A la conquista del Coraz¨®n del Mundo
Lo que est¨¢ en juego a la hora de definir el nuevo Concepto Estrat¨¦gico de la OTAN y lo que explica la decisi¨®n de Putin de emprender su criminal aventura es qui¨¦n domina Europa del Este y con ello la geopol¨ªtica mundial
La acci¨®n exterior de los grandes Estados se ha visto siempre determinada por la geopol¨ªtica. Por lo mismo, seg¨²n ya describiera Jaume Vicens Vives, en muchos conflictos b¨¦licos se producen reiteraciones hist¨®ricas. Una de las m¨¢s aparatosas es la presi¨®n de los pueblos de Ucrania y Rusia para lograr una salida al Egeo a trav¨¦s de los estrechos de los Dardanelos y del B¨®sforo, continuamente obstaculizada por las potencias occidentales. Como es obvio, el control de las v¨ªas de comunicaci¨®n, esencial...
La acci¨®n exterior de los grandes Estados se ha visto siempre determinada por la geopol¨ªtica. Por lo mismo, seg¨²n ya describiera Jaume Vicens Vives, en muchos conflictos b¨¦licos se producen reiteraciones hist¨®ricas. Una de las m¨¢s aparatosas es la presi¨®n de los pueblos de Ucrania y Rusia para lograr una salida al Egeo a trav¨¦s de los estrechos de los Dardanelos y del B¨®sforo, continuamente obstaculizada por las potencias occidentales. Como es obvio, el control de las v¨ªas de comunicaci¨®n, esencial para el transporte de mercanc¨ªas y la regulaci¨®n de las migraciones, resulta clave si se aspira a ejercer la dominaci¨®n mundial o a participar en ella. La criminal ofensiva de Rusia contra Ucrania, al margen de su reivindicaci¨®n identitaria y la aspiraci¨®n a no ser un pa¨ªs borrado de la lista de los poderosos, est¨¢ motivada por esa recurrente ambici¨®n. Lo mismo que el impulso americano a las revoluciones ¡°de colores¡± en Georgia o Ucrania no respondi¨® tanto al apoyo a la creaci¨®n de nuevas y muy imperfectas sociedades democr¨¢ticas como a tratar de acaparar los recursos energ¨¦ticos mundiales. Esta es la conclusi¨®n a la que llega un interesante ensayo (Geopol¨ªtica de Rusia y Europa Oriental) firmado por la profesora rumana avecindada en Espa?a Silvia Marcu, investigadora del CSIC y docente universitaria. Su libro, publicado pocos meses antes del estallido de la guerra, nos ayuda a comprender que la crisis energ¨¦tica no es tanto consecuencia de la misma, sino m¨¢s bien una de sus causas.
Estas cosas las conoce, con seguridad, el primer ministro espa?ol, pues dedic¨® su tesis doctoral a la diplomacia econ¨®mica, aunque con parvo reconocimiento acad¨¦mico. El fracaso de la diplomacia precede a toda confrontaci¨®n b¨¦lica, pero su triunfo acaba coronando el cese de hostilidades. De modo que antes o despu¨¦s, desgraciadamente me temo que despu¨¦s, acabar¨¢ Europa teniendo que sentarse a la mesa con Eurasia si queremos garantizar una paz duradera y estable en el continente y un acceso equitativo a los recursos energ¨¦ticos del Caspio y el mar Negro, pero tambi¨¦n de ?frica.
Por desgracia, de diplomacia no andamos muy bien ¨²ltimamente. Los batacazos en pol¨ªtica exterior de este Gobierno pasar¨¢n a la historia como el fruto de una de las gestiones m¨¢s incompetentes que puedan recordarse. No es responsabilidad ¨²nica de los ministros del ramo, aunque tambi¨¦n. La torpeza fundamental reside en el comportamiento del presidente, que revela una deslealtad institucional y una dram¨¢tica incapacidad para convocar a la unidad de la ciudadan¨ªa y sus representantes en cuestiones de Estado.
La cuesti¨®n es m¨¢s grave toda vez que este mismo mes ser¨¢ escenario (en un caso ya lo ha sido) de dos cumbres internacionales esenciales para potenciar el papel de nuestro pa¨ªs en la configuraci¨®n del nuevo orden mundial. La primera de ellas, la de las Am¨¦ricas, a cuya fiesta hab¨ªa sido invitada Espa?a, por vez primera y como observadora, ha puesto de relieve el retroceso de Washington en su influencia en el subcontinente y los parcos esfuerzos por recuperarla, salvo en lo que concierne a la seguridad de su frontera sur. Dicha p¨¦rdida es paralela a nuestro propio extrav¨ªo y alejamiento, dada la err¨¢tica pol¨ªtica de los ¨²ltimos gobiernos, desde Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero hasta nuestros d¨ªas. Al margen las excusas de rigor, la decisi¨®n del ministro Albares de no asistir a la cumbre, enviando a una secretaria de Estado militante del partido socialista sin mayor experiencia diplom¨¢tica, es una muestra m¨¢s de hasta qu¨¦ punto Am¨¦rica Latina ha dejado de ser objetivo prioritario de nuestra acci¨®n exterior. China ha tomado all¨ª el relevo de Washington y Madrid.
