Las elecciones reparlamentarizan Francia
Macron debe decidir ahora si trata de convencer a Los Republicanos dobl¨¢ndose a sus exigencias o si deja que gobierne el desorden en el parlamento y convoca elecciones en un a?o
El presidente Macron jugaba esta segunda vuelta con una triple ventaja: en primer lugar, el sistema electoral favorece su posici¨®n en el centro del tablero pol¨ªtico. En segundo lugar, la reforma de 2002 impuso la coincidencia de las elecciones presidenciales y las legislativas (que anteriormente se disputaban cada siete y cinco a?os, respectivamente) con la idea de facilitar al presidente electo una mayor¨ªa absoluta en la Asamblea y, en tercer lugar, en t¨¦rminos demogr¨¢ficos, su electorado, compuesto por los franceses m¨¢s ricos, educados y mayores, es el que m¨¢s participa en las elecciones. Sin embargo, el hast¨ªo con la gesti¨®n del presidente liberal ha podido con estos factores. Muchos ministros macronistas han perdido sus esca?os y la consecuencia m¨¢s clara del resultado es que, tras un quinquenato en la sombra, la Asamblea Nacional volver¨¢ a los televisores de los franceses. Macron se tendr¨¢ que enfrentar por primera vez a los contrapesos del poder legislativo, especialmente en comisiones clave como la de control financiero. En otras palabras, Francia se ha reparlamentarizado.
Aunque Jean-Luc M¨¦lenchon ha logrado aglutinar a la izquierda en torno a su proyecto y afianza la posici¨®n de la Francia Insumisa, no cumple con las altas expectativas que se hab¨ªa autoimpuesto. M¨¦lenchon ha conseguido revitalizar a la izquierda, pero sigue sin convencer a los suficientes votantes de centro ni movilizar a los suficientes electores abstencionistas. De hecho, la abstenci¨®n ha sido la gran vencedora de la noche, ya que m¨¢s de la mitad de los franceses se quedaron en casa, una cifra que supera el 70% en el caso de los menores de 35 a?os. Mientras j¨®venes, clases populares e inmigrantes sigan absteni¨¦ndose a niveles r¨¦cord, la pol¨ªtica depender¨¢ cada vez m¨¢s de los votos de los m¨¢s favorecidos y penalizar¨¢ a los partidos progresistas. Aunque NUPES haya animado la competici¨®n, no se puede hacer en dos meses el trabajo de d¨¦cadas. Ganar las elecciones para la izquierda requiere construir coaliciones entre el centro y los desencantados, y el liderazgo de M¨¦lenchon, unido al sistema electoral franc¨¦s, dificultan enormemente esta tarea.
La gran sorpresa la ha dado, sin duda, la extrema derecha, que casi triplica los pron¨®sticos de las encuestas. Este es un voto de descontento, pero de descontento estructural. El auge de la extrema derecha tambi¨¦n en las elecciones legislativas indica que hay tendencias de fondo, como la desindustrializaci¨®n o la inseguridad econ¨®mica, que favorecen a Le Pen. Estas tendencias afectan especialmente a ciertos territorios, y las elecciones han premiado la implantaci¨®n territorial de Agrupaci¨®n Nacional en ciertos feudos. Adem¨¢s, parece que el hecho de que la campa?a estuviese dominada por la izquierda ha movilizado al electorado conservador para impedir ¡°la amenaza islamo-izquierdista¡±. No obstante, uno de los grandes culpables de su ¨¦xito ha sido, sin duda, el propio Macron, al haber normalizado el discurso ultraderechista durante su mandato y al haber roto el frente republicano en las legislativas comparando la extrema derecha con la coalici¨®n de izquierdas.
Macron se enfrenta ahora a un dilema importante, necesita a Los Republicanos para lograr la mayor¨ªa absoluta, pero el l¨ªder de la derecha tradicional ya ha anunciado que ellos se situar¨¢n en la oposici¨®n. Macron debe decidir si trata de convencer a este partido dobl¨¢ndose a sus exigencias o si deja que gobierne el desorden en el Parlamento y convoca elecciones en un a?o, cuando la legislaci¨®n se lo permita. Todav¨ªa hay pol¨ªtica francesa para rato.
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