Las urgencias de Johnson
El primer ministro brit¨¢nico tramita una ley para saltarse sus compromisos con Bruselas y conservar el poder
La fragilidad pol¨ªtica de Boris Johnson tiene efectos perturbadores en sus relaciones con la UE como v¨ªa de escape acelerado. Es posible incluso que la Uni¨®n Europea empiece a sospechar que el primer ministro brit¨¢nico utiliza el Brexit, y todos los compromisos internacionales que acarre¨®, cada vez que necesita evadirse de sus m¨²ltiples problemas dom¨¦sticos. La decisi¨®n de iniciar los tr¨¢mites de una ley que alterar¨¢ sustancialmente, y de modo unilateral, una pieza tan delicada del acuerdo de retirada de la UE como fue el Protocolo de Irlanda del Norte es un desaf¨ªo abierto a Bruselas.
El Gobierno brit¨¢nico ten¨ªa otras opciones para poner sobre la mesa los problemas que, seg¨²n sostiene, ha ocasionado ese tratado en una regi¨®n con equilibrios pol¨ªticos tan delicados como es Irlanda del Norte. En primer lugar, podr¨ªa haber abordado de buena fe las generosas propuestas presentadas por la otra parte para reducir las fricciones comerciales y burocr¨¢ticas que ha supuesto retener ese territorio brit¨¢nico dentro del mercado interior. Londres lleva desde el pasado febrero sin reanudar las conversaciones, mientras preparaba su propia maniobra de respuesta en forma de una ley provocadora. En segundo lugar, exist¨ªa una opci¨®n, por dr¨¢stica que pudiera parecer, que permit¨ªa afrontar el problema sin desbordar el marco legal acordado por los dos socios. El Ejecutivo de Johnson podr¨ªa haber invocado el art¨ªculo 16 del protocolo, que permite a cualquiera de las partes suspender provisionalmente aquellas cl¨¢usulas del acuerdo que provoquen ¡°graves dificultades econ¨®micas, sociales o medioambientales que persistan en el tiempo¡±. De ese modo, al menos, el texto se?ala cu¨¢les son las consecuencias de ese apartamiento, y las posibles v¨ªas de soluci¨®n.
Johnson no ha querido utilizar ninguna de esas dos v¨ªas. Ha preferido impulsar en su propio Parlamento un texto legal que desguaza partes fundamentales del protocolo y exige a Bruselas un acto de fe, en vez de una garant¨ªa legal y firme de la verdadera voluntad de Londres de proteger el mercado comunitario frente a abusos o contrabandos. La verdadera raz¨®n que hay detr¨¢s de este desaf¨ªo reside en que el primer ministro sigue necesitando del apoyo del poderoso grupo de euroesc¨¦pticos del Partido Conservador. Desde el momento en que el Reino Unido firm¨® el Acuerdo de Retirada de la UE, y el texto que lo acompa?aba y ten¨ªa la misma vigencia de tratado internacional, el Protocolo de Irlanda del Norte, los euroesc¨¦pticos comenzaron a maniobrar para deshacerse de ese compromiso, que hab¨ªan aceptado sin ganas a cambio de sacar adelante su anhelado Brexit. Nunca comulgaron con la idea de que la ¡°integridad territorial¡± del Reino Unido se viera cuestionada por la inclusi¨®n de parte del pa¨ªs, Irlanda del Norte, en el ¨¢mbito normativo de Bruselas.
Johnson necesita contentar a un sector muy poderoso tanto en el partido como en el grupo parlamentario conservador si aspira a completar la legislatura. Y Bruselas est¨¢ obligada a elevar su respuesta pol¨ªtica y legal ante una maniobra que atenta contra las normas m¨¢s elementales del derecho internacional. Los abogados del Gobierno brit¨¢nico han intentado justificar lo injustificable, apelando a una arcana ¡°doctrina de la necesidad¡±, que permitir¨ªa a un Estado incumplir sus compromisos internacionales ante una presunta causa de fuerza mayor, que en este caso ser¨ªa la inestabilidad pol¨ªtica en Irlanda del Norte. Todo sugiere que la verdadera urgencia de Johnson consiste en seguir manteni¨¦ndose en Downing Street.
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