La raz¨®n y el sue?o
Tanto antes como despu¨¦s de la invasi¨®n, muchos ¡°progresistas¡± han desgranado argumentos que intentan justificar la pasividad y la inacci¨®n respecto a Ucrania

A diferencia de otros idiomas, en espa?ol la palabra ¡°sue?o¡± designa el acto de dormir y tambi¨¦n la imaginaci¨®n de sucesos mientras se duerme. El famoso capricho de Goya El sue?o de la raz¨®n produce monstruos suele ser interpretado en el segundo sentido. Sin embargo, hay algo que invalida esa versi¨®n: los murci¨¦lagos rodean la cabeza del durmiente y, sobre todo, un bicho est¨¢ apoder¨¢ndose de su pluma. Es decir, cuando la raz¨®n duerme, los monstruos se apoderan de la palabra.
Algo as¨ª sucedi¨® inicialmente al aproximarse la invasi¨®n de Ucrania, aunque sofocado luego por el coro general de conmiseraci¨®n y de condena, inevitable al difundirse las im¨¢genes del crimen. Pero, antes de que cayeran los primeros misiles, hab¨ªa un inexplicable reparo a llamar las cosas por su nombre, propensi¨®n que luego alcanz¨® hasta al papa Francisco. ¡°Ucrania no es popular¡±, me confes¨® una amiga periodista y, de hecho, las colaboraciones anunciando la invasi¨®n tropezaban con reticencias. Confiemos en que Putin cumpla su palabra de no invadir, tal era la idea subyacente a tantas aprensiones.
Pero Putin invadi¨®, y adem¨¢s lo hizo ateni¨¦ndose a sus declaraciones previas de que Ucrania era Rusia y que estaba dispuesto a acabar con su independencia a toda costa. A trav¨¦s de Russia Today y de otros transmisores a escala internacional, sembr¨® una serie de fake news y amenazas destinadas a alcanzar notable eficacia: por supuesto, no iba a invadir; su prop¨®sito era desnazificar Ucrania y frenar la agresiva expansi¨®n de la OTAN hasta las fronteras de Rusia. Para terminar, la m¨¢s impactante: Rusia estaba dispuesta a emplear armas nucleares contra quien se opusiera a sus razonables prop¨®sitos.
Hab¨ªa que tomarle en serio, pero una cosa era analizar sus mentiras y amenazas y otra aceptarlas como premisa para justificar la pasividad y el abandono de Ucrania. Van en este sentido las objeciones, suscritas por Pedro S¨¢nchez, a favorecer el futuro ingreso del pa¨ªs en la UE. De consumarse esa actitud, abrir¨ªa la puerta a Putin para una nueva ofensiva, dirigida esta vez contra la OTAN en los pa¨ªses b¨¢lticos.
Entre nosotros, la f¨®rmula m¨¢s usada de anestesia procedi¨® de calificar Ucrania como pa¨ªs nazi (Putin), casi siempre adoptada de modo indirecto, al advertir de que una resistencia a Rusia estar¨ªa protagonizada por los nazis locales, y, sobre todo, devolviendo la pelota a los solidarios. Se convertir¨ªan estos en filonazis inconscientes por volcarse en ayuda a los ucranios, ¡°blancos, rubios y de ojos azules¡±, mientras olvidaban la tragedia siria (Jordi ?vole). Una r¨¦plica inmediata consiste en advertir que es l¨ªcito volver la mirada all¨ª, denunciar las insuficiencias, pero no para anular el valor de la ayuda a los ucranios. La humanidad es hoy Ucrania. Adem¨¢s, durante d¨¦cadas, muchos ciudadanos estuvimos lejos de cerrar los ojos ante la opresi¨®n de palestinos, sirios o gente de color en Estados Unidos. Y frente a la invasi¨®n de Bush en Irak.
La eficacia de tal descalificaci¨®n ha sido notable, utiliz¨¢ndola muchos ¡°progresistas¡± para justificar la pasividad. Parec¨ªa haber sobrada demanda de coartadas para refugiarse en la inacci¨®n.
Un curioso complemento de lo anterior era la simbiosis entre Rusia y Putin. Antes del d¨ªa 24, no faltaban quienes achacaban el cerco militar sobre Ucrania al miedo de Putin. El testigo pas¨® a la humillaci¨®n de Rusia, incluso con cita de Dostoievski. Rusia ser¨ªa capaz de soportar el sufrimiento, y es, pues, merecedora de que al vencer Occidente no planifique su destrucci¨®n. Falacia total, porque quienes condenan la invasi¨®n, igual que los ucranios, son conscientes de que el agente de la destrucci¨®n se llama Vlad¨ªmir Putin, no un pueblo ruso que padece la opresi¨®n criminal de un Estado KGB, aunque la mayor¨ªa respalde al tirano. Una inveros¨ªmil derrota de Putin en Ucrania ser¨ªa la se?al de la dif¨ªcil y necesaria liberaci¨®n de Rusia.
