con Rusia. Consiga Putin o no llevar hasta el final la conquista de Ucrania, el futuro seguir¨¢ siendo una inc¨®gnita amenazante y habr¨¢ empezado una nueva era como suelen empezar: con una guerra que cambia el orden del mundo y vuelve a instalar la conciencia de la polaridad militarizada en la ciudadan¨ªa europea. Ese mapa hab¨ªa desaparecido del continente durante 30 a?os y en dos semanas ha vuelto. Putin orden¨® el ataque a Ucrania cuando una Europa alborozada se dispon¨ªa a vivir los happy twenties del siglo XXI con un paquete de ayudas econ¨®micas de magnitud hist¨®rica. Estaba destinado tanto a paliar las dur¨ªsimas heridas de la pandemia de covid como a reforzar el papel geopol¨ªtico global de un protagonista desle¨ªdo e invisibilizado. Los 750.000 millones de euros de los fondos Next Generation de la UE deb¨ªan servir tambi¨¦n para desactivar el contagio del ultranacional-populismo patrocinado por Putin en m¨²ltiples pa¨ªses europeos. Hoy servir¨¢n para pagar la factura de la guerra que Putin empez¨® el 24 de febrero. En los 18 d¨ªas transcurridos desde entonces ha empezado otro siglo XXI.
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