Para qu¨¦ se pagan impuestos
El objetivo de un sistema impositivo no debe ser redistribuir ¡®per se¡¯, sino financiar un buen dise?o institucional y proveer de forma p¨²blica aquellos bienes y servicios que necesita una sociedad
El debate actual sobre fiscalidad est¨¢ polarizado entre quienes creen que los impuestos destruyen riqueza y aquellos que creen que hay que aumentar los impuestos (sobre las personas f¨ªsicas, en particular) para luchar contra la desigualdad. Los primeros usan la curva de Laffer para defender siempre, en cualquier circunstancia, una bajada impositiva. Olvidan (o ignoran) que la curva de Laffer tiene una forma de U invertida: es decir, que incluso los economistas neocl¨¢sicos admiten que existe un nivel impositivo ¨®ptimo (que est¨¢ muy lejos de cero). Bajar constantemente los impuestos es perjudicial para la econom¨ªa por dos razones. O porque se deja de financiar bienes p¨²blicos esenciales para el buen funcionamiento de la econom¨ªa o porque se financian con deuda p¨²blica (es decir, el Estado se compromete a poner en el bolsillo de algunos la recaudaci¨®n impositiva futura, con intereses, a cambio de que financien los gastos presentes), incluso cuando la econom¨ªa no crece lo suficiente como para absorber la carga de intereses, trasladando a las generaciones futuras el coste de su incapacidad/indolencia/ignorancia para explicar a los votantes la importancia de financiar la provisi¨®n de bienes p¨²blicos con impuestos. Los segundos olvidan que la desigualdad no es el problema en s¨ª, sino un s¨ªntoma del estado de salud de una econom¨ªa. Dise?ar un sistema impositivo con el ¨²nico objetivo de redistribuir rentas es una receta para la desafecci¨®n institucional y solo anima a la elusi¨®n fiscal. El objetivo de un sistema impositivo no debe ser redistribuir per se, sino financiar un buen dise?o institucional y proveer de forma p¨²blica aquellos bienes y servicios que o bien es ¨®ptimo que se provean p¨²blicamente o, simplemente, el sector privado no puede producirlos. Ocurre, adem¨¢s, que un buen dise?o institucional y una gesti¨®n eficaz de bienes y servicios p¨²blicos traen m¨²ltiples beneficios sociales, refuerzan la cohesi¨®n social, dotan de agilidad al ascensor social y aumentan la productividad de nuestra econom¨ªa. Si todos estos efectos ben¨¦ficos suceden a la vez la desigualdad deja de ser un s¨ªntoma de un mal funcionamiento de la econom¨ªa para ser un reflejo de la diversidad y libertad de una sociedad. Es dif¨ªcil observar una desigualdad rampante en una sociedad en la que los impuestos est¨¢n bien dise?ados y financian los servicios p¨²blicos adecuados. Para el buen dise?o de un sistema impositivo (que no solo implica cu¨¢nto pagar sino c¨®mo distribuir la carga) hay que identificar, primero, qu¨¦ ganamos cuando el sector p¨²blico produce ciertos bienes y servicios.
Ya nos lo dice la Teor¨ªa Econ¨®mica: cuanto menor es la competencia en el mercado de un bien o servicio (ya sea por estructuras de monopolio o por problemas de informaci¨®n asim¨¦trica), o cuanto mayores son las externalidades asociadas a un bien o servicio, m¨¢s espacio hay para que sea ¨®ptima la provisi¨®n p¨²blica o alguna forma de regulaci¨®n. Estos son el caso de la educaci¨®n y la sanidad, que sufren importantes problemas de informaci¨®n asim¨¦trica: un desaprensivo podr¨ªa vendernos unos contendidos educativos deficientes, porque es dif¨ªcil que quien tiene que educarse sepa exactamente c¨®mo y en qu¨¦. Me educar¨¦ m¨¢s y mejor, y ser¨¦ m¨¢s productiva, con lo que contribuir¨¦ m¨¢s a mi bienestar y al de la sociedad, si, a pesar de no ser rica, tengo acceso a un buen sistema educativo p¨²blico ¡ªa precios p¨²blicos¡ª, y si vivo m¨¢s para rentabilizar el esfuerzo que har¨¦ en educarme, algo a lo que un buen sistema p¨²blico de salud ¡ªa precios p¨²blicos¡ª, deber¨ªa contribuir. De igual manera, tenemos sanidad p¨²blica no solo porque nos duela que las familias con menos recursos tengan peor salud. Lo hacemos porque sabemos que los sistemas de seguro privado limitan el acceso, o directamente excluyen, a las personas con menos recursos. Y la salud tiene externalidades enormes. Por eso, por ejemplo, las vacunas se financian con impuestos. Por eso las PCR deb¨ªan tener el precio controlado y deb¨ªa vigilarse la competencia en su distribuci¨®n.
