Demasiado ruido en el Gobierno de coalici¨®n

Las elecciones en Andaluc¨ªa son la primera meta volante de una carrera electoral que tendr¨¢ su continuidad en las auton¨®micas y municipales, como paso previo a las elecciones generales. Todo ello sin considerar, claro est¨¢, la hip¨®tesis de que el presidente del Gobierno decidiera alterar el orden natural de los factores descritos mediante una decisi¨®n que solo a ¨¦l le compete. La descripci¨®n de lo que est¨¢ por venir en t¨¦rminos electorales da una idea clara de que la legislatura, entendida como un conjunto de iniciativas parlamentarias, est¨¢ pronta a su fin y las l¨®gicas pol¨ªticas de los socios de investidura adoptar¨¢n la forma propia de la competici¨®n. Nada de ello impide defender la conveniencia de agotar esfuerzos para llevar hasta el l¨ªmite de lo posible el mandato del actual Ejecutivo. Algo que, entiendo, exige incorporar algunos ajustes en la forma de proceder.

Uno de los elementos que proyecta m¨¢s erosi¨®n en la solvencia del actual Gobierno est¨¢ conectado con sus discrepancias internas. No es un problema de gesti¨®n lo que da?a la reputaci¨®n de quienes han gobernado con seriedad durante dos a?os de dificultades extremas. El principal desgaste del Ejecutivo de coalici¨®n emparenta, a mi entender, con otras razones. Entre ellas, destaca la distracci¨®n que genera un obcecado empe?o de algunos de sus miembros por oponerse frontalmente a decisiones adoptadas en el Consejo de Ministros. Esta din¨¢mica de desencuentros entre socios se ha incrementado de manera singular en el ¨²ltimo tiempo, y todo invita a pensar que se acelerar¨¢ por incentivos propios del contexto electoral. Pero siendo esto un problema, hay que considerar ahora el ruido a?adido que resulta de las discrepancias crecientes dentro del socio minoritario.

Todo esto pone de relieve una disfuncionalidad con consecuencias muy costosas para el Ejecutivo, pues adem¨¢s de opacar ¨¦xitos de gesti¨®n indiscutibles, cada enfrentamiento resta fiabilidad al trabajo por hacer en un contexto econ¨®mico de alta complejidad. Y, lo que es peor, esta manera tan gratuita de cultivar el desencuentro podr¨ªa tener tambi¨¦n un impacto negativo en t¨¦rminos de expectativas electorales para unos y otros. No es f¨¢cil cuantificar la magnitud del potencial da?o, pero la intenci¨®n de voto que reflejan las encuestas ofrece alguna pista. El PP parece haber entendido bien d¨®nde reside la fragilidad de este Gobierno y se afana en recordar a la ciudadan¨ªa que no conviene centrar la atenci¨®n en los magn¨ªficos datos de empleo, ni en el avance logrado en t¨¦rminos de libertades, ni en la red de seguridad que ahora ofrecen unas pol¨ªticas p¨²blicas m¨¢s robustas en cuanto a protecci¨®n social, ni mucho menos a¨²n en la importante modernizaci¨®n que provocar¨¢ en nuestro pa¨ªs el buen aprovechamiento de los fondos europeos. El principal partido de la oposici¨®n est¨¢ aprovechando la oportunidad que se le brinda y trabaja para que sea ese ruido procedente de las desavenencias del Gobierno el que determine en ¨²ltimo extremo el voto de los ciudadanos. De darse esta hip¨®tesis como cierta, solo resta por saber qu¨¦ est¨¢ dispuesto a hacer el Gobierno para evitar que as¨ª sea.