La gran coartada fue el rechazo por Putin de la indebida expansi¨®n de la OTAN. Aqu¨ª no solo es el progresismo oficial, con Podemos al frente, el que reprodujo la visi¨®n de que la OTAN es el Mal ¡ª¡±es genocida¡±, dijo un podemita an¨®nimo en una Russia Today feliz con la actitud del grupo. Era el mismo d¨ªa en que retransmiti¨® en directo el masivo traslado de tropas a Bielorrusia para el p¨ªcnic de Ucrania¡ª. Por ello, era preciso denunciar todo cuanto hiciera ese conglomerado contra Putin como instrumento del imperialismo. Los programas de Pablo Iglesias en La base, guion para las condenas de Ione Belarra, descansaban sobre esa supuesta verdad primaria.
?Ten¨ªa la OTAN que detener su expansi¨®n, que hasta ahora no solo no atac¨® a Rusia, sino que toler¨® las agresiones de Putin contra Chechenia, Georgia y Ucrania? Primero, no hubo compromiso alguno escrito con Gorbachov. Segundo, las intervenciones rusas de los noventa en el ¡°c¨ªrculo pr¨®ximo¡± (Abjasia, Transnistria), luego la feroz recuperaci¨®n de Chechenia, justificaban de sobra el ingreso de Polonia o los pa¨ªses b¨¢lticos en la OTAN como medida de protecci¨®n. Yeltsin y Primakov, menos a¨²n Putin, no eran Gorbachov.
Asevera Pablo Iglesias que sus juicios est¨¢n presididos por ¡°la objetividad¡± frente a ¡°la propaganda¡± que caracteriza a los dem¨¢s y, en particular, a sus enemigos declarados, expresi¨®n de las cloacas. El exvicepresidente proporcion¨® as¨ª los medios para desautorizar la pol¨ªtica de S¨¢nchez. Su esquema mental era el de las campa?as sovi¨¦ticas por la paz, desde 1950: haga lo que haga, Occidente encarna la guerra. Putin esgrime la amenaza nuclear: no condena, sino retransmisi¨®n del aviso.
Un ¨²ltimo rasgo de tales objetores fue la preferencia por descalificar de entrada a quienes pon¨ªan en relaci¨®n a Putin con Hitler. Les irritaba la comparaci¨®n, obra de Hillary Clinton. Y no es que en rigor Putin sea nazi o fascista, aunque ya su l¨®gica de inversi¨®n del lenguaje, al insistir en la Ucrania genocida, coincida plenamente con el Arbeit macht frei de Auschwitz, aderezada con toques mafiosos (el ¡°te follar¨¦, guapa, quieras o no¡±, dirigido a Ucrania). Putin se sit¨²a en la convergencia entre el gran maestro, Stalin, y las corrientes del nacionalismo eslav¨®filo que desde el siglo XIX parten de Karamzin y Danilevski para alcanzar de forma bien tosca al ide¨®logo de servicio, Alexander Dugin, con su Santa Rusia, su Eurasia y el falso multipolarismo anti-USA.
Hitler est¨¢ ah¨ª en cuanto antecedente de un irredentismo belicista, apoyado en la nostalgia del imperio perdido (Reich o zarista/URSS), y tambi¨¦n como patr¨®n de un modo de actuaci¨®n para avanzar un nuevo paso hacia la gran Rusia, agregada con Ucrania y Bielorrusia, y rodeada de vasallos en su lucha contra Europa. Lukashenko, tan estimado como Putin por nuestros comunistas, lo explic¨® con claridad en Russia Today.
Ah¨ª estamos, al borde de una tragedia pronto consumada. El giro conformista, movido por una visi¨®n capitalista a corto plazo, cambia ahora de semblante y se autocalifica de ¡°neorrealismo¡±. Asume la cr¨ªtica a la ¡°b¨¦lica¡± OTAN expansionista que irrit¨® a Putin ¡ªcitando a Georgia y Ucrania, que nunca ingresaron¡ª, tambi¨¦n la alternativa al ¡°unipolarismo¡± de EE UU desde el ¡°multipolarismo¡± de la declaraci¨®n de Pek¨ªn ¡ªde hecho, un bipolarismo Rusia-China vs EE UU (Occidente)¡ª, como bases de un nuevo equilibrio. Para nada cuentan el expansionismo demasiado visible de Putin, fuera de an¨¢lisis, ni Taiw¨¢n, y Europa podr¨ªa actuar como mediador o ¨¢rbitro entre ¡°las dos superpotencias¡±. La raz¨®n aqu¨ª verdaderamente sue?a.
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