Pero, adem¨¢s, el Estado produce bienes y servicios para hacer frente a todas aquellas contingencias a las que el mercado no puede ni sabe hacer frente. El Estado es el mutualizador de riesgos de ¨²ltimo recurso. Los bienes y servicios p¨²blicos tienen esa funci¨®n. Su existencia garantiza un funcionamiento fluido de la econom¨ªa. Pongamos el ejemplo de la pandemia que hemos sufrido. La dureza del confinamiento que vivimos en 2020 y su coste econ¨®mico se deben, en gran medida, a la incapacidad de nuestro sistema sanitario para atender a todos los enfermos y rastrear contagios. El trade-off negativo entre salud y econom¨ªa fue tanto mayor cuanto menor era la capacidad de la sanidad p¨²blica para tratar a todos los enfermos. Adem¨¢s, la covid-19 es una contingencia que nadie hab¨ªa previsto. Ninguna empresa hab¨ªa hecho una provisi¨®n de fondos para hacer frente a los pagos en medio de un confinamiento general. Y aunque los efectos econ¨®micos de la covid-19 no se distribuyen uniformemente entre sectores y regiones (pensemos en las plataformas digitales que han multiplicado su negocio), las empresas no han desarrollado un sistema para mutualizar el riesgo covid entre ellas. No pueden. Por eso el Estado ha desarrollado los ERTE y los pr¨¦stamos ICO. Para hacer la mutualizaci¨®n de riesgos que el mercado no puede hacer. En concreto, para evitar el despido de trabajadores necesarios tras la crisis y la bancarrota de empresas productivas que pueden no tener el colch¨®n financiero de las grandes. De rond¨®n, ERTE e ICO sirven para paliar uno de los efectos econ¨®micos m¨¢s perniciosos de la covid-19: la destrucci¨®n de la competencia. Hay que desarrollar el marco institucional para que ERTE e ICO puedan seguir cumpliendo su funci¨®n y lo hagan de manera eficiente. Pero esta funci¨®n debe manejarse con cuidado: mutualizar es lo opuesto a socializar p¨¦rdidas. El Estado (nuestros impuestos) no est¨¢ para socializar las p¨¦rdidas ni siquiera de los que, con buena fe, han tenido mala suerte y, desde luego, no las de aquellos que confunden la econom¨ªa de mercado con un casino. Socializar p¨¦rdidas crea incentivos perversos al entorpecer la funci¨®n del mercado, que debe ser premiar a los m¨¢s productivos con m¨¢s beneficios. Este papel de mutualizador de riesgos de ¨²ltimo recurso puede incluso llevar, en el corto plazo, a rebajas fiscales que ayuden a las empresas y las familias a sortear el golpe del aumento dr¨¢stico de los precios energ¨¦ticos cuando tienen poco margen para cambiar su mix energ¨¦tico. De igual manera que ERTE y avales ICO, esta pol¨ªtica tener una fecha de caducidad clara para no socializar p¨¦rdidas y ni perder pulso en la transici¨®n energ¨¦tica que tenemos pendiente.
Por ¨²ltimo, solo el Estado puede soportar los enormes riesgos que conlleva la investigaci¨®n b¨¢sica. El dise?o de su financiaci¨®n debe tener en cuenta su funci¨®n social y, por ello, la investigaci¨®n b¨¢sica no puede vivir de espaldas al mercado y a la sociedad que disfruta del buen funcionamiento de este. El Estado es el gran emprendedor que produce la investigaci¨®n sobre la que se desarrollan multitud de innovaciones empresariales. La investigaci¨®n b¨¢sica financiada con impuestos trajo Internet, el GPS, las vacunas contra la covid-19. La provisi¨®n p¨²blica de investigaci¨®n b¨¢sica es esencial para aumentar la productividad de nuestra econom¨ªa y el crecimiento potencial de nuestras econom¨ªas. Esto, a su vez, redundar¨¢ en un crecimiento econ¨®mico que beneficie a toda la sociedad. Por ¨²ltimo, el liderazgo p¨²blico es esencial para llevar a cabo la transformaci¨®n digital de nuestras empresas y la transici¨®n ecol¨®gica. Solo el Estado puede coordinar a toda la sociedad para enfrentar estos retos con ¨¦xito.
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