Jesucristo y la Playstation
Contarle a un ni?o de nueve a?os la pasi¨®n, muerte y resurrecci¨®n de Cristo es uno de los mayores retos que he vivido como escritor, y de los m¨¢s est¨¦riles, porque no se puede transmitir una religi¨®n sin fe
Aprovecho la Semana Santa para impartir un poco de doctrina cat¨®lica a mi hijo, a ver si la exposici¨®n a los tambores, los capirotes y los cirios le mete algo de legado cultural en los sesos posmodernos y digitales que tiene. Contarle a un ni?o de nueve a?os la pasi¨®n, muerte y resurrecci¨®n de Cristo es uno de los mayores retos que he vivido como escritor, y de los m¨¢s est¨¦riles, porque no se puede transmitir una religi¨®n sin fe. Sus padres somos ateos: podemos contar una buena historia, porque los Evangelios lo son, pero nunca le haremos comprender lo que significan para un creyente.
Las alarmas saltaron en el primer curso del colegio, cuando trajo unos deberes en los que deb¨ªa escribir la palabra que correspond¨ªa a cada dibujo. Bajo una ilustraci¨®n de una iglesia, ¨¦l puso ¡°casa¡±. No ten¨ªa ni idea de qu¨¦ era una iglesia y se le escapaba lo m¨¢s elemental de la liturgia. Yo crec¨ª en un hogar ateo, pero conoc¨ª una ¨¦poca en que el catolicismo a¨²n conformaba el paisaje: ten¨ªa t¨ªas beatas, abuelos anticlericales y padres traumatizados por las hostias sin consagrar que les dieron las monjas en clase. Aunque mis padres no me ense?aran nada, el mundo me acercaba a la experiencia religiosa por otros caminos. Mi hijo ha perdido ese paisaje, y no se puede entender una misa en teor¨ªa, sin la vivencia de la misa.
Me preocupa que no entienda el Museo del Prado. Me preocupa que no use frases hechas como ¡°esto ha sido un calvario¡± o ¡°le dio el beso de Judas¡±. Me preocupa que crezca sin esa conciencia hist¨®rica tan rica. Seg¨²n las estad¨ªsticas, no es un ni?o raro: en este rinc¨®n del mundo, la religi¨®n es un asunto cada vez m¨¢s privado y marginal. Desconectarse de su historia es un efecto secundario de vivir en democracia. En la Rusia de Putin, la religi¨®n no es privada ni marginal, y celebro que mi hijo viva a este lado del Dni¨¦per, pero no s¨¦ si este ate¨ªsmo l¨ªquido le arma o le desarma. No s¨¦ si, como predican charlatanes como Byung-Chul Han, llenar¨¢ ese vac¨ªo trascendente con qui¨¦n sabe qu¨¦ para¨ªso artificial, o ese hueco le har¨¢ un individuo m¨¢s fuerte, consciente y mucho menos necesitado de consuelos espirituales. ?Qui¨¦n quiere a Dios, teniendo una PlayStation? Conf¨ªo en que no buscar¨¢ m¨¢s altares que una pantalla ni m¨¢s pont¨ªfice que Super Mario Bros, porque no creo que haya que trascender tanto para vivir con plenitud, pero no voy a dejar de contarle que resucit¨® al tercer d¨ªa.
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