Capturas

Los vencejos vuelan muy alto esta tarde. El sol ya en el horizonte los ilumina de lado y a veces los convierte en llamas fugaces que se encienden y se apagan. Aprovecho la ¨²ltima luz del d¨ªa para observar la geometr¨ªa de su vuelo. Detr¨¢s de cada quiebro, tan elegante, siempre hay un insecto capturado. Algo habr¨¢ que hacer, aunque solo sea mirar al cielo, para olvidar por un momento todo lo tr¨¢gico, miserable y absurdo que sucede aqu¨ª abajo. Mientras los vencejos cazan insectos con absoluta maestr¨ªa en el aire, la perra se ha puesto a ladrar no se sabe a qu¨¦, tal vez a una lagartija que se pasea con la cabeza alta por la veranda del jard¨ªn en busca de su presa o tal vez al negro e incierto futuro que nos va a convertir en mosquitos, hormigas o larvas tambi¨¦n a los humanos. El jerogl¨ªfico que llevan inscrito las lagartijas en la espalda es indescifrable, hasta el punto que los sacerdotes egipcios le confirieron un car¨¢cter sagrado. Hubo un tiempo en que fueron divinidades, pero eso no les ahorr¨® tener que cazar insectos con una eficacia exquisita para alimentarse. Todos los animales son muy profesionales a la hora de devorarse entre ellos. Nunca se equivocan. No causan da?os colaterales. Incluso suelen dar un toque de belleza a las capturas. La persecuci¨®n del guepardo a la gacela tiene un aire de ballet; la estrategia de la ara?a no la ha mejorado ning¨²n general de la historia; el bocado del tibur¨®n posee un alto grado de precisi¨®n y de armon¨ªa matem¨¢tica. Los animales se devoran para sobrevivir, pero lo hacen con extremado rigor y sabidur¨ªa. Ninguna fiera suple su torpeza con la crueldad. Ignoro por qu¨¦ el hombre a la hora de matarse es tan desmesurado, patoso y est¨²pido, hasta el punto de que un solo idiota puede desencadenar una hecatombe. Es un enigma indescifrable como el jerogl¨ªfico que la lagartija lleva en la espalda.