Pero la cita crucial de este mes se celebrar¨¢ precisamente en Espa?a, cuando la OTAN se re¨²na en momentos de extrema tensi¨®n internacional. Contra quienes aseguran que la ocupaci¨®n de Ucrania por Rusia ha reforzado a la Uni¨®n Europea, los hechos no lo evidencian tanto. La voz preponderante de Europa no es hoy la de esa Uni¨®n, sino la de la Alianza Atl¨¢ntica, cuya expansi¨®n al Este, considerada por Rusia como una amenaza a su seguridad, ha sido fomentada desde hace a?os por Washington. Por lo mismo, frente a los esfuerzos de Francia, Italia y Alemania a fin de lograr un alto el fuego cuanto antes, la beligerante emoci¨®n del presidente Biden, corregida en ocasiones por su propio secretario de Estado, no ayuda en nada a prop¨®sito tan estrat¨¦gico como humanitario. No es probable que la ayuda masiva en armamento pesado al ej¨¦rcito ucranio, heroicamente enfrentado al ruso en leg¨ªtima defensa, ayude tanto a resolver la contienda en su favor como a cronificar la guerra, multiplicando las p¨¦rdidas humanas y materiales. Pero la propaganda y el cinismo vienen haciendo mella en la opini¨®n p¨²blica occidental. Cuantos intelectuales, l¨ªderes pol¨ªticos o religiosos han expresado abiertamente esta idea, desde el Papa al presidente Macron, pasando por Henry Kissinger y nuestras mejores cabezas pensantes vivas, como Morin o Habermas, son tachados de prorrusos, simplemente por no apuntarse a las explicaciones oficiales y criticar sus decisiones. El pensamiento ¨²nico (no solo en este asunto) se ha apoderado de un continente en el que un d¨ªa naci¨® el Siglo de las Luces. Los idiotas que pugnan por apagarlas no entienden que tratar de conocer y explicar las cosas, por horribles que sean, no equivale a justificarlas, sino a procurar buscar soluciones.
En este panorama el cr¨¦dito exterior de Espa?a y la confianza interior en su Gobierno corren peligro de hacerse a?icos. Es absurdo, inmoral y contrario a la decencia democr¨¢tica que el presidente del Gobierno siga sin explicar los motivos por los que decidi¨® cambiar la pol¨ªtica tradicional de nuestro pa¨ªs en la antigua provincia espa?ola del S¨¢hara. Lo hizo adem¨¢s sin consultar ni siquiera con su propio Gobierno, ni con su partido, sus socios parlamentarios, ni con el jefe de la oposici¨®n. Tampoco se conocen las garant¨ªas ofrecidas por Marruecos respecto a la seguridad de las antiguas plazas de soberan¨ªa. Ni si pretende S¨¢nchez exigir en la cumbre madrile?a que la OTAN garantice expl¨ªcitamente la defensa de Ceuta y Melilla frente a agresiones exteriores. Por lo dem¨¢s, es ingenuo que el ministro de Asuntos Exteriores garantice que no corre peligro el suministro del gas argelino porque Argelia es un socio fiable. Quien no es fiable para el Gobierno argelino es precisamente el espa?ol. S¨ª lo es en cambio Nicol¨¢s Maduro, a quien Estados Unidos acaba de levantar el embargo sobre el petr¨®leo, al tiempo que corteja al pr¨ªncipe heredero saud¨ª, al que en su d¨ªa calific¨® con toda justicia de matarife. Muestras evidentes de que la defensa de las democracias es solo importante en seg¨²n qu¨¦ latitudes.
Tanto Vicens Vives como Silvia Marcu consideran a John Mackinder el padre de la geopol¨ªtica a escala planetaria. Fue un intelectual de principios del siglo XX art¨ªfice de la teor¨ªa sobre el Coraz¨®n del Mundo (Heartland). Seg¨²n ¨¦l, Eurasia y ?frica (entonces sometida al colonialismo europeo) formaban lo que llamaba la Isla Mundo, rodeada por los mares cuyo control garantizaba la continuidad del Imperio brit¨¢nico. Su opini¨®n era meridiana: quien domina Europa del Este domina el Coraz¨®n del Mundo, y quien domina el Coraz¨®n del Mundo domina el mundo por completo. Eso es lo que est¨¢ en juego a la hora de definir el nuevo Concepto Estrat¨¦gico de la OTAN y lo que explica la decisi¨®n de Putin de emprender su criminal aventura. El presidente ruso puede ser un criminal de guerra, pero no un idiota. Est¨¢ llevando a cabo exactamente lo que se hab¨ªa propuesto y solo parece no haber previsto, como tantos otros, el rearme casi sin l¨ªmites de Alemania.
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