Vida p¨²blica de Francia M¨¢rquez
La candidatura de M¨¢rquez a la vicepresidencia de la Rep¨²blica no es c¨¢lculo medi¨¢tico de las asesor¨ªas electorales sino fruto del hecho insoslayable de que obtuvo m¨¢s de 770.000 votos
Para quienes no la conoc¨ªamos de antiguo, su lucha comenz¨® hace casi un d¨¦cada cuando, en 2014, encabez¨® una marcha de mujeres de su comunidad para llamar la atenci¨®n sobre los cr¨ªmenes que la miner¨ªa ilegal de oro comete en Colombia desde hace d¨¦cadas.
Son cr¨ªmenes de todo orden, escandalosamente impunes, que desde hace siglos, todos los de la explotaci¨®n del oro en Am¨¦rica que a¨²n no termina, han cobrado en nuestros pa¨ªses much¨ªsimas vidas humanas. En Colombia, como en Brasil y Venezuela, por citar solo dos naciones suramericanas, siguen a¨²n comprometiendo la vida futura de millones de habitantes de las regiones m¨¢s expoliadas, y a la vez, m¨¢s abandonadas.
Fue aquella una marcha memorable a la que se opuso absolutamente todo lo que los poderosos del mundo suelen oponer para sofocar el respeto y la solidaridad que personas como Francia M¨¢rquez logran infundir hasta en los m¨¢s indiferentes. La lucha de esta mujer admirable, de apenas 40 a?os, se equipara ya en denuedo a la de los m¨¢s legendarios paladines de los pobres de Iberoam¨¦rica en cualquier ¨¦poca.
M¨¢rquez ha narrado en muchas ocasiones la indefensi¨®n y el desaliento que abat¨ªa a su comunidad de La Toma, en el valle del Cauca, cuando se dispuso recorrer los 350 kil¨®metros que la separan de Bogot¨¢, al frente de una peregrinaci¨®n de 80 mujeres que cambi¨® no solo su vida sino la fisonom¨ªa pol¨ªtica de Colombia de un modo tan radical que nadie pudo preverlo en aquellos momentos.
Sus adversarios eran nada menos que las multinacionales de la miner¨ªa, las organizaciones paramilitares del narcotr¨¢fico, la secular, c¨®mplice inercia del Gobierno, el condescendiente cinismo de los medios, el perverso sistema de partidos-caciques colombianos, la estulta indiferencia de las mayor¨ªas en un pa¨ªs cansado y esc¨¦ptico.
Francia M¨¢rquez ha explicado en muchas ocasiones las circunstancias que dieron origen a sus luchas. En su relato recurre una fecha: 1636, a?o que los anales fijan como el de la llegada a La Toma de los ancestros africanos de esa comunidad, esclavizados durante la Conquista para explotar, justamente, las minas de oro.
Numerosas organizaciones ambientalistas y feministas del mundo han incorporado a sus registros la ejemplar carrera de Francia M¨¢rquez como ambientalista. En un continente donde la defensa del ambiente se paga a menudo con la vida, los activistas como ella act¨²an bajo constante amenaza de muerte. Apenas el a?o pasado, Colombia se estremeci¨® ante asesinato de Gonzalo Cardona, un abnegado ambientalista, defensor del loro ¡°orejiamarillo¡±, hermosa especie, end¨¦mica en el departamento del Tolima y amenazada de extinci¨®n.
Se calcula en 10 millones la poblaci¨®n afrocolombiana, en un pa¨ªs con m¨¢s de 50 millones de habitantes. La candidatura de Francia M¨¢rquez a la vicepresidencia de la Rep¨²blica, en dupla con el candidato izquierdista Gustavo Petro, no es c¨¢lculo medi¨¢tico de las asesor¨ªas electorales sino fruto del hecho insoslayable de que, en una consulta abierta sobre precandidaturas, M¨¢rquez obtuvo m¨¢s de 770.000 votos, siendo la tercera persona m¨¢s votada.
He vivido ya siete a?os seguidos en Colombia, pa¨ªs que frecuento desde hace treinta, y me ha tocado observar de cerca los dr¨¢sticos cambios que la firma del acuerdo de paz, en 2016, han obrado en el talante electoral del pa¨ªs.
Las presidenciales de este a?o ser¨¢n las segundas en llevarse a cabo sin que impere un clima de guerra y tambi¨¦n las primeras en las que las izquierdas tienen clara opci¨®n de ganar la primera vuelta.
La sola posibilidad de que una abogada afrodescendiente y feminista, madre soltera y representante leg¨ªtima de una comunidad sistem¨¢ticamente preterida sea candidata a la vicepresidencia habr¨ªa hecho esperar que las fuerzas del status quo ¡ªque incluyen, sin duda, a la izquierda que mayoritariamente apoya a Petro¡ª se tomar¨ªan las cosas, ya que no con tolerancia, con la templanza propia de una democracia consolidada.
No ha sido as¨ª: desde los barones de la derecha ¡°liberal¡± hasta los mejores valedores de la corte de Gustavo Petro han rechazado escandalizados los decires de Francia con no disimulado racismo. Reaccionan como si la preeminencia alcanzada por Francia M¨¢rquez fuese una gracia otorgada por un estamento patriarcal. Como si su candidatura fuese artificio de la mercadotecnia electoral. Todo ello me ha hecho recordar las frases iniciales de El hombre invisible, la estremecedora novela del gran escritor afroamericano que fue Ralph Ellison:
¡°Soy un hombre invisible. No un espectro como los que acosaban a Edgar Allan Poe. Tampoco un ectoplasma del cine de Hollywood. Tengo sustancia, soy de carne y hueso; soy fibra y fluidos y hasta se dir¨ªa que poseo una mente. Soy invisible simplemente porque alguna gente se reh¨²sa a verme¡±.
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