La madurez de Toni Cant¨®
No veo nada deshonroso en derechizarse un poco con los a?os, pero me temo que el pol¨ªtico confunde la sensatez alica¨ªda que adorna algunas canas con la frivolidad pol¨ªtica y el oportunismo cutre
No hay que comentar nunca libros que no se han le¨ªdo; es un vicio muy feo que a menudo deja en rid¨ªculo al comentarista, pero creo que no incumplo mi propia prohibici¨®n si me recreo un rato en la nueva obra de Toni Cant¨®, que a¨²n no se puede leer porque sale el 9 de junio, aunque media Espa?a la ha dado ya por le¨ªda al anunciarse el t¨ªtulo: De joven fui de izquierdas pero luego madur¨¦. Parece una sinopsis y le falta al menos una coma (la puntuaci¨®n no es lo fuerte de este escritor: su anterior obra se titulaba Movil¨ªzate!, prescindiendo tanto de la cortes¨ªa que exige no dar ¨®rdenes ni gritos al lector como del signo de admiraci¨®n de apertura; menos mal que Toni Cant¨® no dirige ninguna oficina de defensa del espa?ol, porque hay que ver c¨®mo lo cuida). La frase despierta curiosidad por el contenido de las 304 p¨¢ginas que siguen: s¨®lo los grandes llenan tanto papel con tan poca intriga, tras revelar el planteamiento y el desenlace en el propio t¨ªtulo. Sugerir¨ªa, como alternativa, Eres demasiado viejo para ser tan rojo, par¨¢frasis de aquella acusaci¨®n c¨¦lebre que un escritor muy de derechas escupi¨® hace mucho a una entonces biso?a promesa literaria que se estaba comiendo Madrid: ¡°Eres demasiado joven para ser tan facha¡±.
Un rasgo de la madurez es la p¨¦rdida del sentido del rid¨ªculo. Uno compensa las arrugas, la tripa, el dolor de huesos y la alopecia con un sentimiento de libertad que los j¨®venes no se pueden permitir por razones biol¨®gicas. Cant¨® ha alcanzado un san¨ªsimo desprecio por el qu¨¦ dir¨¢n, y su desinhibici¨®n merece un aplauso. Mi amigo Luisg¨¦ Mart¨ªn (escritor de t¨ªtulos mucho menos ambiciosos y escribidor por cuenta ajena) sostiene que nadie cambia en lo esencial despu¨¦s de los 20 a?os. Yo le doy la raz¨®n porque creo que se refiere al car¨¢cter, a la cantidad de terrones de az¨²car que le echas al caf¨¦ y al tipo de chistes que te hacen re¨ªr, pero me horroriza la gente fiel a sus ocurrencias juveniles. No frecuento a mis compa?eros de instituto, no sea que digan las mismas simplezas que voce¨¢bamos. Tampoco veo nada deshonroso en derechizarse un poco con el paso de los a?os, ni en que te moleste la juventud y no la entiendas, pero me temo ¡ªy ojal¨¢ me lo desmienta el libro¡ª que Cant¨® confunde esa sensatez alica¨ªda que adorna algunas canas con la frivolidad pol¨ªtica, la banalidad ideol¨®gica y el oportunismo cutre.
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