¡°?Hay algo m¨¢s indigno que el dolor del hambre?¡±
En el rico Brasil, que exporta alimentos a medio mundo, 50 millones de personas pasan hambre
En el rico Brasil, que exporta alimentos a medio mundo, 50 millones de personas pasan hambre. Con 12 millones de desocupados y la inflaci¨®n por los cielos, una de cada cuatro familias se va a dormir so?ando con la comida. Es lo que ha llevado al diario O Estad?o de S?o Paulo a preguntarse en su editorial de hoy si ¡°hay algo m¨¢s indigno que el dolor del hambre¡±.
Y mientras esos millones de familias no consiguen ni alimentarse, el presidente de extrema derecha fascista, Jair Bolsonaro, animado porque los sondeos empiezan a mejorar para ¨¦l, a pesar de que el favorito en las presidenciales sigue siendo Lula da Silva, ha vuelto a quitarse la m¨¢scara con la que parec¨ªa haber escondido sus ¨ªmpetus golpistas para presentarse menos agresivo. Ha vuelto a ense?ar los dientes con elogios a la dictadura militar y amenazas a la democracia.
Lo ha hecho aprovechando el aniversario del golpe militar del 31 de marzo de 1964, que dio paso a una dictadura sangrienta de 20 a?os, para volver a amenazar las instituciones del Estado. Hasta os¨® afirmar que dicha dictadura ¡°devolvi¨® la libertad a la naci¨®n¡±. Bolsonaro, nada m¨¢s ser elegido presidente, ya hab¨ªa afirmado que lo malo de la dictadura fue el no haber matado por lo menos a 30.000 personas m¨¢s, mientras sigue elogiando a los torturadores como acaba de hacer hace dos d¨ªas.
Bolsonaro ha entendido que solo crece en los sondeos cuando vuelve a sus andadas de atacar las instituciones y de dar pasto a sus huestes m¨¢s extremistas, mientras sigue halagando y prestigiando a los militares. Ya ha dado a entender que su candidato como vicepresidente a la reelecci¨®n ser¨¢ un militar que como ¨¦l sigue considerando que la dictadura tuvo como resultado ¡°devolver las libertades¡± a los brasile?os.
En esa nueva vuelta a sus instintos autoritarios y a su alergia a las otras instituciones del Estado, que juntas aseguran las columnas de la democracia, mientras ¨¦l las considera un obst¨¢culo para gobernar, ha empezado de nuevo a atacar al Supremo que, seg¨²n ¨¦l, le recorta sus libertades para actuar a sus anchas.
Justo en el aniversario de la dictadura, Bolsonaro ha vuelto a arremeter contra los magistrados del Supremo y ha desempolvado el lenguaje soez que tanto exalta a sus seguidores de la ultraderecha, a los que no les gusta un presidente ¡°paz y amor¡± a lo Lula.
Para justificar las acusaciones que se le hacen de ser incapaz de gobernar, lo que ha tra¨ªdo de vuelta el hambre a millones de personas, el presidente afirm¨® que si no consigue gobernar es porque algunos se lo impiden, y acus¨® directamente al Supremo que ¨¦l pretender¨ªa extinguir. ¡°Lo que nos falta¡±, dijo, dirigi¨¦ndose a los magistrados, ¡°es que no nos estorben. Si no tienen ideas, que se callen. Ponte la toga y qu¨¦date ah¨ª sin tocarnos los cojones a los dem¨¢s¡±. Y a?adi¨® sin inmutarse que ¡°democracia y libertad deben ser dos batallas de cada d¨ªa¡±.
En su discurso, en el que volvi¨® a resucitar al Bolsonaro extremista, puso de nuevo en discusi¨®n la validez de las urnas electorales, como precavi¨¦ndose en caso de derrota: ¡°Ahora hasta nos van a impedir el poder dudar de las urnas¡±. Dio as¨ª a entender que estaba volviendo a su personalidad dura de lucha contra las instituciones que le impiden gobernar a sus anchas y prometi¨® reaccionar. Para desmentir lo que empezaba a decirse sobre que el Congreso ha conseguido amansar los ¨ªmpetus golpistas del capit¨¢n retirado, quiso dejar claro que ¨¦l no ha cambiado y explic¨® que ¡°no se pueden tener consejeros a tu lado que te dicen cada momento: ¡®calma, calma, espera el momento oportuno. Calma es el carajo¡±.
Mientras tanto, el mandatario brasile?o sigue sin condenar la guerra de Putin contra Ucrania y ya solo piensa en derrotar a Lula en las elecciones para sentirse seguro en un segundo mandato. Para no tener que escuchar a los consejeros que le piden calma, porque ¨¦l tiene prisa para poder gobernar sin amarras. Para intentar demostrar que solo los militares son capaces de poner orden en el pa¨ªs y de dejarle gobernar sin el cors¨¦ que las otros poderes del Estado le imponen.
Es lo que ¨¦l llama ¡°lucha del bien contra el mal¡±, en el que el bien ser¨ªa un r¨¦gimen fuerte y dictatorial, y el mal, los perifollos de la democracia que le impiden gobernar sin necesidad de tener que escuchar a sus consejeros, que le dicen y repiten que no se deje arrastrar por sus instintos dictatoriales. Y en efecto, seg¨²n los sondeos m¨¢s serios, un 76% de los brasile?os rechaza la dictadura y sigue apostando por una democracia que, por lo menos, los libere de la indignidad y del dolor de tener que acostar a sus hijos con hambre.
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