Calentita
El apoyo a la autonom¨ªa del S¨¢hara, propuesta por Marruecos, desvincula la presidencia de S¨¢nchez de una tradici¨®n de apoyo y solidaridad hacia un pueblo resistente que soporta vejaciones y torturas
Durante la pandemia, personas de izquierda, que a¨²n confiamos en que se pueda hablar desde ese lugar, nos felicit¨¢bamos pensando qu¨¦ habr¨ªa sido del pa¨ªs si todo hubiese sucedido con un gobierno trumpiano como el de Madrid. La seguridad en que se trabajaba y se buscaban soluciones para proteger a los sectores sociales m¨¢s d¨¦biles nos insuflaba esperanza y, dentro del izquierdismo ¡°radical¡±, se produc¨ªa un acercamiento simp¨¢tico hacia posturas socialdem¨®cratas y personajes como Pedro S¨¢nchez. La presencia de Unidas Podemos en el Gobierno, lejos de ejemplificar falta de lealtad o de sentido de Estado, ejerce como contrapeso. Se han encontrado f¨®rmulas para que la ruina no corroa nuestro organismo. Yolanda D¨ªaz ha sido fundamental. Parad¨®jicamente, desciende la intenci¨®n de voto hacia Unidas Podemos mientras partidos que no han hecho ni el huevo o se han lucrado perversamente ganan puntos.
La acogida de Brahim Gali supuso un ejemplo de ese humanismo y esa memoria activa que deber¨ªan caracterizar a la izquierda. Sin embargo, ahora, quienes hemos confiado en un Gobierno y un presidente sentimos que la deslealtad viene de la mayor¨ªa gubernamental: el apoyo a la autonom¨ªa del S¨¢hara, propuesta por Marruecos, desvincula la presidencia de S¨¢nchez de una tradici¨®n de apoyo y solidaridad hacia un pueblo resistente que soporta vejaciones y torturas. Un pueblo que simboliza la dignidad en su combate por conseguir la autodeterminaci¨®n. Quiz¨¢ esta vez el traje del estadista europeo, el juego de la negociaci¨®n en las m¨¢s altas esferas, hayan desle¨ªdo el rojo de la sangre. Esta vez el reproche contra el Gobierno no puede caer del lado de la irresponsabilidad de su ala izquierda. Esta vez el asunto no tiene que ver con el pacifismo de Ione Belarra, la ley trans de Irene Montero o los solomillos de Alberto Garz¨®n. Esta vez S¨¢nchez se ha equivocado contra mucha gente que comenzaba a confiar en ¨¦l.
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