Cautela en los datos de empleo

Uno de los objetivos principales de la reforma promovida por el Ministerio de Trabajo es la reducci¨®n de la temporalidad indeseada en nuestro mercado laboral. Tanto la Uni¨®n Europea como m¨²ltiples estudios han se?alado que la dualidad existente en nuestro mercado de trabajo, entre un sector con contratos indefinidos y otro con contratos precarios, incid¨ªa en problemas no solo de desigualdad social, sino tambi¨¦n de p¨¦rdidas de productividad a medio y largo plazo, adem¨¢s de impedir la consolidaci¨®n de proyectos vitales estables, particularmente para los m¨¢s j¨®venes. La reforma supone la pr¨¢ctica eliminaci¨®n de la contrataci¨®n temporal, al reducirla a situaciones muy tasadas, con limitaci¨®n temporal, y abre la puerta a medidas de flexibilidad interna a trav¨¦s del Mecanismo RED (que consolida los ERTE como pol¨ªtica laboral) y el recurso a los contratos fijos discontinuos.

Los primeros resultados de la nueva legislaci¨®n han arrojado cifras muy relevantes en el ¨¢mbito de la contrataci¨®n: la mitad de los contratos firmados en abril de este a?o fueron indefinidos, una cifra muy alta comparada con el 12% alcanzado en abril de 2021. Seg¨²n la ¨²ltima Encuesta de Poblaci¨®n Activa, la temporalidad en Espa?a, medida por el porcentaje de asalariados con contrato temporal, cay¨® por debajo del 25%, una cifra que no se ve¨ªa desde 2015, cuando Espa?a sal¨ªa de la crisis financiera que acab¨® con cientos de miles de puestos de trabajo temporales. En definitiva, los efectos de la reforma del mercado laboral invitan a pensar que los primeros resultados avanzan hacia el objetivo deseado.

No obstante, es necesario mostrarse cauto ante estos datos y huir del triunfalismo. M¨¢s del 60% de los nuevos contratos indefinidos lo son a tiempo parcial o con contratos discontinuos, lo cual nos deber¨ªa llevar a establecer nuevas m¨¦tricas para identificar adecuadamente la precariedad de nuestro mercado laboral. Un trabajador contratado indefinido y despedido a los dos o tres meses cobrar¨¢ una mayor indemnizaci¨®n, pero ser¨¢ dif¨ªcil caracterizarlo como empleado fijo, pese a que aparezca as¨ª en las estad¨ªsticas y registros oficiales. Mientras persista un sistema productivo basado en peque?as y medianas empresas descapitalizadas y sin capacidad de absorber grandes variaciones en sus ventas, el fantasma del ajuste de plantilla como mecanismo de gesti¨®n de riesgos seguir¨¢ vigente, con la dificultad a?adida de que, en estos momentos, no tenemos m¨¦tricas para conocer la temporalidad real ¡ªy no la contratada¡ª en nuestro mercado de trabajo.

Puede, en definitiva, que la reforma laboral haya eliminado las deficiencias institucionales que incentivaban el abuso de la contrataci¨®n temporal. Los esfuerzos desarrollados durante los ¨²ltimos a?os por parte de la Inspecci¨®n de Trabajo para reconducir los contratos temporales fraudulentos a indefinidos anticipaban esta conclusi¨®n. Pero deberemos estar atentos ante la evoluci¨®n de nuevas magnitudes, como la duraci¨®n efectiva de los contratos firmados, o el abuso de la contrataci¨®n fija discontinua. En ¨²ltima instancia, las debilidades de nuestro tejido empresarial y nuestro mercado de trabajo se retroalimentan. Ser¨¢ necesario mantener la alerta.