Una izquierda jur¨¢sica
Quien no puede quitarse las telara?as ideol¨®gicas de los ojos para ver lo que sucede en Ucrania, demuestra su fidelidad a una visi¨®n desfasada o se ha quedado perdido en los vericuetos del cinismo y la dualidad
As¨ª como desde lejos es imposible apreciar los relieves de un paisaje, hay que adentrarse en los meandros de la izquierda latinoamericana para darse cuenta de que est¨¢ lejos de representar un todo homog¨¦neo. La variedad es extensa. Una izquierda que tom¨® en alg¨²n momento las armas y crey¨® en la revoluci¨®n; una izquierda que nunca se desapeg¨® del credo de la Tercera Internacional; la izquierda populista, que lleg¨® al poder para quedarse; la izquierda nost¨¢lgica, la izquierda acad¨¦mica. La nueva izquierda.
Pero lo que un examen cercano mejor nos deja ver es la divisi¨®n entre izquierda autoritaria e izquierda democr¨¢tica. Entre la que considera anatema todo lo que se oponga a la hegemon¨ªa de un solo partido o de un solo l¨ªder; y la que busca rescatarse a s¨ª misma afirmando su fidelidad a la democracia sin apellidos que permite elegir libremente a los gobernantes, y se adhiere al respeto a las libertades p¨²blicas y a los derechos humanos. Ni democracia proletaria ni democracia burguesa. La democracia.
¡°Izquierda cobarde¡± llama Nicol¨¢s Maduro a esta izquierda que se atreve a desembarazarse de los ropajes del pasado que huelen a naftalina. Y la invasi¨®n de las tropas rusas a Ucrania ha servido para dejar patente esta diferencia fundamental, que desde las concepciones ideol¨®gicas del poder se extiende a los alineamientos geopol¨ªticos.
La falla geol¨®gica que se abre en el paisaje entre izquierda autoritaria e izquierda democr¨¢tica, la vemos mejor al comparar las declaraciones del caudillo boliviano Evo Morales con las del nuevo presidente de Chile Gabriel Boric.
¡°Rusia ha optado por la guerra para resolver conflictos. Desde Chile condenamos la invasi¨®n a Ucrania, la violaci¨®n de su soberan¨ªa y el uso ileg¨ªtimo de la fuerza. Nuestra solidaridad estar¨¢ con las v¨ªctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz¡±, escribe Boric en un tuit. En otro tuit, Morales escribe: ¡°Hacemos un llamado a una movilizaci¨®n internacional para frenar el expansionismo intervencionista de la OTAN y EE UU La humanidad clama por pacificaci¨®n, la conflagraci¨®n no es la soluci¨®n. La hegemon¨ªa armamentista e imperialista pone en riesgo la paz mundial¡±.
El lenguaje de Evo Morales es una herencia de la Guerra Fr¨ªa, cuando la izquierda latinoamericana cre¨ªa su deber militante no apartarse del evangelio del Kremlin. Es as¨ª que cuando en agosto de 1968 las tropas del Pacto de Varsovia invadieron Checoeslovaquia para aplastar la primavera de Praga, Fidel Castro, que entonces representaba a toda la feligres¨ªa revolucionaria, respald¨® la intervenci¨®n apelando a los intereses supremos del socialismo mundial.
S¨®lo hab¨ªa un imperialismo, el de los Estados Unidos; la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el Pacto de Varsovia defend¨ªan la paz mundial. Evo Morales, medio siglo despu¨¦s, no se aparta de ese guion.
Por una suerte de artilugio ideol¨®gico, Putin encarna a ese mundo sovi¨¦tico de los manuales leninistas anterior a Gorbachov, aquel mismo de ancianos miembros del politbur¨®, que protegidos con gruesos gabanes y sombreros de fieltro revistaban los desfiles militares desde arriba del mausoleo de Lenin, desfile que cerraban los cohetes cargados con ojivas nucleares, las mismas con las que Putin amenaza hoy al mundo sino le dejan consumar su conquista de Ucrania.
Putin, cuyo apoyo pol¨ªtico se teje en una red de organizaciones ultranacionalistas y antisemitas, padrino de una mafia de oligarcas multimillonarios que se apropiaron de los despojos de la era sovi¨¦tica, y decidido a reconstituir la vieja Rusia de los zares, es para los nost¨¢lgicos de la vieja izquierda uno de los suyos, y por eso mismo justifican la invasi¨®n de Ucrania, o apartan la vista y se diluyen en declaraciones que no dicen nada.
Lula de Silva, sin se?alar qui¨¦n invadi¨® a qui¨¦n, ofreci¨® un consejo conciliador tanto a Putin como a Zelenski: ¡°Gobernantes, bajen las armas, si¨¦ntense en la mesa de negociaciones y encuentren la salida del problema que los llev¨® a la guerra¡¯¡±. Y nada m¨¢s. Muy cerca, qui¨¦n lo dir¨ªa, de Bolsonaro, que en v¨ªsperas de la invasi¨®n vol¨® a Mosc¨² para tomarse la foto de ocasi¨®n con Putin y que al regresar a Brasil declar¨®: ¡°No tomaremos partido, seguiremos siendo neutrales¡±.
Boric, al contrario, recuerda con sus palabras que, si la izquierda tiene alg¨²n fundamento, es el humanismo, y que las guerras de agresi¨®n son un crimen. Quien no puede quitarse las telara?as ideol¨®gicas de los ojos para ver los bombardeos sobre la poblaci¨®n civil, los ataques a¨¦reos contra hospitales y edificios de apartamentos, el ¨¦xodo de millones de seres humanos obligados a buscar refugio en los pa¨ªses vecinos huyendo de la destrucci¨®n y la muerte, demuestra su fidelidad a la izquierda jur¨¢sica, o se ha quedado perdido en los vericuetos del cinismo y la dualidad.
Nada m¨¢s sublime, agreguemos, que estas opiniones de un cient¨ªfico social argentino de izquierda, publicadas en un diario de Buenos Aires: ¡°las apariencias no siempre revelan la esencia de las cosas, y lo que a primera vista parece ser una cosa ¡ªuna invasi¨®n¡ª mirada desde otra perspectiva y teniendo en cuenta los datos del contexto puede ser algo completamente distinto¡±.
Igual que la famosa frase atribuida a un presidente mexicano de tiempos del PRI, pero que en realidad es de Mario Moreno, Cantinflas: ¡°Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario¡±.
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